miércoles, 22 de diciembre de 2010

AGUINALDOS Y PARRANDAS


Alejo Carpentier

Venezuela es el País que puede mostrarse orgulloso de haber conservado, con sorprendente vitalidad y carácter propio, la tradición encantadora de los villancicos, aguinaldos y parrandas, que en un tiempo acompañaron, en todo el mundo cristiano, las festividades pascuales. Y digo que “en un tiempo acompañaron…”, porque sorprende, en verdad, que una costumbre tan grata, fuente de la más tierna invención melódica, propiciadora de las coplas y pastorelas de una deliciosa poesía, haya desaparecido tan completamente de ciertos países donde esa tradición existió hasta fines del siglo pasado. No hablemos ya de muchas naciones europeas donde el villancico se ha vuelto una cosa erudita, remozada cada año con gran trabajo, sobre manuscritos nada dicen ya al pueblo. (Debe reconocerse que los ingleses, en cambio, fueron excepcionalmente hábiles en conservar y hacer cantar, como una suerte de rito pascual colectivo, sus “Christmas Carol´s). Lo raro es que ciertos países de nuestro continente, que recibieron el villancico de mano de los conquistadores y escucharon coplas de Juan del Encina en los tempranos días de la colonización, hayan perdido, de modo tan absoluto, la tradición de los aguinaldos y parrandas. Es inexplicable por ejemplo, que en un país como Cuba, tan rico en fuerzas creadoras de música popular, el villancico haya desaparecido totalmente, sin dejar rastro. Es probable que algún sacerdote músico haga cantar coplas pascuales en algún templo en la Habana o en alguna vieja iglesia colonial, en noche de Navidad. Pero no encuentra ecos realmente en la memoria del hombre de la calle, ni haya resonancia en el holgorio arrabalero de lechón asado y plátano verde. Y sin embargo, mis investigaciones realizadas en la catedral de Santiago, me pusieron sobre la pista de una serie de manuscritos maravillosos, de Villancicos compuestos, a mediados del siglo XVIII, por el maestro de la capilla de música que era criollo. Lo que demuestra que allí la tradición fue tan observada como en México o Venezuela. ¿ Por qué se perdió, entonces ¿ … ¿Y por qué se perdió en tantos otros países de nuestra América? …

En Venezuela, en cambio, el aguinaldo, la parranda, el villancico, son manifestaciones vivientes del regocijo popular en pascuas. Claro está que la admirable labor de recopilación y difusión del villancico venezolano por obra del maestro Vicente Emilio Sojo se es ajena a la pervivencia de la encantadora tradición. Pero hay un hecho cierto. Y es que, independientemente de conocimiento cabal del villancico y del aguinaldo a través de los cuadernos que debemos al fervor del insigne músico, basta que una voz se alce en cualquier parte del País, al son del:

-¡Tun, tun!

-¿Quién es?

-¡Gente de Paz!

Para que un furruco empiece a sonar no se sabe donde y en un coro salido del norte, sur, añada a compás, y en la melodía exacta:

-Ábrannos la puerta

Que ya es Navidad.

La conservación, anotación, difusión, de los aguinaldos, villancicos, y cantos pascuales, donde todavía perdura su tradición en América, es labor que incumbe a los músicos de nuestro continente- Labor en la que el maestro Sojo ha dado orientaciones y ejemplos fecundos. Aún los espíritus más irreligiosos conocen la emoción del canto pascual, que es una de las manifestaciones más auténticas y puras del alma popular (“Villancico” era, originalmente, “Villanela”, canción “a lo villano”, campestre, rústica).

Suerte tiene, pues, Venezuela, de conservar una tradición que le viene de muy lejos, y haber tenido músicos que a tiempo se aplicaron a anotar, armonizar, editar, lo que el debilitamiento de una tradición oral ha dejado de perderse, irremisiblemente, en otros países.

Alejo Carpentier / El Nacional
14 -12- 1951.
Tomado de
Letra y Solfa I
Visión de America

2da edición / 1976/ Bnos Aires

lunes, 13 de diciembre de 2010





Entrevista a
Manuel Caballero
 (1931-2010)


Profesor:
Gracias por su pasión ..
QEPD

Manuel Caballero es madrugador. Se le consi­gue fácilmente antes de las siete de la mañana to­mándose un café en la panadería de Santa Fe.


Además, la vehemencia y el tinte personal que le imprime a todos sus análisis son las cartas de identidad de este historiador que gusta de lla­marse “escribidor” mas que escritor.
En ver­dad, más allá incluso del gourmet que hay en él, Caballero ha asumido la escritura torrencialmen­te.
El espíritu barquisimetano que lo habita lo dispone, sin tregua, para el entendimiento de cuanto ocurre ante sus ojos.
La curiosidad de Ma­nuel encuentra cauce en los distintos frentes que atiende: el ensayo, la crónica periodística, la do­cencia, el humorismo, la historia y Hanni Ossott (la poeta y ensayista con quien está casado desde hace algunos años). Si la poeta indaga en los ve­ricuetos de la nocturnidad Manuel es todo lo con­trario: busca la luz como un topo que, súbita­mente, desea dejar de serlo.


Del afán por comprender, por explicarse, nacen últimamente varios títulos: El discurso del de­sorden, Las Venezuelas del siglo veinte, un en­sayo sobre el General Gómez y El orgullo de leer. Algunas de las luces que el autor ha dejado prendidas son las que iluminan la conversación siguiente.


¿Cuáles títulos incluiría en una Biblio­teca personal para la comprensión de Ve­nezuela?


Toda escogencia es un reto y toda antología es una mutilación. Con esto no digo nada original, pero sí algo cierto. En todo caso, no puede re­flexionarse sobre Venezuela sin referirse a algu­nos autores, pero, debo aclarar que yo, Manuel Caballero, no puedo responder a esta pregunta sino desde un punto de vista estrictamente per­sonal. La Historia Constitucional de Gil Fortoul es fundamental. Esta historia reúne el rigor cien­tífico y la buena prosa, dos ingredientes difíciles de conseguir. Luego, creo que los libros de Vallenilla Lanz, en particular el Cesarismo Demo­crático, tienen las mismas buenas características de Gil Fortoul. Aunque alejado de mí en cuanto a concepción de la historia pienso que El Regente Heredia de Mario Briceño Iragorry es un libro, también, fundamental. Es posible que Don Mario sea menos denso que los anteriores en cuanto a su posición historiográfica, pero sí es superior literariamente. Incluyo, por supuesto, a Mariano Picón Salas con toda su obra y, básica­mente, con Comprensión de Venezuela. Hacia estos autores tengo una particular debilidad por­que, evidentemente, mi género literario es el en­sayo.


En anteriores oportunidades le he oído continuar la lista del ensayo con J. M. Briceño Guerrero y Juan Nuño. Del pri­mero, ¿se refería al Discurso Salvaje?
No, para nada. Me refería sobretodo a su úl­timo libro Amor y terror de las palabras porque es un modelo de ensayo. Es decir, allí el ensayo es una reflexión en la que te paseas a través de los géneros sin aferrarte a ninguno en particular. Además, la lista continúa con Francisco Rivera que es una de las primeras plumas de este país. Su ensayo sobre Malcolm Lowry es magistral; y aunque en menor grado, el de Pessoa. Lo que logró con Lowry no lo logra enteramente con Pessoa: éste se le impuso.


El ensayista e historiador que hay en us­ted ¿qué piensa sobre la Venezuela de hoy?


A medida que pasan los años se combinan en mí dos actitudes; el optimismo y el escepticismo. Esta combinación se da también en mi escritura desde hace unos años. No se puede decir que Venezuela no haya avanzado nada, que esté en el suelo, porque eso no es así. Si compara al país “que era” con el país “que es”, el cambio es impresionante y no creo, como se cree comúnmente, que todo se lo debamos al petróleo. Tan sólo ver cómo hemos soportado la crisis actual es indicativo de una ac­titud bastante positiva. Por otra parte, desconfío de cierto discurso político, por lo general gran­dilocuente que, entre otras razones, ha hecho que el pueblo venezolano se desprecie profundamen­te. Esto está demostrado con encuestas y traba­jos de investigación: los venezolanos nos des­preciamos profundamente.


Nuestro carácter hispano contribuye mu­cho al cuadro del auto-desprecio.


Si, pero al lado de aquel discurso político, ac­tualmente contribuye mucho con esta actitud au­to despreciativa de Arturo Uslar Pietri.
¿Cómo?
El insiste demasiado en nuestras lacras y tie­ne una audiencia muy grande. Más aún hoy, cuan­do nadie puede pensar que busca poder personal o que tiene aspiraciones presidenciales. Pero te lo digo con toda franqueza, tengo una tremenda desconfianza hacia esa actitud de Catón. Es una actitud necesaria, pero pierde su objetivo y se transforma en pesimismo estéril cuando se hace sistemática. Con estas afirmaciones no persigo destacarme por el escándalo al enfrentarme a la actitud de un hombre que todo el mundo acata. Pero como ya yo no soy un jovenzuelo, espero que se entienda que no apelo a esto para lograr notoriedad. Además, esta opinión sobre Uslar no invalida para nada la estima intelectual que tengo por él; y que conste que esto no es un saludo a la bandera. Hay un Uslar que admiro y otro que no me dice nada: el Uslar de la tele­visión, de Pizarrón. En cambio, admiro el Uslar de los cuentos y el de Las lanzas coloradas.


El Uslar de las crónicas de viajes es en­cantador.
Sí, es cierto, es muy grato. Uslar es más gran­de cuanto más se despoja de su propio bronce.


Uslar no está solo en lo del pesimismo. También tuvo esa actitud Pérez Alfonzo y, hoy día, Liscano también es escéptico.


El pesimismo de Uslar es fundamental, esen­cial y el de Pérez Alfonzo fue, digamos, casuísti­co, coyuntural y, en todo caso, la audiencia de éste fue menor que la de Uslar. El otro que citas es distinto. En Liscano hay una contradicción en­tre su pesimismo y su actitud vital que es de un incontenible optimismo. Cuando alguien lee a Liscano piensa que es un viejo engrinchado, pero cuando ves cuánto es capaz de entusiasmarse, surge su contradicción. A mí me simpatiza mu­cho la actitud de Liscano: la contradicción per­manente entre pesimismo y optimismo me re­sulta muy atractiva.
Regresando a su biblioteca personal ¿La forman otros géneros aparte del ensayo?
En el terreno de la poesía pienso que los más grandes de toda la historia poética venezolana son Ramos Sucre, Gerbasi, Sánchez Pelaéz y Cade­nas. Estos son los fundamentales. Debo adver­tirte que nunca he sido un gran lector de poesía y además, es posible que en mí ocurra algo muy común entre los escritores, es decir, que les es difícil reconocer el talento de quienes son meno­res o, simplemente, no se interesan por los que vienen después. Una insensatez.
Sí, pero muy común. Aparte de estos cuatro, debo decirte, que me gustan otros poetas, entre ellos especialmente Montejo.
¿Y los narradores?
Pondría en el estante de mi biblioteca Compa­ñero de viaje, Día de ceniza, casi todo País por­tátil, más Cantaclaro que Doña Bárbara y, por supuesto, Las lanzas coloradas, aunque posible­mente sus cuentos tengan más vigencia. También Las memorias de mamá blanca; y Pocaterra y Arráiz en literatura testimonial, junto con José Vicente Abreu en menor dimensión.
Volviendo al pesimismo ¿no le parece que se fundamenta en que América La­tina va, sin salida, en el barco de un populismo de consecuencias insospechadas?


Entre quienes han planteado últimamente ese problema del populismo en los términos más correctos se encuentra, a mi juicio, Diego Bau­tista Urbaneja, quien rechaza lo de “populismo” a guisa de comodín, si no se aclara antes qué cosa se entiende por populismo. La verdad es que hoy es una moda atacar al populismo. Todos van por ahí. Carlos Rangel, Mario Vargas Llosa y Octavio Paz aparecen hoy como los teóricos del ataque al populismo y los demás se van nave­gando cómodamente tras estos dos últimos nom­bresotes. En lo que me concierne, como escribi­dor me he opuesto durante años al movimiento político que en América Latina y particularmen­te en Venezuela se conoce como populismo. Pero por moda, no lo haré. De tanto hablar de eso, hoy no se sabe qué diablos quiere decir “popu­lismo”. En principio, la voz proviene de pueblo, y hoy por hoy lo que en el fondo sostienen los teóricos del antipopulismo es que ha llegado el momento en que la chusma, el pueblo, dejen de opinar, dejen de “meterse en política”.


¿Usted cree que eso es lo que plantean Paz, Rangel y Vargas Llosa?


Por lo menos es lo que han percibido los que se apoyan en ellos.
¿Acaso las realizaciones del populismo no son lo suficientemente desastrosas co­mo para que nazcan tesis contrarias?
Tienes que decirme primero qué es populismo. Vargas Llosa en Perú ¿qué fue lo que hizo, a quién le hablo?, ¿ no utilizó el discurso popu­lista, también? Entonces, el problema es otro.
Como escritor venezolano ¿cuán lejos está la profesionalización de éste en el país?
Reflexionando sobre mi vida como escribidor he llegado a la conclusión siguiente: escribir no es una profesión ni un oficio, es un destino. Abel Posse en su discurso cuando le dieron el premio Rómulo Gallegos dijo algo que me ha hecho pen­sar, dijo que la profesión del escritor no conoce vacaciones, día feriado ni jubilación. Es decir, hasta el momento de la muerte el escritor estará buscando una palabra. En este sentido es un destino. Cuando estudiábamos quinto año de ba­chillerato nos preguntaron a Rafael Cadenas y a mí qué deseábamos ser en el futuro. Respondí, ingenuamente, que quería ser escritor y Rafael dijo: “quiero ser un comunista toda mi vida”. El ya era un escritor, yo no. Sin embargo, desde que me conozco estoy escribiendo y puedo de­cir que he fracasado en todos los órdenes menos en éste. Pero, ¡cuidado!: no estoy pretendiendo con esto ser un escritor “exitoso” sea comercial o “artísticamente”. Lo que quiero decir es que escribir es lo que mejor se me da.
Sus alumnos dicen que es un buen profesor.
No sé; no creo, o por lo menos no siempre: como suele suceder, debo haber sido inicialmente un profesor bastante malo, por lo inseguro; y además nunca he servido para estar dándole lec­ciones a nadie: es una actitud que me repugna. Tampoco me he interesado en tener discípulos, aunque algunos alumnos me recuerden todavía con cariño y lo que es más importante, con es­tima.


El Caballero investigador ¿de dónde viene?


El galán, el seductor que siente atracción por la mujer, o por el trabajo que lleva al logro de la mujer, a medida que pasan los años se va dan­do cuenta de que todo lo anterior al orgasmo tiene un encanto extraordinario. Lo que te quie­ro decir con toda esta paja erótica es que mi pa­sión es entender y hacer entender a un lector eventual lo que he reflexionado y en esto, antes de esto, está la investigación.
Ahora bien, a mi un archivo como tal me im­porta poco, pues, para seguir con el mismo sí­mil, son tan estériles como para el hombre nor­mal las revistas de desnudos. Tú no vas a un ar­chivo sin saber qué estás buscando. Tú vas allí a interrogar un documento; sabes qué te propones, previamente.


Su trabajo sobre Betancourt, un ensayo sobre Gustavo Machado y otro acerca de la personalidad de Gonzalo Barrios hacen evidente su interés por los personajes. ¿La biografía o la novela están entre sus proyectos?


Entre mis proyectos inmediatos está escribir una biografía de Juan Vicente Gómez. Tiene in­gredientes tentadores, incluso su intimidad, quie­ro decir su falta de.
¿Y las Confesiones imaginarias de Ra­món J. Velásquez?


Es un libro muy bueno. Siempre he dicho que debería conocerse más fuera de Venezuela. Es un libro brillante, pero no es la biografía de Gómez, ni tampoco pretende serlo: es, en cual­quier caso, la biografía de Ramón J. Velásquez… Ese es Ramón Velásquez, y por eso es un libro excelente. Pero yo me imagino escribiendo una cosa muy distinta: para comenzar, ni soy andino ni viví el gomecismo…


Fuente: 1986 Fuente Prodavinci
Imagen: Autoretrato con Rafael Cadenas y Manuel Caballero. 2007

Alberto Grau y la música como único destino

Por Rafael Arráiz Lucca .

" El lector sabrá dispensar el trato que le profeso a Alberto Grau en esta entrevista, pero nos conocemos desde hace años y sería una impostación que nos tratáramos de usted. Ocurrirá igual en otros casos de este libro de testimonios, pero, si el lector viene leyéndolo secuencialmente, pues, hallará esta variación que advierto, por primera vez.

La pareja de músicos formada por Alberto Grau y María Guinand puede decirse que constituye una institución nacional. Lo que ambos han hecho por el movimiento coral venezolano no tiene antecedentes en toda nuestra historia. Han fundado la legendaria Schola Cantorum y la Cantoría Alberto Grau, ambas merecedoras de los más prestigiosos premios del mundo. Igualmente, crearon el Movimiento Coral Cantemos, que agrupa a los coros fundamentales del país. La discografía de ambos se pierde de vista. Y la labor pedagógica de Grau no tiene parangón en nuestra historia musical. En esta oportunidad, el lector podrá enterarse de facetas de la vida y la obra del músico que antes, probablemente, no habían sido ventiladas.

¿Naciste dónde?

Nací en Cataluña, el 7 de noviembre del 37, en plena guerra civil española, para ese entonces.

¿En cuál región de Cataluña?
Nací en la provincia de Barcelona, pero en una ciudad que se llama Vic, casualmente mi padre era de Barcelona, pero en estos tiempos de guerra estaba él sirviendo con el ejército republicano y, a consecuencia
de su convicción y de su manera de pensar, tuvo que huir a principios del 38; y yo con mi mamá, contando yo con 16 meses, nos reunimos con él en Andorra y luego nos fuimos para Francia. Para aquella época, en pleno invierno, mi mamá tuvo que atravesar los Pirineos a pie, conmigo en brazos, y ahí empezó toda una odisea de tener que soportar toda una segunda guerra, la guerra mundial en Francia. En un principio en una pequeña ciudad del sur, y luego estuvimos los últimos años en Burdeos. Y de Burdeos, en cuestión de una semana, mi papá logró hacer unos contactos y en el año 48, en plena posguerra, pudimos llegar a Venezuela.
Tenías 11 años. Sí, no los había cumplido.

¿Cómo escogió tu padre a Venezuela?

Ahí está el asunto, no fue una selección, nosotros caímos aquí como hubiéramos podido caer en cualquier otra parte del mundo.

¿Por casualidad?

Por casualidad, porque esto fue lo que se nos ofreció, posiblemente mi papá hubiera preferido, porque le sonaba más, Argentina, Uruguay o México en aquellas épocas, pero la verdad es que creo que no pudimos caer en mejor país. Inclusive, muchos amigos nuestros, después de pasar por Santo Domingo, México, llegaron aquí, muchos catalanes incluso, de estos catalanes insignes que hubo en aquella época, los Pi Suñer, Bofill, todos esos catalanes que nosotros conocemos.

¿Y a qué se dedicaron tus padres acá?

Pues, fíjate, nosotros llegamos aquí muy pobres…

¿Eres hijo único?

Sí, hijo único, la masa no estaba para bollos en aquella época, de hecho ya fue toda una odisea el tener que levantar un niño con aquellas condiciones, que fueron terribles, aun cuando a otros todavía les fue peor. Muchos españoles terminaron en campos de concentración alemanes, fue una época que recuerdo con mucho terror, todavía me quedó en la memoria el paso de los soldados cuando iban marchando por las calles haciendo sus rondas con los toques de queda.

¿Allá en Burdeos?

En Burdeos y en el pequeño pueblo donde nosotros vivimos antes de llegar a Burdeos. Recuerdo sus perros lobos con un gran miedo, era un miedo que se reflejaba en todos nosotros, fueron unos años muy complicados, muy complicados. Y llegamos aquí y al principio mi papá hizo de todo, fue pintor de brocha gorda, luego, como había trabajado en los teatros en Barcelona, terminó siendo jefe de utilería del Teatro Municipal y del Teatro Nacional, pero mientras tanto practicamos hasta la buhonería cuando llegamos aquí a Venezuela. A los trece o catorce años, yo iba con mi mamá a los mercados a vender así en la acera, y los primeros años fueron difíciles porque llegamos realmente aquí muy pobres, con unas maletas sin nada, pero afortunadamente llegamos a Venezuela, y aquí se desarrollaron todos mis estudios de primaria y secundaria y después yo de niño ya tuve una inclinación muy clara hacia la música y caí en manos de muy buenos maestros, porque llegué a una escuela que se llamaba Escuela Preparatoria de Música, que dirigía Juan Bautista Plaza y ahí tuve clases con él, con Ángel Sauce y luego pasé a la escuela que llamaban Superior de Música que era la que dirigía el maestro Sojo y estudié con él. Después tuve la suerte de estudiar aquí con Gonzalo Castellanos y yo podría decir que mi formación principal, aparte de un año que estuve en Inglaterra y de unos cursos que hice en Bologna con Servio Schelividaqui, es básicamente venezolana, y considero que ha sido muy buena, tanto en composición como por los profesores que tuve de piano.



Tuve una gran suerte porque pude, aparte de eso, tener unas posibilidades que difícilmente se encuentran en cualquier otro país del mundo, que hacía que un muchacho a los dieciséis, diecisiete o dieciocho años, empezara a dar clases de piano, a trabajar para ayudar a mi papá en los teatros, ahí tenía oportunidad de asistir a los espectáculos de grandes compañías de zarzuela, de ópera. Entre los años 50 y 60, fue una época en donde aquí venían los mejores cantantes del mundo y con unos sueldos que para nosotros eran risibles, teníamos un bolívar que creo se cambiaba a 3,40 por dólar.

¿Y tus padres regresaron a España en algún momento?

Mi papá decidió que él quería regresar, como había caído Franco, quería regresar a su Cataluña, pero él no se dio cuenta de que de los amigos que tenía unos habían muerto, otros habían hecho su vida y ya no se entendían prácticamente, eran ambientes totalmente distintos, y a pesar de los esfuerzos y de la tozudez del viejo y que mi mamá en un principio no quiso acompañarlo, al final mi mamá se fue para allá con él, pero no resistieron ni un año y regresaron. Aquí conocieron a sus primeros nietos y aquí están enterrados los dos.

¿Cómo ha sido tu relación con España?

El año pasado estuvimos un año sabático con María y con los dos niños en Barcelona. Trabajamos en varias partes de España, y en Barcelona yo tuve hasta la oportunidad de fundar un coro, y luego de dirigir un coro de cámara del liceo de Barcelona, montaron unas composiciones mías y nos fue relativamente bien, pero siempre teniendo claro que regresaríamos, nunca hasta este momento nos hemos planteado irnos. Ante esta disyuntiva en que están tantísimos venezolanos, cuando tenemos la inseguridad y la angustia de no saber qué pasará en el país, y que tenemos esta puerta de entrada a otro lugar, donde no existan estos peligros y estas situaciones tan violentas y tan desagradables como las aquí vividas, mantenemos la intención de resistir hasta donde se pueda, digamos que no está planteada hoy en día la idea de irnos, aun cuando Luis, que tiene ya veinte años, hizo un año de universidad y Mercedes, que tiene dieciséis, estuvo un año allá en un colegio y le fue bien, se asimilaron. Pero es indudable que tanto ellos como nosotros nos sentimos mucho

mejor aquí a pesar de todas las bonanzas y de lo bien que nos fue. Yo tengo parientes allá, tengo familia y todos son muy cálidos, amorosos con todos nosotros y desean que nos quedemos allá, pero realmente aquí también tenemos familia y amigos, y toda la labor que hemos podido desarrollar, y el país sigue siendo espectacular, algo indescifrable, que se sale de todos los parámetros de lo que es el resto del mundo, a pesar de todo.



Y una vez que tú saliste de dieciséis meses ¿a qué edad regresas de visita por primera vez a España?, ¿hace muchos años?

Sí, regresé a los veintiséis o veintisiete años, estando Franco todavía vivo, y regresé con una coral de la Universidad Católica, en la que yo cantaba, la dirigía Gonzalo Castellanos, yo era así como tenor segundo. Fue en el 67, lo recuerdo, fue justamente el año del terremoto de Caracas, que nos agarró en Roma y aquello fue un desastre, todo el mundo llorando, fue algo espantoso y recuerdo que terminamos la gira. Antes de Roma habíamos ido a España, y fue la primera vez para mí. Fue algo muy emotivo, porque nunca había regresado y mi papá durante toda mi infancia y juventud me hablaba de España, especialmente de Barcelona y de Cataluña con el síndrome del desterrado, que es algo enfermizo, él no podía hablarme de las costumbres, de las tradiciones, de la diagonal, de la belleza de Barcelona, sin que afloraran las lágrimas, porque él estaba seguro de que él no volvería a España, y yo siempre consideraba que era como muy exagerado, aquello me sacaba de quicio, qué fastidio, porque siempre venía, me cantaba una canción, lloraba, era una situación realmente de una persona que ha sufrido mucho y cuando regresé me llevé una gratísima sorpresa porque mi papá se había quedado corto en algunas cosas; descubrir aquello fue algo muy bonito.
Y de aquella España a la que tú vuelves y la España de ahora hay muchos cambios…

Hay muchos cambios, hay un abismo gigantesco y no digamos que todo para bien, me parece que la España de hoy en día, desde el punto de vista social y económico, ha mejorado en muchas cosas, pero en otras se pueden hacer grandes críticas. Me refiero a esta democracia descontrolada y luego toda una juventud en donde proliferan las drogas, un descontrol enorme, que no considero que sea mucho mejor que lo que les pudo dejar en ese aspecto Franco, digamos que Franco, aparte de la libertad que nos fue coartada y negada, en otras cosas tal vez era demasiado estricto.

Un país muy pobre, también.
Terriblemente pobre, pero digamos que ahora se fueron al otro extremo y considero que eso es tan exagerado que tal vez hasta fue por la represión que tuvieron durante tantos años. Hay como una especie de vulgaridad por todos lados. Por otra parte, el español en líneas generales es muy simpático, muy agradable, muy alegre, se parece bastante a lo que somos nosotros aquí, digamos que la opción, si no existiera Venezuela, sin duda alguna sería España.
Aunque España también es muy variada, de pronto nosotros nos parecemos más a los andaluces, a los extremeños y a los vascos, por decir algo.
Es posible, y a los mismos catalanes. Aunque estas diferencias son un poco exageradas, nosotros pudimos estar en otras ciudades importantes de España y la gente también es laboriosa y se levanta temprano y trabaja, estoy seguro que en el país vasco o en Cataluña también existe otro tipo de personas que se parecen tal vez un poco más a los andaluces o a los españoles. España está muy mezclada.

¿Estudiaste bachillerato aquí en Caracas, en qué colegio?

Aquí en Caracas, en el Fermín Toro.
Ah bueno, de los mejores liceos que había.
Sí, porque nosotros vivimos bastante tiempo en Catia, cuando llegamos aquí vivimos en la subida del Manicomio que llaman, por allá al lado de Lídice. Nosotros no llegamos a Caracas directamente, a nosotros nos recogieron en unos autobuses y nos llevaron a un sitio que se llamaba El Trompillo, creo que es en el estado Guárico.

¿Llegaste con un contingente de inmigrantes?

Sí, en un barco muy pequeño que se llamaba El Cairo y creo que aquel fue el último viaje que hizo. Llegamos allí y de El Trompillo entonces pudimos venir a un edificio que había por allá por San Juan, que no recuerdo exactamente cómo se llamaba, pero que era otro lugar de estos de recepción de inmigrantes y ahí mi papá consiguió algo para vivir ya en la subida del Manicomio, nosotros vivimos en Gato Negro, luego a través del Banco Obrero conseguimos un apartamento en El Cuartel, que ellos llamaban Ciudad Tablitas, y después ya pudimos ir como superando etapas y terminamos viviendo en el barrio El Cementerio, y después cuando me separé de mis padres tenía veinticinco años, fue cuando me casé por primera vez, me he casado tres veces en Venezuela y de esos tres casamientos, del primero tengo una hija que tiene hoy 37 años; Gonzalo que es hijo de Isabel Palacios, que ya tiene 30 años, que es músico, que vive ahora en Nueva York; y estos dos niños, Luis y Mercedes que son hijos de María.

¿Tu primera hija es músico, también
Ella no, ella se graduó en la Católica de comunicador social y después hizo una maestría en Escocia en fotografía y vive en Cali, y se dedica a dar clases en una universidad de allí.

¿Y en Barcelona es evidentísima la presencia de la música y de los grandes músicos catalanes?
Sí, sí.
¿Son el distintivo de la zona, de la nacionalidad catalana? Yo diría que sí.

¿Habrá influido en algo en ti, en tu profesión de músico, tu ascendencia catalana?

Yo creo que sí hubo una influencia, porque mi abuela paterna fue fundadora del famoso Orfeón Catalán, que hoy en día sigue, es ya centenario.

¿Cómo se llamaba ella?

Angelina Castells de Grau. Y entonces ella cantó ahí y luego un tío, Alberto, también cantaba en el coro de la zarzuela; otro tío, Enrique, cantaba en el coro de la ópera, y mi papá también cantaba. En Burdeos mi papá cantaba en el coro del Teatro de la Ópera de Burdeos.

Una tradición familiar.

Exacto, y yo creo que sí tiene mucha relación con esta vida tan musical y esa cultura, de la cual yo diría que los catalanes se sienten muy orgullosos y que hoy en día es algo ya como muy esparcido. Una de las cosas que me gustaron de España es que hoy en día en todas partes hay orquestas sinfónicas, en todas partes están funcionando teatros de ópera, hay un gran movimiento musical.

¿Y de los compositores catalanes o españoles actuales, hay alguno que te interese particularmente?

Hay una serie de compositores jóvenes de los cuales no podría nombrar a ninguno en este momento, no me acuerdo, pero hacen una labor muy buena, algunos están metidos, sumergidos diría yo, en eso que es la música de vanguardia contemporánea, electrónica, y no creo que tengan el éxito que se merecerían por el talento que hay en cada uno de ellos.

Y luego sí hay un gran movimiento de coros y hay una buena escuela de dirección, hay directores jóvenes de orquesta que se están destacando a escala internacional, tienen lógicamente la posibilidad de hacer cursos en Alemania, en Austria, en Francia, porque la ventaja de vivir en Europa es que tú tomas un tren y te vas por una semana o quince días a cualquier parte y tienes contacto con otras agrupaciones y con otras instituciones culturales. Hay un gran interés y aun cuando tal vez la cultura no está ayudada -como creo que no sucede en ninguna parte del mundo- del todo como se debería, todos esos jóvenes que se están dedicando a la música o al arte pueden, por lo menos, vivir con sus clases, pagar sus profesores y prestar una labor en colegios, en escuelas, sobre todo lo que es más importante para un artista: vivir de su arte.

¿Cómo se llamaban tus padres?

Mi padre se llamaba Luis Grau Castells y mi madre se llamaba Teresa Dolcet y ella era de la provincia de Lérida. Mi madre, todos mis primos hermanos y mis tíos, que todavía tengo uno que vive, eran de origen campesino y fueron, a pesar del trabajo que todo el mundo pasó durante la guerra, los que tuvieron más facilidad para mantenerse, para sobrevivir a aquel caos, porque el campesino siempre tiene una ventaja: tiene su huertico con sus papas, sus tomates y sus puercos. Yo conocí a mis dos abuelos; tenían una casa en donde en la planta alta vivían ellos y abajo tenían un par de vacas, y unos cochinos, y los animales les daban calor. Es increíble, como no existía la calefacción, vivían en estas condiciones. De modo que por parte de mi madre sí tengo esa vinculación con la tierra, de la cual me siento, además, muy contento.

El diálogo llegó a su fin, y me quedé viendo unas partituras adosadas entre dos vidrios que cuelgan a un lado del comedor de la casa de los Grau. Pocas parejas comparten vida emocional y laboral como Alberto y María. Las partituras que cuelgan son dos.

Fuente: Article printed from Prodavinci: http://prodavinci.com/

jueves, 25 de noviembre de 2010

Se acabó el Pan de Piquito

El Pan de piquito.- extracto del articulo de Oscar Yanes en "El Universal".-

Hacer pan de trigo en Venezuela era un oficio de mujeres, hasta que , según Arístides Rojas, se fundó la primera panadería de "corte moderno" con máquinas y todo. El pan dejo de ser artesanal. Ese fue el pecado original del consumo del producto, pues pocos años después comenzó la guerra de los panaderos en Caracas, que tuvo influencia en toda Venezuela.
Ramella era el dueño de la Panadería Las Gradillas y otras cinco grandes panaderías , entre ellas, la de El Guanábano, famosa por el pan de piquito (desaparecido).
En Caracas el refrán más popular era: "se acabó el pan de piquito y el de a locha también!, cuando algún acontecimiento rompía la rutina diaria... Mountauban, el rival de Ramella , era propietario de 3 panaderías más, entre ellas la de San Juan, famosa por el "pan isleño", de consistencia dura y exquisito para mojarlo con el café con leche y mojándolo con queso rallado. Los dos panaderos más poderosos de Venezuela, identificaban a sus repartidores con una R y una M. El más agresivo de los panaderos era Ramella. Se la pasaban en una eterna competencia. El golpe más duro que le propinó Ramella a Montauban fue cuando publicó las fotografías de la Panadería las Gradillas en El Cojo Ilustrado, donde aparecían los panaderos con gorro y uniformados..Otro punto de honor para ambos panaderos fue el pan con jamón, hasta que aparecieron los Banchs que acabaron con ese conflicto haciendo el pan en sus panaderías la de Altagracia y la de Solís. Para mediados de noviembre colgaban las piernas de jamón de las vigas de la panadería y a comienzos de diciembre, se cortaba el jamón en lonjas y cuadritos. Eso resultaba una diversión para los estudiantes quienes iban a la panadería de Altagracia a cortar el jamón. El bollo de pan con jamón y pasas el gigante costaba 20 bolívares era lo máximo! casi un metro de largo , pero ese pan solo lo podían comprar los ricos.
Asi son las cosas

Aquiles Andrade ( der) trabajando en la Vieja Panadería de Curz de la Vega frente al palacio de los Deportes en la Avenida San Martín Finales de los 50s
Cortesía de Richard Andrade, Caracas en Retrospectiva Facebook

Panaderia El Torbes

Hotel Klindt / Edificio Washington

Los caraqueños de la década de los 30 no pueden olvidar el edificio de estilo europeo Siglo XLX levantado en la Calle de Torre a Principal donde estuvo la famosa botillería “La Iberia”, el Hotel Klindt en cuyo piso superior solían alojarse artistas famosos, toreros y gente adinerada que venía en asuntos de negocios a la Ciudad. El inmueble tomó con el tiempo el nombre de “Edificio Washington”, en cuyos bajos se hallaba instalada desde la primera década del siglo la famosa cervecería Donzella, donde solían reunirse los poetas, escritores y periodistas de la época, como los muy recordados Job pim, Andrés Eloy Blanco, Antonio Reyes, Andrés Mata, Lucas Manzano, Leoncio Mártinez, entre otros.

Fuente: Caracas ayer. Texto Guillermo José Shael.

La ñapa

La Ñapa


Hace días atrás compré unas mandarinas, y le dije al muchacho .. ¿ Y la Ñapa? sonriendo amablemente colocó dos más… mi hija, me miró desconcertada y preguntó¿ que es eso, mamá?

Pedir la Ñapa era parte de las compras diarias, como dice el Prof. Vannini en Arrividerci Caracas. (Libros el Nacioanl – pág 39 –) “ era una arraigada costumbre. La ñapa era un obsequio, una consideración del verndedor para el parroquiano”
Asimismo nos regala una especie de inventario ñapero…
“Para un Corte de tela, por ejemplo, era medio metro del mismo, para una docena de carretes de hilo, era uno más, para un kilo de azucar, harina, arroz, otro cucharón del mismo género. Donde comprábamos un cuaderno nos daban un lápiz, al comprar el lápiz una goma y al comprar la goma el sacapuntas .. si comprabas un vestido te regalaban el pañuelo y al comprar los zapatos un espejto con el nombre de la zapateria …. etc
Con esta pintoresca y graciosa costumbre muy carateristica en la Caracas de ayer , se lograba estrechar un nexo de recíproca simpatia en las relaciones cliente – comerciante ..Practica que se fue perdiendo con las ofertas engañosas y los conocidos descuentos ..- 50% - correeee – lleva tres y pagas dos, etc..

Igualmente buscando el origen de la palabra Ñapa encontré lo siguiente:

“leyendo un libro de la serie Grandes Casos Empresariales que distribuye el diario "El Nacional" encontré una palabra que me sonó conocida y al ver su significado me di cuenta que la popular ñapa que conocemos no es ni remotamente tan criolla como parece, es una palabra de origen francés "lagniappe" y significa algo así como dar algo mas.
Como llega lagnieppe a "la ñapa", resulta que cuando se dio la colonización de América, y en especial la de Venezuela, no solo fueron los españoles los que pisaron estas tierras, sino ingleses, franceses, italianos, de los cuales hoy en día no solo compartimos rasgos físicos proveniente del mestizaje, sino que nuestro lenguaje se a nutrido o empobrecido dependiendo del punto de vista de que tengamos con cierta cantidad de barbarismo que acaban convirtiéndose en americanismos, entre ellos nuestra querida ñapa.
Los comerciantes franceses realizaban sus actividades en la epoca colonial ofrecían lagnieppe y los nativos transformaron dicho vocablo francés en ñapa.
Imagen: mercado de Frutas de Caracas 1930


VFA

miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA REBELIÓN DE LOS NÁUFRAGOS

Alexis Márquez Rodríguez LA REBELIÓN DE LOS NÁUFRAGOS

In Otras voces on 21 Noviembre, 2010 at 2:12 pm

Si con una sola palabra debiese calificar este libro, diría que es fascinante. (Mirtha Rivero: La rebelión de los náufragos. Alfa. Caracas). En sus 461 páginas —que, no obstante, provoca leerlas de un tirón— la autora, periodista inteligente y acuciosa, cuenta cómo y por qué cayó el presidente Carlos Andrés Pérez.

Para ello realizó una investigación que le llevó cuatro años. Entrevistó numerosas personas, muchas de ellas exministros y cercanos colaboradores de Pérez, incluso sus hijas, su esposa de entonces, Blanca Rodríguez, y la hoy segunda esposa, Cecilia Matos.

La autora no se limita a contar los momentos inmediatos a la caída del presidente, sino que hurga en sus causas, situadas desde muy anteriormente. Salen así a relucir detalles del primer gobierno de Pérez, y se detiene en el recuento y análisis de sucesos muy importantes, como la insurrección popular de febrero de 1989, lo mismo que los golpes de febrero y noviembre de 1992. Son estos hechos antecedentes significativos de lo ocurrido después, cuando una abigarrada conjunción de partidos políticos, incluso Acción Democrática, agrupaciones de toda índole y personalidades muy destacadas de la vida nacional, como nunca se había visto en el país, indujeron a la Corte Suprema de Justicia a declarar que había méritos para el enjuiciamiento del presidente, y luego el Congreso Nacional decretó su procesamiento. Fue una verdadera conjura, de cuya gravedad como daño a la institucionalidad democrática casi nadie se percató. Sólo ahora se percibe que ese episodio, junto con otros factores, ha sido determinante de lo que ocurre hoy en Venezuela.

Este libro es una pieza fundamental dentro de una importante tendencia que parece ir cobrando cuerpo, con libros sobre la temática política de la actualidad venezolana. Tendencia que abarca diversos géneros y estilos. Tal lo vemos en novelas, como Los días de rojo, de María Elena Lavaud; Falke y Sumario, de Federico Vegas, y El pasajero de Truman, de Francisco Suniaga; o ensayos y grandes reportajes periodísticos, de excepcional calidad, como Hugo Chávez sin uniforme, de Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka, y El socialismo irreal, de Teodoro Petkoff, entre muchos otros.

La rebelión de los náufragos tiene otras notables virtudes. Una de ellas, y no la menos importante, es que está muy bien escrito, con un lenguaje sencillo, al mismo tiempo que elegante y encantador. Mucho más quisiese y pudiese decir sobre él, pero la tiránica limitación del espacio me deja con las ganas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Llegó Pacheco

Llegó Pacheco

Gerónimo Alberto Yerena Cabrera

Una de las tantas frases típicas caraqueñas es ésta. Desde el siglo XIX

esta expresión en el Valle de Caracas, predice que pronto comenzará el frío. Generalmente a finales de noviembre y principio de diciembre es cuando más se usaba, pero realmente es a finales de enero y la primera semana de febrero cuando más hace frío en nuestra ciudad, por lo menos desde mediados del siglo XX.

Para dilucidar quién era ese personaje que había logrado relacionar su nombre con la entrada del frío decembrino, Leoncio Martínez en su semanario humorístico Fantoches se le ocurrió hacer una encuesta con el propósito de encontrar el origen de ese nombre.

Leoncio seleccionó el relato que para él tenía más validez y credibilidad. Se comentaba de un veterano cultivador de flores de Galipan de nombre Antonio Pacheco, el cual al comenzar el frío bajaba regularmente desde el Avila a la capital, con un arreo de burros cargados de hermosísimas flores, para embellecer la ciudad, acompañado siempre de una copla que lo anunciaba en el camino, y así

alegrar el espíritu festivo del caraqueño.

Pacheco, representaba en ese entonces a la naturaleza, que forzaba con sus espontáneas floraciones a abandonar su refugio, para volcar en la ciudad aquel amoroso mensajes de flores de Galipan; fue y sigue siendo el representante de una tradición que aún perdura en nuestra ciudad.

Aquiles Nazca encontró en la tradición de Pacheco y su bajada del Avila una fuente para muchos de sus trabajos literarios, de los cuales el más divulgado es: “Qué hubo Pacheco”.

Cuando en Caracas hace frío una gran mayoría decimos: Hace Pacheco o llegó Pacheco, según la época.

Gerónimo Alberto Yerena Cabrera.
Bibliografía revisada.
Juan J. Verde M. Caracas del Recuerdo a la Nostalgia.Tradiciones de mes de diciembre. Producción editorial: Impregraf C.A. Caracas, febrero de 1997. p 49.
Graciela Schael Martínez. Estampas Caraqueñas. Caracas de Fin de Siglo. 1975. p 39.
Aquiles Nazca. Humor y Amor. Que hubo Pacheco.1971. p 431

Navidad caraqueña de antaño

Navidad caraqueña.

Graciela Schael Martínez

He seleccionado este artículo de Graciela Schael Martínez, sobre la Navidad caraqueña de antaño, de entre muchos excelentes artículos sobre el tema, porque creo que condensa de una manera tan vivida y amena, todo lo que hay que recordar de las costumbres de esa Navidad; sobre todo el nacimiento, reemplazado hoy por un arbolito, que por muy bonito que sea, muchos no nos hemos acostumbrados de corazón, pero que para no desentonar aceptamos ponerlo en nuestros hogares; las misas de aguinaldos tan bién recordadas y la costumbre de estrenar, que aún la conservo.

Dios quiera, vuelva esas costumbres a nuestros hogares si sabemos transmitirsela a nuestro nietos, creo que aún tenemos tiempo; espero que la retomen aquellos que la hayan olvidado, o los que no las conozcan

En los días precursores de la Nochebuena de Pascua ciudades y pueblos se preparan para esta celebración única e idéntica en su esencia, con lo cual se conmemora la navidad o natividad de cristo.


Se alegran las calles con adornos luminosos y multicolores.. En las vitrinas de los comercios lucen arbolitos, nacimientos, flores, juguetes, trajes deslumbrantes, joyas y adornos. Un constante ir u venir de gente en busca de regalos o aguinaldos que brindará su alegría o sorpresa a a quien se destine. En el aire ecos de cantos, villancicos, aguinaldos y gaitas. En los hogares, especiales adornos navideños. En algunos también nacimientos. Alegría y prisa en los quehaceres y en los reparativos para el menú de Nochebuena, en el que la hallaca es la reina, verdadero monumento culinario de aroma y sabor inigualables.

Ayer y hoy en la tradición

Aunque el tradicional nacimiento o pesebre conserva su prestigio y todo su acento, ya no ocurre como antaño cuando desde fines de noviembre o comienzo de diciembre empezaban en los hogares la actividad para montar el pesebre casero, orgullo de todos, el cual ocupaba un gran espacio en el sitio de honor de la casa: salón,corredor o comedor principal. Durante muchos días, alrededor de él se veía al grupo familiar en donde la abuela y los niños eran figuras principales. Dedicábanse a completar los detalles de esta obra llena de encanto, de ingenuidades, anacronismos históricos y duda de perspectiva. Se Se requería tiempo y paciencia para armarla a base de tablas y fabricar sobre ellas, con trozos de coletas pintadas con tonalidades verde o color de almagre, las colinas, los cerros, los valles y la arboleda. Tender el cielo, en que en una tela azul oscuro lucían las estrellas. Con trocitos de espejos formaban lagos que se llenaban de cisnes, deliciosamente desproporcionados. Ríos de estaño o papel plateado, árboles de todo tipo, verdes sembrados de maíz y alpiste recién germinados, de arvejas de tierno retoño, cultivadas en papel de periódico húmedo; pajas y musgos teñidos de verde.

Multitud de casitas en miniaturas, cuyos habitantes se encaminaban a reverenciar al tierno infante. El castillo de Herodes, los ángeles y las estrellas de Belén. Numerosos eran los pastorcillos, ganados y animales domésticos en el más pintoresco de los conjuntos. Presidiendo el nacimiento, San José y la virgen, mientras los tres reyes magos: Gaspar, el rey blanco, de la canosa cabellera, Melchor, el rubio y Baltasar, el de la piel de ébano, hacen sus ofrendas de incienso, oro y mirra ante el niño que sonríe con su mensaje de paz y amor. Laboriosa tarea, toda dedicación y fe era realizar esos nacimientos.

Las abuelas modernas, en su mayoria, carecen del tiempo que parecía sobrar a las de antes, y es diferente su vida. Sería como revivir una antigua pintura verlas armando un nacimiento como aquellos. Afortunadamente, en el comercio se obtienen en diversos tamaños, con sus principales personajes elaborados en madera, loza, cerámica y otros materiales, así como las figuras que van desde las de anime y barro cocido, hasta las de materiales plásticos, que también proporcionan infinidad de detalles complementarios.


Las misas de aguinaldo

Si desde el comienzo de diciembre se iban preparando los nacimientos, después, ya a mediado de mes, en las frias y oscuras madrugadas, se iniciaban las misas de aguinaldo, a las cuales asistían niños y adultos. En ellas, alegres voces cantaban los aguinaldos o villancicos que acompañaban el armonio y las maracas. Después, a la salida del templo, en su cercanías, se detenían los fieles ante los puestos de café negro, aromático y humeante, y las arepitas con su sabor de anís y papelón, color de bronce y forma de globito aerostático, deleite del paladar de chicos y grandes. Luego formando grupos diversos, los madrugadores emprenderían breves excursiones hacia cualquier sitio de la ciudad más cercano al templo, donde asistieron a estas misas de aguinaldo, que se llaman así por los cantos, por los aguinaldos, o cantos juveniles ante el nacimiento. Además, todo en diciembre es aguinaldo; la palabra parece estar unida al ultimo mes del año. Aguinaldo son los emolumentos extraordinarios que perciben quienes trabajan en oficinas públicas o privadas. Aguinaldos, los presente o o regalos que familiares, amistades o relacionados se intercambian en estos días. En torno a ello surge la grata preocupación o el afán de que el obsequio satisfaga tanto el gusto de quien lo da, como de quien lo recibe. Aguinaldos son los que organizaciones de asistencia social ofrecen a los olvidados de la fortuna.

Los estrenos
Entre las antiguas costumbres que hoy perduran está la de estrenar en la Nochebuena; ha sido y es preocupación de estos días. Se estrena de –de pie a cabeza- para asistir a Misa de media noche; es un homenaje al Niño Jesús la ofrenda del placer de vestir nuevas galas, que al visitarle se le hace.

Se estrena para asistir a una cena de etiqueta, a la fiestas de los centros nocturnos de diversión, y para la cena hogareña en la cual se congregan la familia y los invitados. Y no sólo se habla de estreno en lo que corresponde al atuendo; también se extiende la idea y la costumbre a los hogares que lucen nueva pintura, empapelados, adornos, cortinas , lámparas, muebles o arreglos. Y es que el regocijo de los días pascuales todo lo abarca. Ëpoca la más hermosa del año, en ella se propicián ensueños, confraternidad, y un dulce sentimiento de ternura y generosidad que invade el espíritu como queso una estrella, que también hacen evocar la gloriosa que allá en Belén señala el camino a los tres reyes magos, estuviera iluminándolo y como hechizandolo todo. Es el clima, el ambiente de la Navidad, presente inigualable que brinda una tregua de paz y alegría en el diario acontecer.

Tomado del libro Estampas Caraqueñas de Graciela Schael Martínez. Consejo Municipal del Distrito Federal.1975.


Nacimiento tradicional de la Fuerza Aerea Venezolana en el CCCT

jueves, 4 de noviembre de 2010

Caracas: un museo. Espacios anónimos y memoria pública

De
Blanca Rivero

Resumen:

En esta ponencia presentaremos la ciudad de Caracas, su proceso de evolución desde su fundación hasta nuestros días, la historia recreada a través de la arquitectura de esos espacios sin dueño pero de todos y las imágenes urbanas que se han hecho de la memoria de los caraqueños para construcción de su propia historia. Como la ciudad es capaz de contarse a través de las expresiones artísticas y culturales que en ella suceden.
De la ciudad de Caracas todos sabemos mucho. Esta ciudad tiene la particularidad de contarse en cada uno de nosotros de diferentes maneras, según el modo de vivirla que hagamos de ella.

Cambia en muy poco tiempo y todos conservamos recuerdos que parecen lejanos, pero que si al caso vamos, no han pasado sino unos cuantos años desde que esos hechos ocurrieron. Cualquiera puede comprobar cómo la morfología de la ciudad ha sido modificada. Hemos visto levantarse edificios donde antes había montañas, también edificios que ya no están o que fueron sustituidos por otros nuevos, más densos y mucho más altos. Espacios públicos que disfrutábamos de diferente manera a la que ahora los recorremos, si es que realmente lo hacemos.

En realidad, esta ciudad muta y se narra para nosotros que la vivimos, disfrutamos y también, por supuesto, la padecemos. Todos somos capaces de reconstruir la historia de Caracas y contarla a nuestro modo, muchas historias que se entrelazan o contradicen, pero todas posiblemente ciertas. En esta ocasión les invito a que me acompañen en la reconstrucción de la memoria pública de esta ciudad.

Memoria que desde sus inicios ha pasado de boca en boca, de vivencia en vivencia. La primera que ilustra precisamente esto es la de la fundación, dicen, porque no existe documento que lo avale que Caracas fue fundada por Diego de Lozada el 24 de junio de 1567 y nombrada Santiago de León de Caracas con la idea de honrar al patrono de España. Hoy día es capital de la República, aunque no siempre fue así. La vulnerabilidad de Coro por su cercanía al mar, a los piratas y los constantes ataques ocasiona que esta primera ciudad en tierra firme, pierda su condición de capital cediendo a la entonces plácida y protegida Caracas, la Capitanía General de la provincia. Todo el valle se encontraba cubierto de una especie vegetal conocida como pira, que los indígenas llamaban caraca, de allí, se dice, proviene el nombre de Caracas. O tal vez de la tribu Caraca que ocupaba el valle, en realidad no hay una certeza de esto.

No deja de ser curioso que la fecha fundacional sea casi 70 años después de la de Cumaná, podríamos decir que Cumaná es abuela de Caracas, en términos de edad claro, pero es que al parecer los indios Caracas eran fuertes y se negaban a perder este valle fresco, de agradable clima, que posee esa luz particular muy brillante en las mañanas y cobriza al final de la tarde, donde siempre circula el viento limpiando el ambiente. Donde, por sobre toda la paleta de colores, predomina el verde de la vegetación, la recorren varios ríos y se impone el “majestuoso” el cerro El Ávila.

Todos buscamos ver El Ávila. Es común encontrar en los clasificados dominicales “Se vende apartamento con espectacular vista al Ávila”, y es que no es solo una cuestión fetichista de contemplación con el cerro, es que al tener una vista frontal de éste garantizamos también una muy buena ventilación e iluminación, por lo que evitamos enfrentarnos a los implacables rayos que al este y oeste perturban el amanecer o calientan al atardecer los espacios.

Al ser una ciudad fundada por los españoles, está caracterizada por un crecimiento original cuadriculado en torno a una plaza mayor, crecimiento que sigue las formaciones naturales del valle, escala en las laderas de los cerros y que al encontrarse con los ríos fue cediendo a la imponente topografía, tomando formas más irregulares y orgánicas.

En realidad la cuadrícula de Caracas no es de manzanas exactas, la plaza mayor es de menor tamaño que las restantes y estas dimensiones condicionan las cuadras adyacentes. El avance de la ciudad se produjo gracias a los procesos de conurbación, unión de polos en desarrollo, de los asentamientos y poblados cercanos. Caracas al ser capitanía general y no virreinato, careció en la época de la colonia de presupuesto para grandes edificaciones, como sí lo fueron los casos: Bogotá, Lima, Quito y Santiago, que cuentan con grandes catedrales y preciosos palacios que sirvieron como casas reales en el nuevo mundo.

La imagen colonial de Caracas no cambió, sino hasta 1890 cuando las ideas progresistas de Antonio Guzmán Blanco dieron fruto y embellecieron la ciudad. Caracas se llenó de estatuarias conmemorativas que buscaban una exaltación de la nacionalidad a través de representaciones que pretendían honrar a los héroes de la patria, al orgullo de la nacionalidad, a los constructores de una nación, a la mitología y a las leyendas y al país hecho de distintas razas y geografías, así como afianzar los valores patrióticos. En 1877, por decreto y dentro del programa de parque públicos se cambia el nombre de Plaza Mayor por el de Plaza Bolívar, se instala la primera estatua ecuestre del Libertador al centro, lo cual marca precedente y fija esta tipología como obligatoria en todas las ciudades del país.

Caracas es a comienzos de la era industrial, una ciudad rezagada del progreso de las grandes urbes latinoamericanas, es por esto que el ilustre americano emprende la tarea de darle a esta ciudad un vuelco a la modernidad, planea la exposición de 1883 y contrata la construcción del Teatro Municipal (1881), El Capitolio (1877), El Palacio Federal Legislativo (1872) y la remodelación de la fachada del Palacio de las Academias (1875), a imagen y semejanza de las más significativas obras de arquitectura europeas, creando la ilusión de Caracas como un diminuto Paris pero de un solo piso, convirtiéndola tal y como describe Arturo Almandoz, en una ciudad con salones pero sin palacios.

Al construirse el Teatro Municipal se genera frente a éste, un espacio público de encuentro, en los terrenos que hoy ocupa la Plaza Caracas, una suerte de admiración romántica de la nueva y gran edificación cultural. Algo similar sucede con el Palacio Legislativo, el Palacio de las Academias y sus espacios adyacentes: que se convierten en el Paseo Guzmán Blanco (1878) con estatua ecuestre del Ilustre Americano incluida, es el primer boulevard, lugar de encuentro y espacio de contemplación, al que se acudía tanto a admirar los avances en la arquitectura que la civilización habría traído, como a ver y ser visto, constituyéndose entonces como el primer espacio vitrina de la floreciente sociedad caraqueña. Dentro de este programa urbanizador se reformula también el recorrido del calvario creando el Paseo del Calvario (1875) serie de sucesivos jardines, caminatas, esculturas de varias personalidades y espacios de contemplación de la naturaleza y de la ciudad, en el que se le construye por orden del “civilizador” una capilla de orden neogótico muy afrancesada y una estatua de su persona, que el buen humor venezolano tuvo a bien bautizar como “El Manganzón”. De esta manera se cambiaría definitivamente la imagen colonial de una Caracas hasta ahora de casas de bahareque y techos rojos, por una naciente modernidad.

Esta misma sociedad que salía a verse perfectamente trajeada y que encontró en estos nuevos espacios públicos lugar de expresión del manual de urbanidad de Carreño, necesitó expandir y ubicar sus viviendas en lugares más tranquilos y alejados del centro. Atravesando el río por el Puente de Hierro, se levanta el asentamiento hoy conocido como Urbanización El Paraíso. En 1905 se convoca por parte del Ministerio de obras públicas a un concurso para la elaboración de la pieza que va a conmemorar el centenario de la Batalla de Carabobo de 1811, el ganador es Eloy Palacios quien elabora una escultura que consiste en una columna neogótica custodiada por cóndores, que soporta en su parte superior, la figura en bronce de la Patria: una india de torneada figura que lleva sus manos alzadas: la derecha con laureles y en la otra una antorcha símbolo de la libertad. Esta estatua es colocada en la rotonda de entrada al hipódromo por lo que es de mirada obligada a los asistentes dominicales que llenan las tribunas en búsqueda de esparcimiento: los hombres con sus miradas acuciosas y las mujeres de sus brazos, evadiendo con sus sombrillas y bajo sombreros la pecaminosa imagen de La India del Paraíso. De ese mismo período y del mismo autor es la estatua ecuestre que decora la Plaza Páez, inaugurada el 24 de julio de 1903 por el gobierno de Cipriano Castro "en nombre de la gratitud nacional" y corresponde a una conmemoración en bronce de El prócer José Antonio Páez.

El Cementerio General del Sur representó el primer avance de la ciudad sobre territorios anteriormente agrícolas, fue inaugurado, clausurado y vuelto a inaugurar en un período menor a cinco años, en el se edificaron capillas, esculturas, mausoleos, criptas y panteones de alto valor estético. Estas obras han sufrido a lo largo de muchos años las agresiones del hampa común y los ladrones de tumbas, que han deteriorado de manera irreversible piezas importantes de nuestra arquitectura funeraria.

Hasta este momento la vida social y cultural del caraqueño estuvo mediada por los espectáculos públicos en el hipódromo, las visitas al teatro, ópera o eventos en las edificaciones culturales, los té de salón y las obligaciones dominicales a las iglesias, que se esparcían a lo ancho del valle al igual que la ocupación de la ciudad.
Con la llegada al poder de Juan Vicente Gómez, se dedicaron los fondos públicos a obras de infraestructura: vías, trenes, puentes y túneles a lo largo del territorio nacional, cambió la sede de la capital de la república y de varios de los ministerios a la ciudad de Maracay, esto mantuvo a Caracas en un estado de semiparalización en cuanto a construcción de nuevas edificaciones se refiere, sin embargo, se realizaron trabajos para la incorporación a la red eléctrica, se direccionaron las aguas servidas a los ríos cercanos (he aquí los orígenes de la contaminación del Guaire, El Valle y otros ríos o quebradas que atravesaban la ciudad) y se activó el tranvía como sistema de transporte público.

Sin embargo, y bajo la dirección del ingeniero Alejandro Chantaing, se construyeron varias edificaciones importantes para la reunión o esparcimiento del caraqueño. En 1905 se inaugura el Teatro Nacional con intención de acentuar su origen y propósito nacionalista para que los artistas y exponentes criollos tuvieran su propio lugar de exhibición, y en 1919 se inaugura el Foro del Nuevo Circo, espacio para la fiesta taurina que llenó sus tribunas por muchos años. Y que afortunadamente hemos reconstruido.

Antes de terminar el primer decenio del nuevo siglo arribaron los primeros automóviles a la ciudad, sin embargo el proceso fue lento. Solo la nueva burguesía poseía autos, siempre con choferes importados que permanecían hasta que se demostraran las destrezas al volante del nuevo propietario. Fue uno de estos primeros automóviles, conducido por un novato chofer, el que al tropezar hizo caer en la esquina de Amadores en La Pastora al Dr. José Gregorio Hernández y darle el golpe memorable que le quitara la vida. Sin embargo, ya en 1930 apareció el primer flechado y con él los incipientes símbolos de congestión. Frente a la Plaza Bolívar los choferes de vehículos y los de carrozas se disputaban por los espacios de aparcamiento.
Frente al Teatro Municipal y la Plaza San Pablo empieza en 1927 a construirse el Hotel Majestic que con sus 8 pisos le quita la primacía de la altura a la torre de la Catedral y se erige como la edificación más alta de la ciudad. Lugar de eventos sociales y residencia eventual de las personalidades que arribaban la ciudad. En una de sus visitas se asomó Carlos Gardel a admirar, desde lo alto, la apacible Caracas
La ciudad empieza a expandirse en todas las direcciones, las haciendas se subdividen en urbanizaciones y el modo de vida en la ciudad cambia. En 1928 comienzan a aparecer nuevos desarrollos en las periferias como La Florida a la que los lugareños no querían mudarse por su lejanía del centro. Una adecuada estrategia inmobiliaria por parte de sus promotores que consistió en rentar las viviendas a los extranjeros y sus familiares, la hicieron más llamativa. Las haciendas de las cercanías (Blandín, Mosquera entre otras) fueron parceladas por los grandes urbanizadores quienes deciden el tamaño de las parcelas y las vías adyacentes, los terrenos son ahora más pequeños y ofrecen un nuevo modo de vida para la ciudad que empieza a vislumbrarse y a crecer aleatoriamente. Los terrenos se ocupan con casas de diversos de estilos: neogóticas, modernas, neocoloniales, de catálogo, estilo americano según el gusto y criterio de cada propietario, pero en su mayoría casas con jardín, retiradas de la calle dando la nueva imagen de una ciudad verde. Vivir en estas nuevas urbanizaciones era como vivir en medio del campo pero cercano a la ciudad. Al mismo tiempo que esto sucede en las periferias del este, el inicio del funcionamiento del Banco Obrero en 1928, contribuye a la construcción de casas para obreros de ingresos medios y bajos, en la zona de San Agustín del sur. La actividad de éste se vio paralizada por varios años hasta 1936.

El espacio urbano por excelencia para las revueltas estudiantiles de la generación del 28, se presenta como la conexión con el este, especie de articulación en la que confluyen el límite de la ciudad tradicional y la expansión suburbana. Parque Carabobo es en 1934 enaltecido con esculturas de Francisco Narváez consolidándolo como un nuevo espacio de esparcimiento y reunión de la ciudad.

En 1933 la ciudad siente la necesidad de modernizarse y lo hace a través de un decreto en el que se propone la intervención del casco central y su redensificación. Esta intervención permite la refracción de las cuadras adyacentes a la Plaza Bolívar, para la construcción de la Gobernación de Caracas y se contrata a un grupo francés para que presente propuestas en cuanto a la solución del casco central, en 1936 dan con un proyecto que plantea el ensanche de la calle generando un eje principal, una serie de edificaciones gubernamentales y espacios públicos a sendos lados que rematan con una pirámide en la que se resguardarán los restos del Libertador, este Plan es rechazado y del cual sólo se respeta el trazado vial, la implantación y ensanche de la Av. Bolívar, demoliendo varias edificaciones de carácter patrimonial entre ellas el Hotel Majestic.

El Parque Los Caobos en 1934 es el extremo de la ciudad y se convierte en el camino de enlace entre la ciudad histórica y la expansión del este. Todos deben pasar por lo frondoso de su calle principal para ir a las periferias. Este portal vegetal de la ciudad en transformación, se ve reforzado a partir de 1936 por la construcción de dos edificaciones culturales: el Museo de Bellas Artes y el Museo de Ciencias, ambos de carácter neoclásico con características espaciales diferentes pero que conforman una unidad visual y generan a su alrededor un vacío entre llenos que luego será la Plaza de los museos. Cualquiera que alguna vez haya ido a un espectáculo sabe que ahora esta es la zona cultural por excelencia de la ciudad, donde además de estos museos se encuentran el Ateneo de Caracas, el Museo de Bellas Artes, La casa del Artista, el Museo de Arte contemporáneo, el Museo de los Niños, el Teatro Teresa Carreño y es también el centro multireligioso de la ciudad ya que hay Mezquita, sinagogas, una capilla católica y el centro Maronita. La construcción de estas obras y la consolidación de la zona cultural son de principios de los ochenta y alguna que otra de los lejanos noventa.

En ese momento es decir, 1936 empieza a modelarse la ciudad moderna, tal como hoy la conocemos, en los propios umbrales del movimiento moderno a nivel mundial. La ciudad en crecimiento representa la oportunidad, el laboratorio y el escenario idóneo político, económico y social está dado. Económicamente hablamos de un país con altos niveles de ingresos por la explotación petrolera, en lo político vivíamos un proceso de cambios y de restructuraciones y la sociedad se encontraba ávida de progreso.

La reurbanización del Silencio se logró a partir de 1944. Con esta intervención se demolieron edificaciones de carácter informal, con grandes problemas sanitarios, sociales y económicos, para dar cabida a un desarrollo novedoso de carácter moderno que combinaba el uso residencial con el de comercio, en edificaciones armónicas y diseñadas acorde al clima tropical, amplias galerías que vitrificaban y sanearon el espacio público.
A principios de 1940 ya la expansión de la ciudad era un hecho, se presentó una nueva oportunidad de vivir en la tranquilidad del campo pero cerca de la ciudad esta fue la Urbanización Altamira promovida por Luis Roche en los terrenos de la Hacienda El Paraíso, se construyó en 1945 una plaza pública para que sirviera de atractivo a la nueva urbanización. La Plaza Altamira posteriormente cambió su nombre a Plaza Francia luego de un convenio entre las ciudades de Caracas y París para tener una Plaza Francia en Caracas y una Plaza Venezuela en París. Nos regalaron el Obelisco que para la fecha llegó a ser el elemento más alto de la ciudad. Este espacio público es ahora uno de los lugares de reunión y encuentro del caraqueño, ya que en su subsuelo existe un amplio estacionamiento 24 horas y una de las estaciones más concurridas del Metro de Caracas.

El Centro Simón Bolívar en 1949, viene a rematar en el sentido oeste la avenida Bolívar reforzando y colocando en su eje sendas edificaciones, construidas en el período de Cipriano Domínguez. Dos torres de gran escala se alzan sobre pilotes dejando la ciudad pasar bajo ellos en planta baja libre, al mejor ejemplo moderno, se generaban espacios abiertos de gran monumentalidad y funcionalidad, creando un nuevo escenario cívico, la Plaza Caracas. Un ejemplo emblemático de arquitectura moderna para la ciudad, en el que se respeta y enaltece a sus vecinos inmediatos, se da respuesta a las diversas problemáticas del espacio urbano, y corresponde según texto de William Niño a los "cinco puntos" de Le Corbusier, la planta libre, los pilotes, los corredores profundos y verticales, sus estacionamientos y teatrales escalinatas, sus detalles en bronce, las rampas, los brise-soléis, las terrazas-jardín, el desplazamiento vertical, su plaza aérea, la espléndida terraza pública, sus bandejas mirador, el sentido albertiano de la arquitectura, la especialidad potencialmente interminable del cubismo, la situación ambigua y compuesta, las calles memorables y las secuencias de puntos estabilizadores, dan cuerpo a un discurso manifiesto de arquitectura a partir del cual aprendimos entrañablemente la lectura y la seductora belleza de la contemporaneidad”.


A razón de la inminente expansión, se contrata a la misma empresa francesa que años atrás hizo el Plan Rotival y ejecuta el Plan Vial de 1951. El mismo comprende el ensanche de varias de las más importantes y transitadas avenidas: Fuerzas Armadas, Sucre, San Martín, Urdaneta y la Francisco de Miranda. Se construyen también las autopista del este y la Caracas La Guaira. Con estas nuevas arterias viales la ciudad pasa a ser más activa en su crecimiento lo cual no quiere decir que sea más efectiva, simplemente fue más fácil llegar cada vez más lejos.

Dentro de este proceso de expansión surgieron edificaciones emblemáticas de cada uno de los polos de desarrollo que la vialidad fue abriendo tales como: El Hotel Tamanaco (1953) de Gustavo Guinand en la Urbanización Las Mercedes promovida por Gustavo San Román; la Fuente Monumental de Plaza Venezuela (1952), de Luís Maragall , considerada el centro geográfico de la ciudad por muchos años y que serviría de nodo urbano o articulación del Plan vial entre Los Caobos y la Gran Avenida de Sabana Grande; La urbanización de las Colinas del Sur por parte de Inocente Palacios a partir de 1953, dieron otra perspectiva de crecimiento a la ciudad, atravesando el río, atreviéndose a terracear montañas y a zigzaguear en calles para llegar a pequeñas cumbres de excelente vista sobre el valle, en esta nueva urbanización se implantaron edificaciones como El Club Táchira (1953) de Fruto Vivas y la Concha Acústica (1954) de Julio Volante símbolo de la creciente actividad cultural.

También es de esta época de grandes intervenciones El Helicoide (1955) de Jorge Romero, Dirk Bornhorst y Peter Neuberger, diseñado como centro comercial que serviría de modelo futurista de desarrollo, al incorporar en su interior el tránsito vehicular como esencia de la edificación. Ya todos sabemos la suerte que la caída de la dictadura y la discontinuidad reinante en nuestros gobiernos le dio a este ambicioso proyecto moderno.

En uno de los extremos de desarrollo de la ciudad se erige en 1957 El Hipódromo La Rinconada de A. Frohelich, una edificación que no deja de, como dice Federico Vegas en su libro “La ciudad sin lengua aguarme la boca”, observarla vacía es realmente impresionante y es una de las mayores cosas debo agradecerle a mis curiosos amigos de la universidad. La envergadura de sus cubiertas y lo magnánimo de las tribunas hacen para los amantes del diseño, mayor espectáculo que las corridas de caballos. Igual a veces me pregunto como sería la reacción que tuvieron los apostadores y hasta los caballos del Hipódromo del Paraíso de principios de siglo al llegar a este nuevo aposento. Aunque a una sociedad acostumbrada a la vivencia de grandes inauguraciones, este fabuloso lugar sería solo el cobijo de otro evento social.

Con la intención de dar servicios turísticos a la creciente ciudad, se levanta como símbolo sobre el admirado Ávila, el Hotel Humbodlt (1956) diseñado por Tomas José Sanabria, alberga estupendos y novedosos espacios, tanto su construcción como su puesta en funcionamiento son muestras de un invencible empeño. Acompañado de sendos teleféricos a cada lado de la montaña establece un puente entre el mar y la ciudad. Sabemos que estuvo mucho tiempo cerrado, fue recuperado y ahora a pesar de que no funciona como hotel, alberga ocasionalmente en sus amplios espacios de lobby: fiestas y reuniones gremiales como la que tengo fortuna de asistir cada año en conmemoración al día del arquitecto.

Esta ciudad que se ganó a los sabores de la vida moderna, es la que espera pacientemente la transformación a partir de 1946 y hasta 1956 de la Hacienda Ibarra en la Universidad Central de Venezuela, la misma se ganará por mérito propio ser el exponente de la integración de las artes, y es ejemplo vívido del mayor desarrollo del movimiento moderno en Latinoamérica. De la cual se han escrito muchas páginas, y dado innumerables conferencias.

Es también importante por su intención social la Urbanización 2 de Diciembre inaugurada en 1957, que luego de la caída de la dictadura pasó a llamarse 23 de Enero. Una reurbanización cuyo norte era que la sustitución de ranchos por apartamentos, cambiara el modo de pensar y de vida de sus habitantes, un conjunto de grandes bloques de edificios de vivienda se implantaron sobre la topografía. Lastimosamente sus áreas de esparcimiento y adyacencias volvieron nuevamente a cubrirse de viviendas informales, convirtiendo este proyecto en uno de los desaciertos de la modernidad. Ya sabemos las consecuencias sociales que estas equivocaciones nos traen.

El Paseo los Próceres construido como parte al sistema de La Nacionalidad en 1957, le dío a Luis Malausena la oportunidad de mostrarse como arquitecto, urbanista y diseñador. Es un gran eje conector entre la Universidad Central de Venezuela y la Academia Militar como instituciones universitarias de gran importancia. Fue creada con la intención de dar monumentalidad y presencia urbana en la ciudad a la Institución Militar de Venezuela. Cualquiera de nosotros ha podido comprobar que es un conjunto de casi 2 Km de largo que posee postes, banquetas, fuentes, jardines, esculturas, monolitos repartidas axialmente en el recorrido. Este es uno de esos espacios públicos que gracias a algunos consecuentes no hemos abandonado del todo, a pesar que ya no pasan caravanas en carnaval, sigue siendo un lugar de entrenamiento de deportistas, un paseo dominical y un espacio de grandes concentraciones . Tal vez con un poco más de cariño vuelva a recuperar su esplendor y monumentalidad originaria.

La bonanza petrolera de esos años cincuenta no sólo dio al gobierno la posibilidad de realizar construcciones, las grandes empresas o las que fueron creciendo, empezaron a colmar a la ciudad de edificaciones institucionales y sedes de las corporaciones. Una época de desarrollo inmobiliario inédito en el país. Esto sumado al arribo a tierra de patria de arquitectos formados en el exterior. Entre 1951 y 1959 se construyeron muchas edificaciones de alto valor arquitectónico y variadas tendencias, siempre buscando ejemplificar lo actual, desde una postura Clásica-moderna, entre ellas podemos nombrar: La sede de la petrolera Móbil (1955), el Centro Comercial Cada de las Mercedes 1956 ambas de Don Hacht, el Edificio Easo (1951) de Gustavo Guinand, el Edificio Cars (1950), hoy Toyota de Dupuy. La Sede de la Electricidad de Caracas (1953) de Diego Carbonel y Tomas Sanabria. El edificio El Municipal (1951) de Martín Vegas y José Miguel Galia marca las bases de la arquitectura de estos años, lo conforman una torre de oficinas sobre volúmenes bajos de comercio. La Torre Polar (1954) en la que se presenta la idea de la edificación autosuficiente y se combinan oficinas, terrazas, miradores, comercio, áreas privadas, cine y estacionamiento. El Banco Metropolitano (1955) y la edificación de Angloven ambas de Vegas y Galia y que hacen alarde de la obsesión moderna. El segundo con su particular volumetría parece casi una escenografía, fue un reto constructivo por la levedad que requería el techo, aún me divierte imaginar que se puede caminar cual hombre araña sobre la curvatura de su fachada.



Existen muchas más obras que me limitaré a enumerar algunas más a fin de no excedernos con la nuestra inevitable de la tradición de la arquitectura moderna como lo son: El Banco Unión (1953), el edificio Gran Avenida (1954), El Centro Profesional del Este (1959) y El Edificio Tabaré, y la espectacular Villa Planchart del arquitecto italiano Gio Ponti, obra maestra de la arquitectura moderna.



La época de la Postguerra trajo a Venezuela y a Caracas particularmente una importante cantidad de inmigrantes y con esto mano de obra que empezó a construir edificios de vivienda multifamiliar en las urbanizaciones emergentes; de Bello Monte, San Bernardino, Chacaíto, la Avenida Presidente Medina conocida como Avenida Victoria, La Candelaria, La Carlota, todas ellas edificaciones de un estilo inédito en el predomina el uso del mármol, granito, pórticos, cornisas y hierro forjado. Así mismo, esta ciudad que se fue llenando de inmigrantes también se fue llenando de excelentes, tarantines y fuentes de soda que luego de algunos años se convirtieran en restaurantes que han hecho que las comidas española, italiana y portuguesa tengan sus espacios consolidados en la distribución de la amplia gastronomía que la ciudad ofrece. Acaso alguno de nosotros no ha disfrutado de una exquisita Paella Valenciana, un espeso Caldo gallego, una Fabada o una pasta casera con salsa Nápoles de la nonna. Esto me hace recordar del edificio de la Casa Italia que se manifiesta con su forma única, de mucha belleza en el paisaje de La Candelaria, con la gran escalinata de acceso, y esmerados cerramientos de herrería.
Entre los años 1950 y 1957 aparecieron las salas de cine, convirtiendo, “la ida al cine”, una de las aficiones de moda del caraqueño. Estábamos viendo casi al estreno mundial (será que algún día esto podrá ser cierto) las películas del floreciente arte cinematográfico. Las personas se trajeaban con sus mejores pintas y conseguían en las salas sus lugares de preferencia para tomar asiento. Estas salas fueron la Junín, Imperial, Broadway, Castellana, Metropolitano, Palace, las Palmas, el Conde, Radio City, París y el Teatro del este. Todas repartidas de manera bastante uniforme en la ciudad. Algunas de ellas aún existen pero ya no son salas de cines públicos, las que ahora recuerdo que permanecen: la de la Campiña y el Mini Teatro del este se han convertido en centros de ayuda religiosa. Y es que con la llegada de las multisalas y la amplia oferta de cartelera el rito de la ida al cine se ha convertido en un hecho meramente comercial.

Al aumentar la población de la ciudad y con ella la construcción de edificaciones, los planificadores encontraron que en Caracas teníamos un índice deficitario de áreas verdes, que lastimosamente mantenemos, por lo que por decreto en 1958 se propuso el Plan General de Parques para el Área Metropolitana que incluyó el Parque del Este y la refracción o consolidación de otros parques como los que ahora contamos: el Parque del Oeste Jóvito Villalba, el Parque zoológico el Pinar, el Zoológico de Caricuao, el Parque los Chorros, la remodelación del Parque Los Caobos, el Parque el Calvario, El de las Cuevas del Indio y algunas Plazas como la Plaza Bicentenaria. De cualquier manera, estas áreas verdes no son suficientes para nuestras necesidades de esparcimiento definitivamente: Queremos más parques.

En 1958 se empieza la construcción del Parque del Este pero no es hasta 1964 cuando se concluye. Es un diseño integral realizado por el paisajista brasilero Roberto Burle Marx y su oficina Burle Marx y Arquitectos Asociados C.A. con la colaboración del arquitecto venezolano Fernando Tábora y corresponde a una de las obras maestras de la arquitectura paisajista. Es el primero en su tipo ya que está diseñado específicamente para el trópico, para mostrar su fauna y flora. Está compuesto por tres zonas una de patios y jardines amurallados que albergan al jardín Xerofítico, otra zona más boscosa con caminerías y lagunas para mostrar también las espacies acuáticas, y el área despejada de grama que rodea al lago. Entre su infraestructura de servicios están: fuentes de soda, el serpentario y el Planetario Humboldt que cuenta con el único Proyector Planetario Zeiss en funcionamiento del mundo. Así mismo posee un circuito de caminerías y recorridos, convirtiéndose en sitio de preferencia de los atletas, incluso los de alto rendimiento, quienes han planteado diversas rutas especializadas en beneficio del entrenamiento que requieren para cada competencia y a las que han bautizado de acuerdo a su creador. El parque del Este es el lugar de esparcimiento natural de preferencia del caraqueño, basta con pasar un domingo para encontrarlo colmado de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores que hacen uso y disfrute de sus instalaciones, se llega a encontrar tan lleno que todos esperamos con ansias la incorporación y ejecución del Parque Verde en La Carlota, para que también las bandadas de guacamayas y periquitos, que a todos nos alegran con su vuelo bajo el tráfico de la autopista, tengan otro lugar donde peregrinar.

El 29 de julio de 1967 Caracas vivió el sacudón del suelo que marcaría profundamente la memoria del caraqueño y que lastimosamente tuvo tanto pérdidas humanas como materiales. Las edificaciones que se vieron mayormente afectadas fueron las residenciales de entre 10 y 14 piso ubicadas en Altamira y Los Palos Grandes. Esto nos dio un miedo a las alturas que demasiado pronto superaríamos. El legado de esta catástrofe fue que se crearon normas más exigentes para las edificaciones y esto mermó durante algunos años, la actividad de la construcción. Otra de las cosas que aún late en la memoria del caraqueño es el temor ante las oleadas de calor premonitorias, solo deseamos que nunca más suceda.



Ante el amenazador crecimiento de la ciudad las comisiones de Planificación Urbana crearon varios planes que jamás fueron sancionados y otros pocos que sí. Uno de los que, afortunadamente, tuvo acogida y continuidad fue el del Metro de Caracas que empezó a proyectarse en 1968 desde la Oficina Ministerial de Transporte.
La ciudad de Caracas ha crecido mucho, por lo que es necesaria la construcción de obras de carácter público y la declaración de una zona protectora que pretende evitar la invasión de nuevas áreas verdes. Se construyen autopistas, viaductos y distribuidores que conectarán de modo más efectivo las diversas zonas de expansión de la ciudad. Aparece la autopista La Araña- Caricuao; la Avenida Boyacá, por todos conocida como Cota Mil; el segundo piso de la autopista del Este; la avenida Libertador, que es la única que entierra canales de velocidad dentro de la ciudad y que se implantó sin miramientos en la zona norte entre Maripérez y Chacao. A su paso se demolieron edificios, casas y se inhabilitaron calles que se convirtieron en zonas ciegas; la avenida inter comunal de El Valle; la autopista Prados del Este-Baruta- La Trinidad; y los distribuidores Baralt, el Pulpo, la Araña y el Ciempiés. A pesar que en está época sí se construían obras viales las mismas eran insuficientes para el crecimiento del parque automotor. Ahora padecemos de manera invivible la ausencia de nuevas vías, o de otro sistema efectivo de transporte masivo. Se hace de vital importancia la toma de consciencia de parte de las autoridades de crear nuevos medios de transporte.

El crecimiento se da en todas las direcciones llenando los cinco vertientes del valle; En el sur-oeste aparece la urbanización de Caricuao, para completar los nombres indígenas bajo los cuales son llamados nuestras urbanizaciones (Chacao, Caurimare); la inter comunal de El Valle vio como en su recorrido se levantaban barriadas y urbanizaciones de grupos de medios y bajos ingresos.

La migración interna del campo a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida, pobló las periferias con viviendas improvisadas que se fueron constituyendo en zonas marginadas de servicios, de seguridad y de infraestructura. La república concretera de Venezuela y las campañas electorales, que regalaban insumos de construcción, consolidaron estos asentamientos informales elevando la categoría de improvisación a consolidación de zonas populares o barrios, representando el principal problema y reto de todos los gobiernos posteriores: Cómo solucionar el problema del cinturón de marginalidad que se presenta y llena nuestras montañas de las periferias.

El problema de la vivienda continúa siendo tema de interés público, y en la búsqueda de posibles soluciones el Banco Obrero promovió urbanizaciones para la clase media en Prados del Este y el Cafetal y desarrollos para menores ingresos en Caricuao, La Trinidad, El Valle y Coche. El sector privado a través de los préstamos hipotecarios hicieron lo propio en la construcción de soluciones habitacionales multifamiliares, dando como resultado edificios de gran valor arquitectónico como El Farallón y El Centinella, y conjuntos de viviendas en El Marquéz , las Residencias Sans Souci en Chacaito grupo de edificios que rodean una reserva forestal y de fauna de carácter privado y El Parque Anauco.
La reurbanización de El Conde fue llevada a cabo por el Centro Simón Bolívar, su resultado fue la construcción de un conjunto residencial de alta densidad y elevadas pretensiones. Es un proyecto que demoró catorce años en construirse (entre 1970 y 1984) y que representaba un nuevo modo de vivir. Incluía 6 bloques de vivienda, 2 grandes torres oficinas, servicios, centro comercial, guarderías, tiendas, restaurantes, museos en un sólo lugar. El Conjunto residencial de Parque Central fue la solución planteada a una necesidad, pero que realmente no llegó, a mi juicio, a resolver enteramente un problema, lo que sí debemos agradecerles es el desarrollo de nuevas tecnologías constructivas, ya que fueron hasta el 2003 las torres de concreto armado más altas de Latinoamérica. Lastimosamente todos recordamos que en 2004, una de las torres principales, la torre Este, sufrió un devastador incendio que acabó con más de un tercio de la edificación. Las reparaciones comenzaron inmediatamente pero aún no han sido concluidas, seguimos observando las grúas en el lento proceso de reconstrucción.



La inauguración del Metro de Caracas en su tramo Propatria - Chacaíto en 1983, fue uno de los eventos más deseados por la creciente sociedad caraqueña, “la gran solución para Caracas”, que nos comunicaba subterráneamente en el sentido este-oeste. Nos sorprendimos al percibir tanta tecnología; las escaleras mecánicas y los trenes ultra modernos; estaciones imponentes que incorporaron obras de arte en los espacios públicos nos sorprendieron. Con la incursión del Metro nació también un efecto civilizatorio que nos duró más o menos 10 años, pero que ahora hemos perdido, podemos recordar el cambio de actitud y conducta de los usuarios al entrar al sistema de transporte, los cuales ante el temor de ser observados y reprendidos públicamente por los parlantes, respetaban las señales, la línea amarilla y lo mas importante unos a otros. Ojalá pronto volvamos a ser, en toda Caracas, esos ciudadanos Metro que tanta falta le hacemos a nuestra ciudad y a los demás.



Otro de los beneficios que el Metro trajo consigo, fue la transformación de la calle Real de Sabana Grande en el Boulevard de Sabana Grande, un lugar creado para el esparcimiento de los peatones, un boulevard lleno de tiendas y cafés. Lugar de reunión de poetas, artistas y bohemios. Nuevo espacio para las caravanas y reinas de carnaval, para los locales nocturnos y la fiesta. El lema en “Sabana Grande siempre es de día” aludía a que podríamos permanecer hasta altas horas de la noche o primeras de la madrugada disfrutando de esa zona de la ciudad. Sabana Grande se me baila al ritmo de salsa brava, a atrevimiento y desenfado, a alegría y jolgorio. Ahora es un espacio recuperado para la ciudad, ya que durante algo así como siete años fue territorio tomado por la economía informal, el primer día que volví a caminar el boulevard libre de buhoneros entendí: que el flujo peatonal allí es muy alto, que hay personas caminando a diferentes velocidades según sus compromisos, y que los buhoneros suelen ubicarse en los lugares donde más personas transitan a cuenta de “lo que no se exhibe no se vende” buscando encantar las miradas de los transeúntes. Puedo decir que todos coincidimos en que el primer paso para acabar con la economía informal, lejos de ser trasladarlos a mercados donde su encantamiento al transeúnte es mas difícil, es simplemente no comprarles.
Si bien el Metro de Caracas ha construido y continúa haciendo nuevas líneas, parece que estas van a menos velocidad que las necesidades de transporte urbano. A penas se inauguraron la línea 4 y la conexión del tren a Charallave ya están igualmente colapsadas.
Como portal y referencia de la Gran Avenida y luego del boulevard de Sabana Grande estuvo desde 1974 la Torre la Previsora, de forma piramidal y con el primer estacionamiento mecánico de la ciudad, posee en su parte superior el famoso reloj Patek Phillip que es el temporizador y que lleva segundo a segundo, la hora exacta. Creo que todos al pasar cerca de este edificio y tener oportunidad de observarlo, constatamos que nuestros relojes tengan la hora correcta en relación a la que se ve a lo alto de la torre y que es coincidente con la que escuchamos al oír el tomo en el 113.
Para generar complemento recreacional a la se construyeron, también en la época de los setenta, instalaciones deportivas como el Club Italo, en Los Campitos y el Poliedro de Caracas (1974) para grandes eventos y conciertos, en las adyacencias del Hipódromo de la Rinconada, con un aforo de 20.000 personas de pie y con una estructura de domo geodésico diseñado por Jimmy Alcolk es el espacio para espectáculos de preferencia. La experiencia de ir a un concierto allí no deja de ser emocionante, que lo digan los que acaban de asistir a NIN.
Para los juegos Panamericanos de 1983 se actualizó la infraestructura deportiva con el Brígido Iriarte, el Parque Naciones Unidad en los terrenos del hipódromo del Paraíso y se hicieron mejoras en el estacionamiento de los Estadios de la Ciudad Universitaria. En el ámbito deportivo la ciudad cuenta con alguna infraestructura que, a pesar de no ser la más amplia, colabora con los espacios destinados a la recreación como es el Parque Miranda.

Una de las zonas que podemos nombrar que está muy diferenciada y ya consolidada es el distrito médico en la Urbanización San Bernardino. Sin embargo con los cambios en la normativa sanitaria mundial se recomendaba la construcción de centros de atención primaria y especializada a lo largo de toda la ciudad, por lo que se levantan la Policlínica Las Mercedes, la Maternidad Leopoldo Aguerrevere, el Centro Médico Docente La Trinidad, la Clínica Caurimare, La Clínica Santa Sofía y los Hospitales Perez Carreño y General del este Domingo Luciani.

Durante el final de los setenta y principio de los ochenta se construyeron muchas edificaciones destinada a oficinas, se consolidó la avenida Urdaneta como el centro financiero ya que las sedes de los principales bancos se erigieron en está zona de la ciudad, también la zona de Plaza Venezuela y Chuao se consolidaron como distritos empresariales. Los edificios que avalan esta apreciación son los siguientes: El Banco Central de Venezuela, La Fundación La Salle La Colina, El Centro Nacional de Comunicaciones CANTV, El Banco Nacional de Descuento, La Torre Phelps, la Torre Capriles, El Banco Caracas, Seguros Orinoco, El Universal, La Torre Lincon, el Ministerio de Educación, La Torre Europa, El Instituto Nacional de Canalizaciones, el edificio de la IBM, La Torre América, La Torre ABA, El Cubo Negro, el Multicentro Empresarial del Este, La Electricidad de Caracas, Parque Cristal y el Banco Unión entre otros.

En los noventa llegaron los centros comerciales, estos empezaron a sustituir los espacios de recreación. Grandes moles cerradas, que viven dentro de sí mismas, contentivas de variadas actividades: comerciales, gastronómicas, recreacionales y sobre todo seguras desplazaron a los parques y las plazas dentro de la preferencia del espacio de esparcimiento. La comodidad de estacionamiento, la seguridad y el hecho de que todos los miembros, de distintas edades, de una familia pudieran divertirse en un mismo lugar, colaboraron en que el vitrineo y el paseo por el centro comercial sea, desde ese momento, la actividad de fin de semana de los caraqueños.
Hoy día existe una explosión inmobiliaria de carácter colosal, esta vez no de edificios empresariales, o institucionales, mucho menos de espacios recreacionales o de esparcimiento, es una densificación de la construcción de viviendas. Aprovechando la oportunidad de créditos, los grandes inversionistas han usado la escusa del déficit de viviendas para colmar de edificios lo que antes eran zonas verdes y montañas. En lo que conocemos como el Solar del Hatillo, por solo nombrar una de estas nuevas urbanizaciones, están construyéndose en la actualidad no menos de 15 conjuntos residenciales, si bien es cierto que todos necesitamos viviendas es fácil imaginar lo que será el tráfico de las arterias viales que a estas zonas llegan, ya que se dan permisos para la construcción de edificios pero ni se llega a pensar en la construcción de nuevas vías o transporte público.
La ciudad se vuelve a sentir un valle plácido cuando ocurre el éxodo vacacional, es fácil comprobar como cambia la densidad de vehículos con el inicio a clases. O mejor aún lo divina que es Caracas en la Semana Mayor cuando en cuestión de 15 minutos es posible recorrer toda la autopista desde el Valle a la Urbina. Parece que a la ciudad le sobran, para su óptimo funcionamiento, tres millones de personas, cuando en realidad es que nos faltan servicios para al menos diez millones más de los que actualmente la habitamos. Es que con el lema de “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra” todos, a pesar de esas cosas que nos molestan de la ciudad, queremos vivir aquí. Tal vez como herencia de los indios Caracas, nos negamos a perder el valle. Los sentimientos que Caracas despierta son, como dijo Rafael Arraiz Lucca, “un amor desmedido y un odio injustificable”.
Me pregunto porqué en un momento dejamos de construir espacios para la ciudad y el disfrute ciudadano, parece que en el afán de crecimiento y expansión dejamos a un lado lo público. Renunciamos a nuestros derechos urbanos, abandonamos la calle y dejamos todo dentro del ámbito de lo mío, de lo reservado, de la propiedad privada. Pasamos de ser una sociedad amable con los otros, desprendida y generosa a ser seres egoístas a los que sólo le importa el bienestar particular, en el momento que volvamos a pensar en el otro, el todos nosotros volverá a ser prioridad, la palabra ciudadanía y el respeto ciudadano dejará de sernos una extrañeza