sábado, 25 de mayo de 2013

Hacienda de la vieja Caracas "La Elvira"


En la búsqueda sobre las  haciendas de la Caracas vieja he encontrado en la publicación del 15 de abril de 1896 # 104  de "El Cojo Ilustrado"  Hacienda  "La Elvira" se encontraba  muy cerca de las Adjuntas , por la vía de El Gran  Ferrocarril Venezuela. 
Comparto con  ustedes la imagen y el texto. 







viernes, 10 de mayo de 2013

Llegada de Reverón a La Guaira



En 1918, Armando Reverón se hospeda en la Escuela Santos Michelena, que estaba ubicada muy cerca de la iglesia San Pedro Apóstol y allí dio clases como profesor de dibujo por un tiempo breve, pues el director del plantel, Rondón Márquez, que era su amigo, contrae la gripe española y muere. Reverón también se contagia de esa enfermedad, pero se salva gracias a una “terapia” muy particular, la cual consistía en trotar durante largo rato y luego, todo sudoroso, bañarse con agua fría… Después de aquella dramática experiencia, el pintor decide establecerse en casa de su madre Dolores Travieso, que vivía de Pilita a Mamey 101, en Caracas, acompañado por Juanita Mota, quien poco antes había conocido en unas fiestas de carnaval en Maiquetía. Ella habría de ser su compañera por el resto de su vida.

Tres artistas, uno venezolano, Emilio Boggio, y dos extranjeros, Nicolás Ferdinandov, ruso, y Samys Mützner, rumano, tendrían cierta influencia en la obra y en el comportamiento personal de Reverón. También del español Zuloaga, tomaría esos misteriosos y maravillosos fondos que se manifiestan en “La Cueva” que es una de las obras magistrales del arte venezolano.

Pero aquel encartamiento que le producía las obras de esos creadores, se fue diluyendo en el tiempo, de la misma manera como luego Reverón diluía todos los elementos que integran el paisaje, en aquellos espacios de sus telas donde la luz del sol encandila y destruye los contornos. Durante ese período que corresponde a su época blanca, Reverón se tapaba los oídos con gruesos tapones recubiertos de tela. Quizás, al opacar los sonidos del exterior, lograba hipersensibilizar la calidad de su visión, para así mejor explorar la vibración lumínica que sólo percibía a través del color blanco.

Eso sucedía dentro de lo que fue una fantástica instalación artística, en la que la piedra era un elemento fundamental que crecía, se alzaba, cuando se hacía necesario aislarse y proteger aquel mundo que aglutinaba pinturas, muñecas, parasoles, caballetes, máscaras, sudarios, santos, campanas, hilos de alambre, instrumentos musicales ausentes de sonoridad, pero no de poesía, estructuras de bambú, taburetes, marcos, aves, monos, abanicos, banderillas, y a Reverón y a Juanita, por supuesto.

Al morir Reverón, aquella ingeniosa instalación perdió su encanto. Siendo niño, y en compañía de mi padre, algo de lo extraordinario de ese espacio delirante pude apreciar, cuando visitamos al pintor en su fortaleza de piedras. Años después iba con frecuencia a conversar con Juanita, a la que en una oportunidad, y con motivo de estar organizando una exposición de artistas populares del litoral central en la Biblioteca José Maria Vargas de Macuto, en 1967, la invité a participar, con unos dibujos suyos, en esa colectiva. También, en una de esas visitas, le hice una entrevista que años más tarde publiqué en la revista KENA de la Cadena Capriles. Lo que sigue, es una pequeña parte de esa entrevista: “Yo nunca había sentido una cosa tan bonita como esa noche en que conocí a Armando. El se parecía a uno de esos artistas de cine. El era muy buenmozo y muy elegante, no como se puso cuando nos mudamos para acá. Acá apenas se vestía. Eso hizo que mucha gente lo confundiera con un loco. Si señor, aquella noche a él le brillaban los ojos como dos luceros, pues no vaya a creer, yo era entonces una muchacha bonita, bonita y delgadita, no como ahora que estoy gorda y vieja. Tienes manos de virgen, me dijo Armando, y carita de ángel asustado”.



El Concejal Gallegos Mancera
propone salvar el Castillete de Reverón

Cuatro años después del fallecimiento de Reverón, el Dr. Eduardo Gallegos Mancera, integrante de la Comisión de Cultura Popular del Concejo Municipal de Caracas, junto con los concejales Alfredo Lafée y Alfredo Rodríguez Amengual, se entrevistaron con el Ministro de Obras Públicas, con la finalidad de solicitar su intervención para garantizar la conservación del Castillete de Macuto. Esa determinación de los ediles se debió a una información aparecida en la prensa nacional, donde se denunciaba el deplorable estado de la casa taller del gran artista venezolano.
  
El concejal Eduardo Gallegos Mancera, miembro del Partido Comunista de Venezuela, declaró lo siguiente a la prensa acerca de esa situación: “Con anterioridad nos habíamos enterado que el MOP ejecutaba trabajos en Las Quince Letras, jurisdicción de Macuto. Estos trabajos ponían en peligro la casa del pintor, y en consecuencia, tomando en cuenta la importancia que para el patrimonio cultural del país tendría la preservación del Castillete de Macuto, los concejales propusimos al Cuerpo la intervención en el asunto. Nosotros deseamos que la vivienda del pintor sea convertida en pequeño museo que mantenga vivo el recuerdo del artista en la memoria de las generaciones venideras.

Además de la entrevista con el Ministro de Obras Públicas, la misma Comisión de Cultura Popular tratará con el Ministro de Educación y con los familiares de Reverón, la posibilidad de instalar el museo.

Nosotros pensamos en los materiales endebles de la casa. Sin embargo, suponemos que en caso de organizar el museo, se procederá a la refacción de los techos y paredes”. El Nacional, 31 de julio de 1958. Dieciséis años después de aquella proposición de los concejales de crear el Museo donde se mantuviera viva la memoria del artista, es que se viene a inaugurar el Museo Armando Reverón. Juanita había fallecido dos años antes de ese importante acontecimiento histórico.
    
El Castillete ya no existe, fue destruido por el deslave del 16 de diciembre de 1999. A casi 12 años de esa tragedia en el Estado Vargas, todavía no se sabe qué va a pasar con el espacio donde estaba el Museo Armando Reverón.

Armando Reverón



De
Napoleón Pisani Pardi

En 1953, trece años después de haberse creado el Salón Anual de Arte Venezolano, y poco antes de morir, se le otorga el Premio Nacional de Pintura, además de los Premios John Boulton y el Federico Brandt. Como para aliviar conciencias y Armando no se fuera “liso” para el cielo.

El diez y nueve de Julio de 1889, el niño Armando Julio Reverón Travieso, que había nacido el 10 de mayo de ese mismo año, fue bautizado en la iglesia de la Parroquia Santa Rosalía. Fueron sus padrinos el general Raimundo Fonseca  y la señora Josefina Rivas de Alfonso.


Varios años después, aquel niño se convertiría en pintor, en “un gran post-impresionista”, como lo dijo Alfredo Boulton, pero que nada le debía a quienes años antes, en el taller de Nadar, en París, se habían agrupado para exhibir sus pinturas, que tanto escándalo llegaron a producir en una colectividad todavía seducida por las realizaciones de los artistas neoclásicos.

El impresionismo de Reverón es venezolano. Las formas, los colores, las luminosidades, la soltura gestual que utiliza durante todo el proceso de creación de su pintura, son invenciones suyas, como de él es su necesidad de crear una instalación que lo envuelva, lo proteja, y sea, además, un determinante y obsesivo espacio estético, tan ajustado a una forma de existencia muy próxima a la representación teatral.

El Castillete fue el resultado de un trabajo espontáneo que se prolongó por más de veinte años. Se construyó lentamente y en armónica comunicación con el proceso creador del artista. Ese sincretismo se evidenciaba claramente al terminar de fabricar una muñeca, o cualesquiera de sus objetos imprescindibles y necesarios para ocupar un espacio en aquella instalación que crecía, que era viva, y producía la gran unidad, unidad que se multiplicaba constantemente en cada acto creador que, a favor de lo estrictamente indispensable y coherente, eliminaba lo que era artificial.

Dentro de aquella arquitectura de piedra, allá en macuto, muy cerca del mar, Reverón llevó a cabo su extraordinario trabajo como artista plástico, que se manifestaba al ritmo de sus necesidades anímicas que lo inducían a ser algunas veces impresionista, expresionista, gestual, y a reivindicar al objeto de uso utilitario, en el acto maravilloso de convertirlo en obra de arte, como más tarde lo hicieron algunos artistas estadounidenses.

Gio Ponti descubre a Reverón

Gio Ponti, el gran arquitecto italiano que a comienzos de los años cincuenta visitó varias veces a Venezuela, conoció la pintura de Reverón en la casa de Armando Planchart, como él mismo lo dijo en un artículo publicado en la revista DOMUS, número 303, del mes de febrero de 1955: “Donde Armando Planchart, protector de Reverón, vi la primera pintura reveroniana; él fue mi compañero en la emocionante visita a la casa de Reverón, que yo he ilustrado en DOMUS número 296”.

Ese texto, publicado en julio de 1954, tiene siete páginas, con excelentes fotografías de Grazziano Gasparini, y un croquis realizado por el mismo Gio Ponti, donde se puede apreciar la distribución de los diferentes espacios que existían en el Castillete de Reverón. La revista DOMUS, editada en Italia, y de gran circulación internacional, es, quizás, una de las revistas de mayor importancia dedicadas al arte y la arquitectura mundial. Así que ese artículo acerca de Reverón es, y no creo equivocarme, el más trascendental que se le hizo en vida al pintor venezolano.

 En otro número (349) de la misma revista DOMUS, Gio Ponti declaró lo siguiente: “Déjenme decir de una vez que Diamantina viene a ser el nombre de la casa, debido al patrón en forma de diamante que cubre sus paredes, que estoy feliz de haber construido, porque La Diamantina, con su gran techo colgante, azul de la parte de abajo, es como una casa bajo un ala. Como una casa protegida por una enorme, ligera y trémula ala de mariposa. Vista desde arriba luce como sentada en un prado. Era así como la quería. Estoy feliz porque La Diamantina tiene luz y sombra, porque su arquitectura es de espacios y no de volúmenes. Estoy feliz porque con ella encontré una vía para expresarme, porque pinté sus puertas, decoré y coloreé los techos, fabriqué mi ventana decorativa y mi mobiliario, y colgué un hermoso Reverón, el pintor venezolano que tanto me gusta”.

Ponti fue un enamorado de Venezuela, como se puede constatar a través de los diferentes artículos aparecidos en la revista que él dirigía: La casa de Villanueva. El Pabellón de Venezuela en la Bienal de Venecia. El Teatro del Este. El modelo de la Villa Planchart. El coraje de Venezuela y El Museo de Arte Moderno en Caracas, de Oscar Niemeyer, fueron algunos de los artículos publicados en DOMUS.