viernes, 29 de julio de 2011

La Torre

De la Zarzuela Alma Llanera, estrenada en 1914 en el viejo Teatro Caracas, perdura ¡y en qué forma! – el joropo que en la noche del estreno en la Plaza Bolívar empezó a calar en el gusto venezolano hasta alcanzar la categoría excepcional de segundo himno. Esta zarzuela que recogía “escenas de la vida de sabanas venezolanas a la orilla del Arauca” tuvo por libretista y autor de la letra del joropo al malogrado escritor aragüeño Rafael Bolívar Coronado, hijo de famoso costumbrista villacurano, Rafael Bolívar. La crítica y los asiduos a la Plaza no solamente felicitaron entonces al libretista y al compositor Pedro Elías Gutiérrez, sino también a la Compañía de Matilde Rueda que montó y realizó la obra. Desde el estreno actuaron Rafael Guinand, Jesús Izquierdo y Manolo Puertolas, tan populares en el ambiente teatral caraqueño y habitual de las tertulias de la Plaza Bolívar, como Leoncio Martínez (Leo), Rómulo Gallegos, Francisco Pimentel (Job Pim).

Fuente: Plaza Bolívar / Corazón de la patria
Carlos Eduardo Misle -Caremis.
1967/ Caracas Cuatricentenaria.

1939 - Esquina de La Torre - Hotel Madrid al fondo donde se efectuaban los vermouths danzantes con la Orquesta Billo's Happy Boys -  A la derecha La Catedral de Caracas
Imagen de Manuel Mosquera Ramírez
  http://yv5mm6.blogspot.com/2011/06/venezuela-antigua-1-coleccion-de-fotos.html


1911-El maestro Pedro Elías Gutiérrez y la  Banda Marcial de tan
famosas actuaciones en la Plaza, en 1914 se popularizó en la Plaza
el joropo "Alma Llanera"


martes, 26 de julio de 2011

Sabas Nieves

Entre los personajes de la Ciudad no podemos olvidar al custodio de nuestra querida sierra ... Magestuosa e Inmutable montaña ..
comparto las notas que he ido encontrando sobre Sabas Nieves...

"Sabas Nieves era el único que me ganaba subiendo"

El galipanero, Diógenes Torres, recuerda al guardaparque Sabas Nieves como una persona muy responsable y honesta

Aquel julio de 1951, Diógenes Torres comenzó su historia de amor con el Ávila. Era ayudante de campo en el parque para desarrollar un programa de reforestación en el cerro El Papelón, una ruta con caminos de recua, por los que se subía sólo a pie o en bestia.

Junto a un grupo de obreros subía por San Bernardino en un trayecto de tres horas o más por una ruta empinada y con la carga de comida de toda la semana: "Conmigo subía el buen amigo Sabas Nieves, persona muy responsable y honesta. Era el único que me ganaba subiendo el cerro", recuerda Torres, que se convirtió en perito forestal.
A sus 81 años, su conversación se ocupa en explicar la flora y la fauna del cerro, los caminos que lo conforman, la hidrografía, la vegetación, y lo describe hasta el más mínimo detalle, aunque ya no tenga la visual del Ávila ante sus ojos porque vive en Coro, estado Falcón.

Los recuerdos de Diógenes se iluminan cuando habla de su rutina en la montaña con el perro Cocodrilo y quien consideró un gran amigo, Sabas Nieves, el especial guardaparque que murió en 1972. "Me alegró tanto cuando fue designado con su nombre un sitio del parque" rememora Diógenes, otro guardián de por vida del cerro Ávila.

Fuenet: Ultima Noticias/ Gabriela Rojas- grojas@cadena-capriles.com/ÚN



Sabas Nieves


Un rincón del Ávila rinde homenaje al Guardaparque. Para los amantes de la naturaleza, Sabas Nieves es una parada obligada. Un lugar donde se conjuga la visión citadina de la agitada Caracas y el silencio que el cerro Ávila es capaz de regalar. El paisaje en colores áridos y verdosos, un clima agradable impregnado por el aire puro y el camino empinado son los atractivos que invitan a sus visitantes a desconectarse de la rutina y a practicar un poco de ejercicios.

Mientras para algunos Sabas Nieves es sinónimo de esparcimiento y ejercicio, para Héctor Nieves es recordatorio de compromiso laboral, gratitud y amabilidad, tres de las características de su tío Sabas, a quien se le hizo un homenaje en uno de los rincones del Guaraira Repano.

“Hago especial énfasis en Sabas porque su don de gente y excelente trato con cada uno de los visitantes o excursionistas que se le acercaban, lo hicieron destacarse. No se limitaba a responder preguntas también aconsejaba, orientaba, y hasta guiaba por aquellos senderos de la montaña que estaban dentro y fuera de su área”. Así cuenta quien se dedica al mismo oficio del homenajeado, ése que parece haberse heredado con el apellido Nieves.

Héctor, al igual que Sabas (el tío), Rafael Emilio (el papá) y Emilio (el abuelo), se desempeña como Guardaparques. El puesto Lomas del Viento está bajo su custodia desde el año 1994, cuando “tomó las riendas” del cargo que por un tiempo ocupó su padre.
La descripción de Héctor acerca de la labor de su tío, hace referencia a la importancia del trabajo de un guardaparque, las funciones parten desde la mera custodia del entorno natural y van hasta la misma protección de quienes incursionan en él.
“Él enseñaba cómo y dónde encender fogatas, explicaba el porqué de cerciorarse de apagar la última llama, porqué la obligación de no ensuciar las aguas, la importancia de conservar y preservar la naturaleza, de no depredar, ni molestar la fauna… Y todo esto lo hacía de una manera gentil y educada. Tenía gran apego a los animales, y era frecuente y todo un espectáculo verlo rodeado de guacharacas y querre-querres, que se posaban frente a su casa para comer”.
Sabas Nieves se inició en el año 1961 como Guardaparque, y en 1972 cuando fallece, sus amigos tuvieron la iniciativa de colocar una placa de madera con su nombre en este lugar del Ávila, el cual en la actualidad es muy frecuentado por los amantes de la montaña.


En esta extraordinaria foto de izquierda a derecha: Guilllermo Valero, el legendario Sabasnieves -guardián de su sector en El Avila-, y mi tio Andrés Roncayolo.
                                                                               Aporte de Malena Roncayolo

Conmemoración a los guardianes

Los Nieves una familia de 16 hermanos de los cuales algunos dedicaron cuerpo y alma al trabajo de guardaparques, ya sea por tradición o por voluntad, son un ejemplo de lucha y constancia en la dura faena de mantener los parques en óptimas condiciones.

El 13 de febrero de 1992, un grupo de más de 50 guardaparques reunidos en el Parque Nacional Henri Pittier, crearon el Día Nacional del Guardaparques, fecha que siempre ha sido propicia para rendir homenaje a estos servidores. La fecha fue escogida en conmemoración del 13 de febrero de 1937, cuando fue decretado el primer Parque Nacional, denominado Rancho Grande, actual Parque Nacional Henri Pittier, ubicado en el estado Aragua.
Los guardaparques son la autoridad constituida dentro de los espacios naturales, en las que hacen cumplir las leyes y reglamentos referentes a la conservación ambiental, realizan la función social de preservar y brindar seguridad a los visitantes en el parque o en el área protegida.
Fuente: Edilia de Borges, Delegada Región Capital Fundación La Tortuga
Texto: Mariana Aguilarte Trías








lunes, 25 de julio de 2011

Caracas 2030. Deseo de ciudad

Aniversario 444 de Santiago de León de Caracas


De Caracas me gusta todo, las lluvias, las sequías, la expresión de los conflictos; aquí lo malo es transitorio frente al imperio de la belleza, la topografía, el clima, los vínculos con el mar, la proporción del valle, las plantas, el ambiente tropical-caribeño de selva húmeda; eso determina que ésta sea una de las ciudades más bellas del planeta
WILIAM NIÑO ARAQUE


Las ciudades corresponden a una narrativa inconclusa; a una novela abierta a múltiples capítulos a través de los cuales se describen las más inesperadas odiseas. Las ciudades también pueden compararse con los estilos literarios; algunas se acercan a la épica caballeresca, otras a la abstracción lírica o al realismo mágico, y muchas de ellas han sido escritas en un estilo opaco y brutal. Desde esta perspectiva, Caracas podría definirse como una paradójica contraposición entre la tragedia y la escena virgiliana; su particularidad narra la insistencia de un espacio que no se reconoce a sí mismo en su potencia descomunal. El hilo de su construcción y desventura reside en el olvido inmemorial.
Tal vez esta inconsistencia inexplicable se cifra en el desconocimiento del territorio, de cara a un nuevo tiempo por construir. Inesperadamente y sin conciencia Caracas descifra un nuevo texto en el que todo se hace ciudad; y es que desde Carayaca hasta Guarenas y Guatire; desde Los Altos Mirandinos y la Panamericana, hasta el frente marítimo del litoral, todo es ¡Caracas! Hoy la extensión de su superficie inevitablemente cambió los límites inscritos en el área metropolitana, establecidos desde 1951, los cuales refrendaban como urbano el eje contenido entre Catia y Petare. Ahora, todo es ciudad y, sin embargo, con más de medio siglo de retraso, seguimos viviendo a expensas de esa herencia chucuta, marcada con un complejo extremo de "enanización".

Una pequeñez dimensional que exhibe a su vez, los complejos que abaten la "capitalidad".

Tal vez, este complejo ahora engorroso y vergonzante referido a la centralización de la "capitalidad" ha impedido la visualización y el dominio de sus posibilidades de extensión hacia la luz de una ciudad abierta, anhelante y competitiva en una escala internacional: Bogotá, Cartagena de Indias, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Lima, Miami, Buenos Aires, São Paulo o Rio de Janeiro, establecen el patrón de un principio de autoridad; un paradigma de bienestar y competencia al que Caracas, tristemente, no logra ingresar. La novísima y esperanzada ciudad de los años cincuenta, colosal y heroica en su proyecto de modernidad, se ha desplazado desde uno de los principales lugares urbes del continente, a lo que hoy la define como casi la última en el ranking de las grandes ciudades de la región.

El desafío que orienta una reubicación en el sistema de ciudades continental, insistimos, está en el reconocimiento de su voluntad histórica, que la condujo desde el siglo XVIII a la narrativa de un capítulo fundacional y de alcance histórico libertario.

Hoy, ¡todo es ciudad!, hoy, hasta la montaña gigantesca y monumental, decretada Patrimonio Nacional desde 1958, ha pasado a instaurar la "pieza fundacional" de la dinámica caraqueña del siglo XXI.

Habría que definir las acciones y argumentos que contextualizan este nuevo capítulo, referido al señorío y la capitalidad: el sentido de su verdadera territorialidad; la dimensión de su extensión a la luz, no ya, de sus cuatro millones de habitantes, sino a partir de las exigencias de los seis millones de caraqueños que inexorablemente la habitarán en 2030.

Habrá que cuestionar y plantear las expansión irreversible de Caracas hacia los ámbitos y paisajes de Barlovento; habrá que negociar su natural derecho sobre la arcadia marítima extendida a lo largo de una franja de 40 kilómetros, de caraqueñidad salitre: Catia La Mar, La Guaira, Macuto, Naiguatá, Anare, Los Caracas, ¡todo es ciudad!, a lo largo de toda esta franja resuena una toponimia caraqueña. A esta negociación entre gobernabilidad y territorios del paisaje de mar, se suman dos paisajes particularísimos y vitales: los ámbitos de las autopistas y los cerros cubiertos de ranchos que cimientan una "babelita" descomunal.

La hipótesis que fundamenta el mapa de la ciudad ideal de 2030 define a Caracas como un aro perimetral de funcionamiento que envuelve la montaña. Este paisaje se extiende desde Catia hasta Petare y desde allí, hasta GuarenasGuatire: hacia el norte el frente marítimo se despliega desde el Puerto de La Guaira y el aeropuerto de Maiquetía, hasta el extremo de Los Caracas; una "carretera del placer" vincularía a Guarenas con la Ciudad Vacacional de Los Caracas; una autopista del trabajo relaciona Catia con Maiquetía; y en el centro vibra el jardín más gigantesco del mundo: El Ávila o Waraira Repano, la hermosa selva húmeda tropical.

Tal vez las acciones indispensables que transformarían esta bizarra novela que describe hoy a Caracas como el territorio parcializado de los conflictos, y que la trasladaría a una épica más allá de la modernidad, están en la definición de un guión urbano escrito a lo largo de 12 capítulos: la intervención del Puerto de La Guaira y el aeropuerto de Maiquetía, que potenciaría la recuperación del frente marítimo; esta acción exige la prolongación de la Cota Mil desde la avenida Baralt hasta Catia y la Autopista Caracas-La Guaira. A esta reconstrucción del tejido vial se sumaría la inmediata rehabilitación física de los barrios de Gramoven, Catia, Petare, La Vega, ValleCoche y Las Minas de Baruta.

Lo que aspiramos de quienes rigen el destino y futuro de nuestra ciudad es un crecimiento que la política no interrumpa: una composición, un descubrimiento festivo de la geografía urbana, un diseño total y no el "no-diseño" que ha acribillado a la ciudad durante los últimos cuarenta años

Este planteamiento se fortalece con la necesaria atención al Portal de Llegada Sur, desde la estación de trenes provenientes de Valencia-Charallave y el Mercado Periférico de La Rinconada, hasta el punto central de llegada a la nueva ciudad que lo constituiría la plaza en ciernes de la Zona Rental. Como un lineamiento indispensable de este capítulo, se visualiza la construcción de la Circunvalación del Sur como vía alterna entre Hoyo de La Puerta y Petare, despejando así la autopista central. Es necesario insistir en la expansión continua del Metro de Caracas y el sistema de túneles Prados del Este-Valle-Coche, Santa Fe-Valle-Coche; así como en la proyección de los ejes peatonales de espacios públicos entre Catia y Petare, en sentido este-oeste, y los ejes de La Rinconada-El Ávila, y La Trinidad, el Country, y El Ávila, en sentido sur-norte. Es igualmente necesario incorporar como parque urbano, los campos de golf del Country y Valle Arriba, así como La Carlota y el Fuerte Tiuna. Se hace imprescindible concluir el Parque Vargas y La Plaza de La Hoyada, como centro de este sistema de peatonalidad, el cual fortalecería el funcionamiento de todo el casco central. De todo este sistema, el Ávila permanecería como el principal recurso de mercadeo y recreación. Dentro de esta hipótesis se prevé que para 2030 este Parque Metropolitano abastecería servicios y recursos de funcionamiento a una población flotante de 150.000 excursionistas durante las temporadas altas o durante los fines de semana, sólo en la búsqueda de esparcimiento.
Lo que aspiramos de quienes rigen el destino y futuro de nuestra ciudad es un crecimiento que la política no interrumpa: una composición, un descubrimiento festivo de la geografía urbana, un diseño total y no el "no-diseño" que ha acribillado a la ciudad durante los últimos cuarenta años. Los arquitectos quieren saber, participar, exponer, disentir. Proponer cómo develar sus calles memorables, cómo fortalecer las piezas de serie potencialmente interminables, cómo abrir sus magníficas terrazas públicas, cómo pactar sus ejes axiales y ciclópeos, cómo afianzar sus atmósferas que producen nostalgia, cómo describir desde Catia hasta Petare los jardines y los fragmentos dispersos que se anclan en sus ruinas. En fin, recuperar un Abad e iniciar una tradición de diálogo con Lorenzo El Magnífico. El golpe alto se asienta en un urbanismo entendido no desde el punto de vista tecnocrático de la zonificación, sino desde una realidad compleja, sutil y frecuentemente enterrada.

Los caraqueños debemos pensar con los ojos, dominar el espacio como el ojo divino de Horapollo que vigiló territorios y ciudades.
Gobernar el paisaje con la mirada neutra y objetiva de Gaffl eo que mide las montañas lunares

Los caraqueños debemos pensar con los ojos, dominar el espacio como el ojo divino de Horapollo que vigiló territorios y ciudades.
Gobernar el paisaje con la mirada neutra y objetiva de Gaffleo que mide las montañas lunares. Mirar el entorno enmarcando las vistas en secuencias del montaje de una exposición total. La nueva urbanidad, y la ciudad de comienzos de siglo exige, no sólo en lo que se refiere a torres y edificios, monumentos y avenidas, calles y plazas, parques y autopistas, faroles y avisos, vipoquines y pavimentación, de un gesto tan estimulante como el gesto civilizador que la vio nacer. Exige, sobre todo, en lo que se refiere a la memoria, acontecimientos, y a los sueños, la seguridad que da sembrar mil palmas reales a lo largo del cañón del valle.
Sólo así las descargas de todas las lluvias torrenciales, la embestida de todos los vientos descomunales, el agobio de todos los calores desconsiderados pasarán dejando serena e incólume a la ciudad.

A los que duden les propongo un recorrido por la ciudad posible: parta del parque El Calvario, sumérjase en los corredores de El Silencio o camine por la plaza O’Leary; continúe por la plaza Caracas, comuníquese con el Paseo Vargas hasta los Museos, continúe por el Parque Los Caobos a Plaza Venezuela y llegue hasta Chacaíto. Allí se abrirán hacia el sur y hacia el este muchos espacios posibles, entre sus muros y avenidas, entre sus calles y autopistas. En sus barrios y plazas se señalan una ética viable y una estética posible...
posible para identificar ese imprevisible ser humano que habitará el espacio del nuevo siglo y de la gran ciudad... Caracas.
2011 CA Editora El Nacional. Todos Los Derechos Reservados
Fuente: EL NACIONAL - Sábado 23 de Julio de 2011 Papel Literario/2
Papel Literario


viernes, 22 de julio de 2011

El Escudo de Armas de Caracas


Jorge L. Muñoz-Jordán


El Escudo de Armas de Caracas fue solicitado por el Ayuntamiento de Caracas y comisionado al Procurador General Don Simón de Bolívar (ascendiente del Libertador) para pedirlo al Rey Felipe II, quien acordara su emisión en 1591. En este emblema aparecen un león de perfil puesto en pie y sosteniendo una cruz centrada en una concha marina topada por una corona. Este escudo fue posteriormente alterado por el Rey Carlos II en 1766 para incluir una borla que lee “Santiago de León de Caracas” y “Avemaría Santísima Sin Pecado Concebida En El Primer Instante De Su Ser Natural”

Los símbolos que aparecen en el escudo de Caracas, con el que asociamos el nombre de Santiago de León de Caracas, tienen significados legendarios y a veces insospechados. Esta simbología es muy representativa del momento histórico en el que se situaba la corona de España cuando se fundó la ciudad en 1567. Los reyes católicos habían incorporado la antigua Orden de Santiago a la corona en 1493, a sólo un año del descubrimiento de América; decisión que había sido solidificada por orden papal en 1523. La Orden de Santiago, surgida desde el siglo XII en el antiguo Reino de León debe su nombre al patrón nacional de España, Santiago el Mayor, el apóstol Santiago, o San Jacobo, cuyos restos por creencia piadosa e indemostrable se encontrasen en lo que hoy es Galicia. La orden por muchos años tuvo por fin custodiar la ruta de peregrinación a los restos del santo que hoy conocemos como Camino de Santiago. El nombre Santiago de León de Caracas es por lo tanto muy significativo en su momento y el escudo que posteriormente se le confiriera expresa muy bien el sentir de esta denominación.

La Cruz de Santiago existía desde las Cruzadas y en su forma más simple era dibujada como una convergencia de tres cruces cuya asta central toma la forma de una espada. Esta cruz aparece en muchos emblemas medievales fuertemente asociada con la emblemática santiaguista tal vez porque este apóstol fuera decapitado con una espada y por el carácter militar de la Orden de Santiago. La Cruz de Santiago es mayormente conocida de la misma forma como se presenta en el escudo de Caracas, con las dos cruces laterales transformadas en flores de lis y la cruz superior en forma acorazonada. De ser dibujada en colores, la cruz siempre debe aparecer de gules (rojo intenso).

La Concha de Venera, o vieira, es un popular símbolo santiaguista que enmarca la cruz. También resulta ser un buen símbolo marino que define la conquista del Nuevo Mundo y aparece en muchos escudos de la casa real Católica-Habsburga, pues también simboliza al propio hogar o terruño. Al encerrar la Cruz de Santiago dentro de la vieira, se pretende simbolizar al Santo Mayor de España que lleva nuestra capital por nombre. La concha frecuentemente se representa con líneas que convergen en su parte superior, lo cual viene a simbolizar los múltiples caminos de peregrinación que convergen en Santiago de Compostela.

La corona puesta sobre el escudo evidentemente se relaciona con la Corona Española. Es una corona abierta, de 4 puntas o florones, tres de ellas a la vista y la cuarta partida en dos mitades una a cada lado; conocida como la Corona Real. Históricamente, esta sencilla corona en el escudo de Caracas es correcta ya que Felipe II, quien reinaba al ser fundada la ciudad, adoptó esta corona para sustituir a la imperial, cerrada y más ostentosa; y rigió dicha corona por varias descendencias.

El León en el escudo de Caracas tiene especial significancia. No sólo la ciudad fue nombrada Santiago de León por su fundador Diego de Losada (oriundo de Zamora, en las inmediaciones de la Provincia de León, donde fue educado); sino que los símbolos heráldicos de la Corona Española llevaban invariablemente el castillete y el león de pie, representando la cuna del Reino de Castilla y León. Este león de pie y de perfil luce sus cuatro patas y melena y está ligeramente inclinado hacia adelante y exponiendo su lengua de fuego. El símbolo fue utilizado en los escudos de Alfonso VI del reino de León desde el siglo 11, cuando esta ciudad aún no llevaba este nombre, ya que era denominada “Legionem” (Legión en latín) y más bien pareciera que la simbología llegó a prevalecer antes que el nombre del reino de León. El león púrpura (color imperial) permaneció como símbolo de escudería por siglos y fue adoptado por los Reyes Católicos al ser Castilla y León las primeras comarcas del reino. Aún hoy, la ciudad de León mantiene un sencillo escudo con el león púrpura y la Corona Real abierta, ambos símbolos idénticos a los del escudo de Caracas.

A pesar de que los símbolos contenidos en el escudo heráldico de Caracas pueden encontrarse en muchos otros escudos de la época, el diseño de este escudo es de gran originalidad. Normalmente los símbolos se encuentran dispuestos en diferentes secciones del escudo. Es evidente que el artista que llevó a cabo por primera vez el diseño del escudo de Caracas en San Lorenzo del Escorial, representó el nombre de la ciudad utilizando las imágenes heráldicas de mayor significado para crear un especial impacto visual; disponiendo además en forma explícita los símbolos a modo de composición: el león tomando la vieira con la Cruz de Santiago, Santiago de León. El escudo fue adoptado por toda la provincia y posteriormente por la Capitanía General de Venezuela y la Primera República de Venezuela. Nuestro país luego adquirió el escudo que conocemos actualmente, conservando nuestra capital el emblema heráldico de Santiago de León de Caracas como el escudo que obtuviera prácticamente desde su fundación.





Los Sauces del Guaire

Las márgenes o vegas del Guaire estaban pobladas de sauces. Largo tiempo el río de anchas márgenes se deslizaba entre estos esbeltos y graciosos árboles, vástagos de los sembrados por los fundadores. Una disposición de Carlos V (Leyes de Indias) mandaba plantar sauces y otros árboles, a fin de que la tierra estuviese bien abastecida de leña. Así los sauces vinieron a ser hasta no hace mucho, rasgo peculiar de las campiñas del Guaire. Recuérdense los que surgían a uno y otro lado del antiguo puente Dolores , cortados cuando se construyó el nuevo puente. El sauce era elemento indispensable en las celebraciones y alegrías públicas de Caracas. Con su follaje se formaban arcos y adornaban calles, plazas y balcones. En el paisaje de otros días vinieron a ser como los chaguaramos del Puente Hierro o de la Hacienda Ibarra o los cedros de Bello Monte. Una parte del día de Caracas debía dedicarse a plantar sauces en gran número, a orillas de Guaire.
Figuras y  Estampas de la Antigua Caracas
Enrique Bernardo Núñez. /1991




Google y las Nubes de Calder



Hoy google nos regala en su doodle  el movil de ilumina el rostro de todos aquellos que alguna vez han recorrido la alfombra del Aula Magna, con la satisfacción de haber cumplido una meta y una vez recibido el diploma llevar inevitablemente la  mirada  al cielo y contemplar las nubes que envuelven tan maravilloso recinto.  Hoy  hace 113 años nace Alexander Calder, creador de uno de nuestros mayores emblemas como Ucevistas.


Quié fue Alexander Calder

Alexander Calder nació en 1898, en Philadelphia. Su padre era escultor y su madre, pintora. En 1919, egresó del Stevens Institute of Technology con un grado en Ingeniería. Trabajó varios años en ese campo, hasta que finalmente, en 1923, decidió hacer una carrera en el mundo del arte. Se mudó a Nueva York e ingresó en la escuela de arte Art Students League, y comenzó a trabajar como ilustrador.


Carlos raúl Villanueva en compañia del maestro Alexander Calder
en Pampatar/ EStado Nueva Esparta 1952

En 1951 Calder recibe en su casa de Roxbury, Connecticut al arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva, y se inicia entre ellos una fructífera e íntima amistad. En 1952 gana el primer premio de la Bienal de Venecia, y en París se reencuentra con el arquitecto en el taller de Fernand Léger. Allí Villanueva le propone de una vez participar en el desarrollo del proyecto "Síntesis de las Artes Mayores" para la Ciudad Universitaria de Caracas, específicamente con la creación de un mobile para el foyer del Aula Magna. Calder adquiere conciencia de la trascendencia y el desafio que representa este sueño de Villanueva, por lo que con ironía y cierta incredulidad el artista le expresa al arquitecto que si lo logra llevar a cabo no será un hombre, sino un diablo. Luego de realizar el estudio de los vientos y por la curiosidad manifiesta de Calder por el interior del auditorio, ambos llegan al acuerdo de diseñar artísticamente los plafones necesarios para ayudar con la acústica del Aula Magna. En este proyecto Calder trabaja conjuntamente con la firma de ingenieros acústicos Bolt, Beranek & Newman de Cambridge, Massachusetts y a distancia con Villanueva. Por expresa invitación de Villanueva, Calder llega a Venezuela, en 1955, por primera y única vez para conocer el Aula Magna; tras permanecer un tiempo en el país, trabaja en los Talleres de la Escuela Técnica Industrial, donde imparte clases y realiza 61 obras, que servirán luego para montar su exposición en el Museo de Bellas Artes, bajo la curaduría de Villanueva y con Alejandro Otero y Miguel Arroyo como asistentes. Las obras Stabil de un Gran Perro y La Silla del Diablo fueron creadas entonces por Calder en homenaje a Villanueva y su coraje en la construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas. Al conocer personalmente los resultados de la instalación de los 22 plafones acústicos al ras del cielo del Aula Magna, llamadas por el propio artista Platillos Voladores (Flying Saucers), Calder se referirá, tiempo después, a Villanueva en las siguientes palabras: "Estoy sumamente impresionado por una actitud tan valiente en el empleo de nuevas formas y estilos en la arquitectura, particularmente en la Ciudad Universitaria. Imponer la idea de construir e instalar los Platillos Voladores en el Aula Magna debió exigir gran valentía. Lo que hice al proponerlos nada es comparado con tal coraje..." "Ninguno de mis móbiles ha hallado un ambiente más extraordinario... o más grandioso... Es este el mejor monumento a mi arte." Tres obras suyas más se añaden al patrimonio de la Universidad venezolana: el mobile Ráfaga de Nieve (1955) y dos stabiles-mobiles: Estalagmita y Móvil con Hoja Horizontal (1955), los tres localizados en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. En los años siguientes invierte parte de su tiempo en los gouaches, y sus trabajos protagonizan exposiciones y proyectos urbanísticos alrededor del mundo. En particular se destacan esculturas de grandes dimensiones como el stabile de 18 metros de altura y 14 de largo, Teodelapio, que en 1962 completa para la ciudad de Spoleto; el stabile The Man para la Expo de Montreal o el mobile con motor Red, Black and Blue, de 14 metros de ancho, que se instala en el Aeropuerto de Dallas, ambas en 1967. La Tate Gallery de Londres, el Guggenheim Museum de New York, el Musée National d´Art Moderne de París y la National Gallery of Art de Washington son algunos de los museos que le han dedicado retrospectivas. La ciudad de Chicago, además, fue sede del "Calder Festival" en 1974, dos años antes de su muerte, ocurrida en New York cuando se le dedicaba una exposición retrospectiva en el Whitney Museum. El talante lúdico que animó todo el desempeño artístico de Calder se manifiesta incluso en la libertad que caracteriza los movimientos de sus piezas, que se diferencian así de la generalidad de esculturas cinéticas que él mismo preconizó al crear con sus mobiles un género de objetos totalmente nuevo. Es esta inventiva la que refería Carlos Raúl Villanueva cuando afirmaba que Calder fue "uno de los personajes de nuestra época que más ha contribuido a transformar el concepto de la plástica contemporánea, a quien he podido conocer y tratar y que más me ha impresionado (…). No me es posible explicar la razón de este sentir, pero lo cierto es que su obra delicada, transparente y móvil, produce en mi siempre una gran emoción".

Alexander Calder con el Maestro Carlos Raúl Villanueva

Alexander Calder

lunes, 18 de julio de 2011

Notas e imagenes de la Av Urdaneta de Caracas

Algunas notas ageregadas y otras que he investigado serán parte de este blog, el cual poco a poco espero ir desarrollando.
Aquí algo sobre la Avenida Urdaneta

De Norte a Sur


" Otro intento por variar la toponimia surgió en 1876, cuando el cronista Arístides Rojas y Cesáreo Rojas propusieron un plan para hacer una nomenclatura oficial que acabara con la mala costumbre, decían ellos, provinciana, de llamar a una calle “de La Pelota a La Marrón”.

La recomendación fue aprobada y ese año firmaron un contrato con la Gobernación de Caracas, en el que se les autorizó a dividir la ciudad de entonces en forma de cruz, siendo el eje la torre de la catedral de Caracas. Fue así como se identificaron las calles aledañas a la plaza Bolívar de acuerdo con la posición en la que se encontraban con respecto a los puntos cardinales que establecía el monumento: avenida Norte 2, avenida Este 7, Oeste 11. De esa iniciativa, hoy sobreviven algunos nombres, pero las Sur son las más conocidas. “Esa fue la primera vez que se les llamó avenidas”, apunta el cronista de Caracas, Guillermo Durand.
A partir de la transformación de la capital en la década de los cincuenta, las avenidas empezaron a tomar cuerpo. “En el casco de la ciudad se realizaron innumerables ensanches de calzadas y aceras por retiros de inmuebles, y la mayoría de sus calles fueron cubiertas con capas de asfalto. Millares de inmuebles fueron adquiridos y demolidos total o parcialmente durante el período comprendido entre el año 1951 y 1957”, escribió Guillermo Pacanins en el libro Siete años en la Gobernación del Distrito Federal.

Ya en los años sesenta, los nombres de personajes del siglo XIX comenzaron a incorporarse a la ciudad y a sustituir, en la mayoría de los casos, la fría nomenclatura de los puntos cardinales. A la Norte-Sur se le dio el nombre de Rafael María Baralt, en 1961, en honor al escritor e historiador zuliano (1810-1860). A la Este-Oeste 4, el de Universidad (1959), porque allí quedaba la sede de la Universidad Central de Venezuela en lo que hoy se conoce como el Palacio de las Academias. La Este-Oeste 1 pasó a denominarse Urdaneta en 1953, por el zuliano prócer de la independencia (1788-1845).









Los Cañoneros

Será ingratitud no dedicarle una página al recuerdo de Josè Isabel, que tanto hizo en la Caracas de pricipio del Siglo pasado por alegrar la vida a sus habitantes.

¿ Quién fue José Isabel? se preguntará la juventud de hoy, y no solo la juventud, sino muchas personas mayores que en esa época no habían nacido. ¿ Qué significó en la sociedad caraqueña? ¿ por què ese recuerdo?
 José Isabel fue un músico callejero que tenía una pequeña murga compuesta por un cuatro, un bajo, un clarinete y un violín. Todas las tardes se iban a la estación del Ferrocarril en Caño Amarillo para enterearse de qué familias habían llegado o personaje de importancia. En aquella Caracas pequeña era muy simple averiguar la dirección y allá se iban, y en el zaguán de la carra irrumpía la pequeña orquesta. Era un recibimiento musical, alegre, festivo, para dar la bienvenida a los viajeros.
Se agrupaban los chicos del vecindario a la puerta de la casa. Si la familia no estaba de luto o guardando consideraciones, se les permitía tocar y se les obsequiaba con cuatro reales o más, de acuerdo a la posición financiera de los homenajeadosm y en muchas ocasiones se les daba además un palito de ron, de brandy o creveza. Muchas veces, se les hacía pasar y allí se daba comienzo a una pequeña fiesta a la que se agregaban los vecinos más cercanos.
José Isabel alegró a los caraqueños. Sus músicos dieron mucho de aquel sentimiento de convivencia y amor que existió en el pueblo grande. Las calles que corrieron cada tarde aquellos hombres  ya no existen, pero ellos permanecen permanecen vivos en el recuerdo de los abuelos que tuvieron el privilegio de conocerlos y oírlos tocar, y ahora, en  éstas líneas, quedará por mucho tiempo como uno de los momentos más románticos de la ciudad que se nos fue.

Caracas la Ciudad que se nos fue
Alfredo Cortina/ 1975
Editado por el Nacional 2004. 

Imagen Grupo musical caraqueño



viernes, 15 de julio de 2011

Versos sobre la Ceiba de San Francisco

Fragmento de
¡A la Sombra de la Ceiba”

de Julio Garmendia

La vida apenas es un breve momento,
y yo, con ser Ceiba, soy perecedera.
Hago testamento:
el día que muera
¡ le dejo a la tierra toda mi madera
y todas mis flores






Versos tremendistas de
Miguel Otero Silva
1942

Reposo en la Ceiba de San Francisco
Bien sé que todavía no te has muerto,
pero ya la agonía de tus ramas
la anuncia un arbolista tan experto
como el doctor Oramas,
y opina que tus bases de cemento
la causa son de tu fallecimiento.


Mas yo impugno el botánico argumento
que dan esos fonólogos ladinos:
lo que te mana a ti no es cemento,
lo que te mata a ti son los vecinos.

……

Casi un siglo vivir junto al Congreso
oyendo tantas vainas sin moverte,
no hay piedra ni árbol que resista eso:
más noble es el regazo de la muerte.
……
Por eso yo rechazo el argumento
que dan los arbolistas bizantinos:
lo que te mata a ti no es el cemento,
lo que te mata a ti son los vecinos

La Ceiba de San Francisco




La Ceiba de San Francisco, el más popular de los árboles caraqueños, llama la atención, además de su antigüedad, la capacidad que posee para resistir las inclemencias del verano. Nada más grato para un caraqueño de aquellos tiempos que cobijarse en los días calurosos bajo la frondosidad de la Ceiba que extendía su sombra varios y largos metros alrededor de su tronco.

A una cuadra, en la esquina de La Bolsa, hay otra Ceiba, pero la que goza de la imponencia vegetal y de la rica tradición es la que está en San Francisco, hoy por cierto con sus brazos tristes. Ha sido podada, me dicen los que conocen de esas cosas, para que sus ramas crezcan de nuevo; pero no puedo sacarme de la cabeza ese aspecto de árbol mútilo, crucificado, cruzado de inolvidable recuerdos. A escasos metros de la Ceiba está el hermoso edificio de la vieja Universidad Central, el cual fue antes la sede de un convento, hoy convertido en el Palacio de las Academias, lleno de silencio y paz.

Fuente:
Caracas del recuerdo a la Nostalgia
Juan J Verde

jueves, 7 de julio de 2011

Las Montañas Rusas del Puente de Hierro



Las Montañas Rusas
En el Cojo Ilustrado del 15 de noviembre de 1893
encontramos esta nota

" Los señores Olombrada y Espelta han tenido la buena idea de montar en la avenida del Puente de Hierro una admirable copia de las célebres Montañas Rusas del bulevar de los Capuchinos en París.Los grabados que publicamos y copian perfectamente los momentos de salida y llegada del cochecito que conduce á los pasajeros que gozan el  agri-dulce placer de experimentar los vértigos que producen siempre el descenso á las simas ó la rápida aproximación á ellas.
La concurrencia que asiste á esa diversión, desde que se inauguró, es numerosa, lo que implica un triunfo para los empresarios; y debemos en justicia recomendar la solidez de construcción y la perfecta seguridad para los viandantes que concurren á la fiesta.
Deseamos larga vida á la empresa que ha proporcionado al público caraqueño un nuevo rato de solaz."
Pág 414.

miércoles, 6 de julio de 2011

Willy Rizzo, Caracas. Junio de 1953. Gráfica para la revista LIFE en español



No me pregunten como llegué a este artículo, la verdad es maravilloso y lo comparto con ustedes

"La foto forma parte de un reportaje gráfico de la edición de LIFE del 8 de junio de 1953 (ver foto superior), dedicado a cubrir la gira de Christian Dior por Suramérica y las Antillas. Lo acompañaba una troupe de modelos y un colaborador habitual de la revista, el fotógrafo Willy Rizzo. El reportaje se titula "Life va a una fiesta de modas en Caracas". Las protagonistas centrales son, por supuesto, las manequins europeas impecablemente vestidas, pero algunas señales de la ciudad y del régimen que se vivía se dejan colar entre las damas.
Las modelos posan para las cámaras en relajada actitud de turistas que toman un breve descanso en medio de su tour. El lugar elegido como escenario es tan significativo como la presencia de las bellas portadoras de los vestidos del couturier francés. Se trata de la Plaza O'Leary en primer plano y como telón de fondo los edificios residenciales de El Silencio, el primer gran desarrollo urbanístico del siglo XX venezolano que comenzó a cambiar de manera definitiva el rostro de la ciudad moldeada por la inspiración europea de Guzmán Blanco. Dior, Rizzo y Carlos Raúl Villanueva quedan unidos en una misma imagen. Los primeros se merecen al segundo. A la avasallante modernidad que viene de París quebrantando una vieja tradición de exclusividad, se le ofrece como territorio anfitrión la para entonces máxima expresión de la no menos moderna obra urbanística capitalina. Por un instante olvidamos la cruda dictadura que envuelve el entorno.

"Paris- sostiene el reportaje- ha sido el orgulloso huésped de las mujeres ricas y elegantes que acuden desde todos los rincones del mundo para comprar allí sus trajes y joyas. El mes pasado, sin embargo, dos de las casas más distinguidas de París, Dior y Cartier, dieron un paso para romper la tradición al abrir un salón en Caracas, la rica ciudad petrolera". La boutique en cuestión estaba ubicada en la Av. Francisco de Miranda.

En octubre de 1953, Christian Dior regresó a Venezuela. Ésta vez para presentar una colección en el Hotel Tamanaco. En esa década, toda caraqueña que se considerara elegante lucía la silueta propuesta por el maestro y, lógicamente, su arribo al país causó gran revuelo en la élite nacional. "Los fotógrafos lo asedian, es casi imposible llegar hasta él", reseñaban los periódicos de la época, que lo describían como "un hombre cordial y de buenas maneras". En el cóctel ofrecido a la prensa declararía: "Yo no soy un modisto que fabrica modelos en serie. Cada vestido es un modelo adaptado a cada tipo de mujer. Para crearlos me inspiro en el arte (que es inmutable), acercándolo a los tiempos modernos... En cuanto a la falda corta, sentará divinamente a la mujer venezolana, sumamente atractiva y que suele tener unas piernas maravillosas y bien moldeadas... Pienso dejar una estela de mi paso y mis observaciones, sin la pretensión de que todas las señoras lleven el traje Caracas como un uniforme". Constituía una costumbre de Dior que todos los trajes de alta costura concebidos por él tuvieran un titulo. Como homenaje a nuestro país, bautizo a un vestido Caracas y al otro, Venezuela. El par de diseños quedaron para la posteridad en el Departamento de Historia de Christian Dior, Paris.
Auspiciado por la Embajada de Francia y a beneficio de la Cruz Roja de Venezuela, realizó un desfile donde participaron las modelos francesas que lo acompañaban. Después viajarían a Maracaibo para una presentación en el Hotel del Lago. Es en esa oportunidad cuando Dior sometería a la opinión pública la discutida línea H: falda alta, chaqueta acolchada a la altura de la cadera, bien combinada con blusas de tela pesada.
En una entrevista a Margot Boulton de Bottome, publicada en Venezuela Económica en 1954, comentaría: “Dior no ha venido sólo a abrir tiendas, sino que se ha interesado en los textiles venezolanos. Y esto es lo más importante para el país; ha realizado una presentación de trajes con materiales venezolanos, con telas producidas en todas las regiones, Esto es una muestra de lo que puede hacer un gran maestro con nuestros tejidos (…)”. "

Fuente: http://genealogiadelestilo.blogspot.com/2011/05/un-encuentro-con-dior-en-caracas.html?zx=4f0beabd31716120

lunes, 4 de julio de 2011

Un ejercicio impostergable: pensar la urbe del futuro, por William Niño Araque

Las ciudades corresponden a una narrativa inconclusa; una novela abierta a múltiples capítulos a través de los cuales se describen las más inesperadas odiseas. Las ciudades también pueden comparase con los estilos literarios; algunas se acercan a la épica caballeresca, otras a la abstracción lírica, a la par de muchas escritas en un estilo opaco y brutal. Desde esta perspectiva, Caracas podría definirse como una paradójica contraposición entre la tragedia y la escena virgiliana; su particularidad narra la insistencia de un espacio que no se reconoce a si mismo en su potencia descomunal. El hilo de su construcción y desventura reside en el olvido inmemorial.

Tal vez esta inconsistencia inexplicable se cifra en el desconocimiento del territorio, de cara a un nuevo tiempo por construir. Inesperadamente y sin conciencia Caracas descifra un nuevo texto en el que todo se hace ciudad; y es que desde Carayaca hasta Guarenas Guatire, desde Los Altos Mirandinos y la Panamericana, hasta el frente marítimo del litoral, todo es ¡Caracas!. Hoy la extensión de su superficie, inevitablemente trasladó los límites inscritos en el área Metropolitana, establecidos desde 1951, en la cual se refrendaba como urbano el eje contenido entre Catia y Petare. Ahora, todo es ciudad, y con más de medio siglo de retraso, vivimos a expensas de esa herencia chucuta, marcada con un complejo extremo de “enanización”. Una pequeñez dimensional que exhibe a su vez, los complejos que abaten la Capitalidad.

Tal vez, este complejo, ahora engorroso y vergonzante referido a la “capitalidad” ha impedido la visualización y el dominio de sus extensiones a la luz de una ciudad abierta, anhelante y competitiva desde su escala internacional: Bogotá, Cartagena de Indias, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Lima, Miami, Buenos Aires, Sao Paulo o Río de Janeiro, establecen el patrón de un principio de autoridad; un paradigma de bienestar y competencia al que Caracas, tristemente, no logra ingresar. Y es que la novísima y esperanzada ciudad de los años cincuenta, colosal y heroica en su proyecto de modernidad, se ha desplazado desde uno de los principales lugares urbes del continente, a lo que hoy la define como casi la última en el ranking de las grandes ciudades de la región.

El desafío que orienta una reubicación en el sistema de ciudades continental, insistimos, está en el reconocimiento de su voluntad histórica, que la condujo desde el siglo XVIII a la narrativa de un capítulo fundacional y de alcance histórico libertario. Hoy, ¡todo es ciudad¡ hoy, hasta la montaña gigantesca y monumental, decretada Patrimonio Nacional desde 1958 ha pasado a instaurar la “pieza fundacional” de la dinámica caraqueña del siglo XXI.

Habría que definir las acciones y argumentos que contextualizan este nuevo capitulo, referido al señorío y la capitalidad: El sentido de su verdadera territorialidad; la dimensión de su extensión a la luz, no ya, de cuatro millones de habitantes, sino a partir de las exigencias de los seis millones de caraqueños inexorablemente la habitarán en el 2030. Habrá que cuestionar y plantear las expansión irreversible de Caracas hacia los ámbitos y paisajes de Barlovento; habrá que negociar su natural derecho sobre la arcadia marítima extendida a lo largo de una franja de 40 kilómetros, de caraqueñidad salitre; Catia La mar, La Guaira, Macuto, Naiquatá, Anare, Los Caracas, ¡todo es ciudad!, a lo largo de todo ello resuena una toponimia caraqueña.
A esta negociación entre gobernabilidad y territorios del paisaje de mar, se suman dos paisajes particularísimos y vitales: Los ámbitos de las autopistas y los cerros cubiertos de ranchos que cimientan una babelita descomunal.

La hipótesis que fundamenta el mapa de la Ciudad Ideal del 2030 define a Caracas como un aro perimetral de funcionamiento que envuelve la montaña; este paisaje se extiende desde Catia hasta Petare y desde allí, hasta Guarenas-Guatire: Hacia el norte el frente marítimo se despliega desde el Puerto de La Guaira y el aeropuerto de Maiquetía, hasta el extremo de Los Caracas; una “carretera del placer” vincularía a Guarenas con la Ciudad Vacacional Los Caracas; una Autopista del trabajo relaciona Catia con Maiquetía; en el centro vibra el jardín más gigantesco del mundo: el Ávila, la selva húmeda tropical.

Tal vez las acciones indispensables que transformarían esta bizarra novela que describe hoy a Caracas, como el territorio parcializado de los conflictos y que la trasladaría a una épica más allá de la modernidad, está en la definición de un guión urbano escrito a lo largo de 12 capítulos: la intervención del Puerto de La Guaira y el aeropuerto de Maiquetía, potencia la recuperación del frente marítimo; esta acción exige la prolongación de la Cota Mil desde la avenida Baraldt hasta Catia y la Autopista Caracas La Guaira. A esta reconstrucción del tejido vial se suma la inmediata rehabilitación física de los barrios de Gramoven, Catia, Petare, La Vega, Valle-Coche, y Las Minas de Baruta. Este planteamiento se fortalece en la necesaria atención al Portal de Llegada Sur, desde la estación de trenes provenientes de Valencia-Charallave y el mercado Periférico de La Rinconada, marcando como punto central de llegada a la nueva ciudad conmemorativa la Plaza en ciernes de la Zona Rental. Como un lineamiento indispensable de este capítulo, se visualiza la construcción de la Circunvalación del Sur, como la vía alterna entre Hoyo de la Puerta y Petare, despejando así la autopista central. Es necesario insistir en la culminación Metro de Caracas y el sistema de túneles Prados del Este- Valle-Coche, Santa Fe-Valle-Coche. Los ejes peatonales de espacio público entre Catia y Petare, en sentido este-oeste, y los ejes de La Rinconada-el Ávila, y la Trinidad, el Country, el Ávila en sentido Sur-Norte; es necesario incorporar como Parque urbano, los campos de Golf del Country, Valle Arriba, La Carlota y el Fuerte Tiuna. Se hace imprescindible concluir el Parque Vargas y La Plaza de La Hoyada, como centro de este sistema de peatonalidad, el cual fortalecería el funcionamiento del todo Casco Central. De todo este sistema el Ávila permanece como el recurso del mercadeo y recreación. Su hipótesis prevé que para el 2030 este parque Metropolitano abastecerá servicios y recursos de funcionamiento a una población flotante de 150.000 excursionistas durante las temporadas altas o durante los fines de semana, solo en la búsqueda del placer.
Este texto fue publicado originalmente en Lector Urbano en Octubre de 2008 y fue publicada en Prodavinci en enero de 2009 gracias a la Fundación para la Cultura Urbana.



La Caracas de un optimista sin remedio: William Niño Araque

El 25 de julio de 1993, William Niño Araque publicó un artículo en El diario de Caracas en el cual proponía cien ideas para convertir a Caracas en una urbe cosmopolita. En esa nota, posteriormente incluida en un imprescindible compendio literario y emotivo del sociólogo Tulio Hernández llamado Caracas en veinte afectos, Niño desarrolló varias ideas que lo singularizaron entre sus colegas.

Su muerte, ocurrida el pasado 18 de diciembre, puso de relieve el hecho de que había alguien pensando en la humanización de la ciudad en medio del caos que supone vivirla y del evidente deterioro de su infraestructura, profundizado aún más por las recientes lluvias de noviembre y diciembre.

Quien lo escuchaba en sus tertulias radiales con Marianela Salazar, Federico Vegas o María Isabel Peña asistía a una ceremonia única: la de un hombre que escarbaba entre el caos y el absurdo para postular a Caracas como el mejor sitio para vivir. La de Niño era una disertación culta que rescataba el enorme potencial de una ciudad que creció a la vera de una montaña, pero que en su desordenado y caótico crecimiento hoy incluye un vasto frente marítimo, -el de La Guaira- las colinas de los altos mirandinos y las desangeladas Guarenas y Guatire. Así pensaba él. Y hablaba con tal pasión de los desaprovechados potenciales de la capital, que el oyente sólo podía entusiasmarse con el futuro que se proyectaba en sus palabras. Una frase de Tomás Eloy Martínez define muy bien la relación que Niño tenía con la ciudad: “Caracas es como es, desordenada y absurda, pero si fuera de otro modo los caraqueños no podrían amarla tanto”.
En aquel artículo, Niño enumeró cien propuestas. Algunas de ellas no podrían ser concretadas debido a esa pulsión tan venezolana de demoler la memoria arquitectónica. Otras podrían cumplirse sin comprometer el presupuesto del Estado. “Sus ideas requerían más de planes políticos”, afirma María Isabel Peña, directora del Instituto de Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela.Entre esas propuestas estaban: abrir la puerta de Caracas a La Guaira, definir la ley de protección a la autopista como un preludio paisajístico; ordenar los edificios-puerta que puntualizan el acceso de Catia a la ciudad; incluir en la normativa una estrategia arquitectónica que rija el crecimiento de la ciudad y que permita la inclusión de tipologías: edificio-corredor, edificio-esquina, edificio-puente, edificio-patio; eliminar la fea escultura de Bolívar que remata al Parque Vargas; respaldar una campaña pública para tumbar el terminal de La Bandera y asumir la Autopista del Este con su potencial paisajístico como símbolo de la ciudad.

Otras ideas: utilizar la experiencia de El Silencio como el aporte más significativo de la condición caraqueña -el bloque horizontal y la manzana cerrada alrededor de un patio- que puede reproducirse en otros sectores de la ciudad (San Agustín del Norte, la avenida Casanova, Bello Monte, La California o la Pastora); construir un edificio-torre o bastión con un pórtico de tres alturas a la entrada de la avenida Casanova cruce con Las Acacias y otro en Las Mercedes, donde está el CVA o el cierre temporal del Parque del Este para recuperar sus espacios y demoler la construcción del museo de Miranda.

Niño estaba triste porque veía el deterioro galopante de la ciudad, pero en esos momentos emergía el optimista que era: se maravillaba con su luz, la Universidad Central o la remodelación de El Calvario, con la que estaba satisfecho. “Él decía que Caracas era un caballo de buen porte pero desnutrido”, recuerda Peña. Las ideas de Niño pretendían recuperar el peso perdido de la ciudad.

*****Artículo originalmente publicado en El Mundo Economía y Negocios y que reproducimos en la memoria de William Niño Araque.

William Niño Araque. Foto: Vasco Szinetar

Día del Arquitecto

Revisé un interesante artículo del Arq. Heriberto González Méndez, publicadao en la revista CAV, sobre los orígenes de la creación del Colegio de Arquitectos de Venezuela.

Allá por el año 1940, se reunían en algunas de las fuentes de soda de Caracas, los hombres de negocio, las damas de la sociedad y en general el público sin prisa que transitaba las angostas calles de la plácida ciudad de los techos rojos. Entre los asiduos concurrentes a las tertulias vespertinas de aquellas cafeterías con sus viejos mostradores, que tras las puertecitas de tela metálica almacenaban las pastas y los dulces criollos y uno que otro quesillo, protegidos de las moscas impertinentes por un ventilador con multicolores tiritas de papel, se encontraban cuatro o cinco hombres jóvenes, profesionales de la arquitectura. Sus nombres: Carlos Raúl Villanueva, Rafael Bergamín, Heriberto González Méndez, Roberto Henríquez...
Solían reunirse estos amigos informalmente, con el fin de intercambiar ideas sobre la reglamentación del ejercicio de la profesión en Venezuela.
Ocasionalmente consideraban las posibilidades de fundar una asociación, con el objeto de agrupar a los arquitectos y a tal fin convocaron a varios colegas a una reunión. En esta reunión que vino a cristalizar en el año 1945, un núcleo de profesionales, exactamente siete, suscribieron un acta que dice textualmente: "En Caracas, a los cuatro días del mes de julio de mil novecientos cuarenta y cinco, reunidos en el edificio del Colegio de Ingenieros de Venezuela, los abajo firmantes fundamos la Sociedad Venezolana de Arquitectos, cuyos fines serán: dar impulso al estudio y desarrollo de la Arquitectura, cultivar la ética profesional, establecer vínculos de unión entre sus miembros y propender a la defensa del mejoramiento de la profesión". Este documento fue firmado por los ya mencionados arquitectos junto con los doctores Luis Eduardo Chataing, Cipriano Domínguez y Enrique García Maldonado.

Una vez fundada la Sociedad Venezolana de Arquitectos, SVA, los inquietos representantes de la arquitectura seguían frecuentándose, ya no para la tertulia del café y el simple cruce de ideas, sino en forma regular y con el firme propósito de llevar a cabo los postulados del Acta de Fundación de la SVA. Una de las tareas fundamentales era la aplicación del grupo para el mejor desarrollo de las actividades.
Entusiasmados, acudieron a la recién fundada sociedad nuevos miembros, entre los que podemos citar a Gustavo Guinand, Pardo Soublette, Mujica Millán, Seijas Cook y Gustavo Wallis.
El segundo paso decisivo fue la constitución legal de la sociedad, acto que se realizó el 15 de abril de 1946. El documento quedó debidamente registrado por ante la Oficina de Registro Público y con ello la Sociedad adquirió personalidad jurídica. Así comienzan las actividades de los arquitectos venezolanos, ya legalmente agrupados en un organismo impulsado por la mística profesional como norte de sus acciones. Ese memorable día, 15 de abril de 1.946, se procedió al nombramiento de la primera junta directiva 1946-47. la cual quedó constituida así: Presidente: Carlos Raúl Villanueva, Vicepresidente: Luis Eduardo Chataing, Secretario: Heriberto González Méndez, no nombramos vocales ni suplentes porque no hubiéramos quedado sin miembros...
A partir de esa fecha, la SVA, comienza a desplegar una intensa labor, tendente a cumplir cabalmente con los propósitos enumerados en su Acta Constitutiva y dispuesta a colaborar al engrandecimiento del país. Una vez establecidos los contactos necesarios, la SVA, procedió a ofrecer sus servicios a las autoridades municipales y nacionales en todo lo relacionado con orientación profesional y soluciones a los problemas que afectaban en una u otra forma la vida ciudadana. Ardua tarea en su comienzo, como es natural suponerlo, no logra sin embargo, desanimar a los integrantes de la naciente asociación.
Entre los primeros éxitos alcanzados podríamos citar la creación de la Escuela de Arquitectura, dependiente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela. El funcionamiento de la Escuela era, al principio, bastante irregular, en el sentido de que había que compaginar el pensum de la carrera con los establecidos en Ingeniería, de tal suerte que los estudiantes pasaban unos años en Arquitectura y otros en Ingeniería. No obstante estas dificultades iniciales, las promociones que egresaban de la UCV, contaban con muchos profesionales que dentro de breve tiempo se iban a convertir en destacados intérprete de las más modernas y audaces corrientes artísticas dentro de los diferentes aspectos del arte arquitectónico universal.
En 1946 los arquitectos venezolanos logran participación en el Congreso Panamericano de Arquitectura, realizado en Lima y a partir de esa fecha han seguido actuando en dichos congresos.

Siempre por iniciativa de la SVA se consigue, por intervención directa ante el Presidente, don Rómulo Gallegos cuya humana compresión de los problemas nacionales facilito en alto grado la realización del proyecto, la creación de la Dirección Nacional de Planificación con carácter autónomo.

Los frutos de dicha empresa son bastante conocidos por profesionales y público en general.

En 1945 es elegida la ciudad de Caracas como sede para el 9º Congreso Panamericano de Arquitectura.
En las deliberaciones se incluye la intervención de la Sociedad Venezolana de Arquitectos a la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos FPAA, de la cual fueron designados delegado principal, Gustavo Wallis y delegado suplente Cipriano Domínguez.
Actualmente la Sociedad tiene 170 arquitectos miembros de número, 3 arquitectos miembros honorarios y 51 arquitectos afiliados. Esperemos pues que la SVA, siga recorriendo exitosamente el camino emprendido un día de abril del año 1946, ya lejano en el tiempo pero muy fresco de la memoria de sus fundadores.

Fuente:http://e-construir.com/noticias/archivo/nota1286850564.html
Autor: Heriberto González Méndez