martes, 5 de diciembre de 2023

Día del Profesor Universitario

El Día del Profesor Universitario en Venezuela está consagrado a la autonomía universitaria, como un logro que se hizo realidad hace cincuenta y tres años, en 1958, cuando una vez caída la última dictadura que se vivió en el país, se cristalizó esta gran conquista tanto por parte de los docentes, estudiantes, empleados, obreros y de toda la comunidad universitaria nacional.

Hoy prácticamente  más que una celebración  es una conmemoración, en la actualidad el ejercicio de esta importante profesión se ha convertido en sacrificio, un sacrificio que va más allá de la innata  vocación, donde la celebración está empañada por los ataques constantes contra la Educación en todos sus niveles.  

Con estas imágenes honro a quienes han formado a lo largo de la historia a nuestros profesionales , quienes con «Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor»  continúan con su lumbre de fiel claridad venciendo la sombra de la ignorancia.  

Hoy honro a mis profesores pasados y presentes, muy especialmente  a los de las Universidades Públicas Nacionales, entre ellas, la 1era del País, nuestra Universidad Central de Venezuela. 

Profesor Universitario, Revista Shell 6/1955

Historia

La Ley de Universidades de Venezuela fue promulgada como Decreto Ley N.º 458 el 5 de diciembre de 1958, fecha que se adoptó como Día del Profesor Universitario. El proyecto de la ley fue elaborado en los meses sucesivos al derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.

Ese año, bajo una Junta de Gobierno Provisional, transitaba de nuevo Venezuela el camino hacia la democracia, interrumpido en 1948. Se derogó así la Ley de Universidades del 2 agosto de 1953, sancionada en el discurrir del segundo año de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.

Dos semanas después del Decreto Ley del 5 de diciembre de 1958, y ya con un Presidente electo para reiniciar el experimento democrático en el país, el 18 de diciembre de 1958 la Junta de Gobierno proclamó la autonomía universitaria. En efecto, el domingo 7 de diciembre Rómulo Betancourt ganó la elección presidencial, asumiendo la Jefatura del Gobierno de la República el 13 de marzo de 1959.

La Ley de Universidades fue enmendada el 2 de septiembre de 1970 en el Congreso Nacional presidido por José Antonio Pérez Díaz, y promulgada por Rafael Caldera, presidente de la República, en el Palacio de Miraflores, el 8 de septiembre de 1970. Ese mismo día fue publicada en Gaceta Oficial N.º 1.429 Extraordinario.

Fuente:http://www.ucv.ve/organizacion/vrac/detalle-noticias-vrac/article/5-de-diciembre-dia-del-profesor-universitario.html?cHash=87e558af9c

Imágenes : tomada de la Revista Shell/ Junio 1955 

lunes, 4 de diciembre de 2023

Caracas



“NO es de ahora.

Caracas siempre encierra dos ciudades, porque tiene dos vidas diferentes. Una la de los grandes sucederes. La de las grandes fechas. La ciudad del acontecimiento que titula capítulos de libros. La ciudad que mide por kilómetros de años. La de ciertos gobernadores – Emparan, por ejemplo – que tuvieron la suerte de unir su nombre a algo y por eso no puede soslayarlo la historia. La ciudad se narra por etapas. La ciudad exterior. La de las grandes síntesis. Precolombina. Conquistada. Colonial. La ciudad de la Independencia. Caracas Federal. Caracas romántica. La del” El Cojo Ilustrado”. La del 18. La del 28. La del 36. La del 45. La del 58. 

Las fechas tal vez sean los signos del paréntesis. Que abren y cierran determinada etapa. Pero entre uno y otro – páginas que no son ni primera ni última pero sostienen el cuerpo del periódico – entre un suceso y otro-, multitud de sucesos que integran la dinámica social. Que hacen que la ciudad sea. Se repita un nombre que tiene continuidad histórica, sino algo mucho más importante. El descubrir de esa multitud innominada de pequeños sucesos son los que han afirmado las tradiciones. Son los que conforman el carácter de la ciudad. Entre uno y otro Emparan, los gobernadores para los cuales no existe la memoria. 

Se necesita entonces averiguar la hebra a partir del bordado. 

Destejer la ciudad. Hacerla hilos.

 Es la única manera de saber cómo se forman los 400 años de hilo de la ciudad”.


Efraín Subero

La Ciudad y Las Ciudades

Editado por la Compañía Shell de Vzla 

A Caracas en su Cuatricentenario. 

martes, 25 de julio de 2023

¿Existe el Caraqueño?

Celebrando el aniversario 456 de Santiago de León de Caracas comparto este artículo publicado  en la Revista Bohemia en 1966 como antesala al Cuatricentenario, 56 años después:  ¿Existe el Caraqueño? ¿Qué ha cambiado de Caracas?

¿Qué permanece?


“La vida de Caracas, como de todas las grandes urbes modernas, ha cambiado mucho en los últimos 30 años, y aunque las razones de tal transformación han sido las mismas: descubrimientos y conquistas en el campo científico, aumento de población, avance en las técnicas de comunicación, etc., puede asegurarse que en la capital venezolana el cambio ha sido más violento que en otras ciudades.

Las corrientes migratorias llegadas de Europa y las no menos fuertes corrientes provincianas han sido quizá los factores que más han contribuido a hacer de Caracas un conglomerado urbano donde habitan casi 2 millones de personas, la mayoría de las cuales no son caraqueñas. Pero... ¿existe realmente el caraqueño? ¿Puede hablarse de él como un individuo completamente diferenciado del resto de los venezolanos?



El doctor Rodolfo Quintero, antropólogo, profesor en las Facultades de Economía y Humanidades de la Universidad Central de Venezuela y miembro del Comité Coordinador de la Investigación ESTUDIO DE CARACAS, es el primero en responderá estas preguntas.

Antes de entrar en materia, nos aclara que su punto de vista, lógicamente, se fundamenta en observaciones directas y en los resultados de algunas investigaciones que en ese sentido realiza la UCV.

-El estudio con metodología científica de la vida cotidiana de los pobladores de Caracas -nos dice- facilita la elaboración de fórmulas sobre su manera de vivir, que comprende actitudes, creencias, motivaciones y sistemas de valores, ayuda, pues, a conocer los rasgos de su cultura, que comparados con los de otras culturas, permiten generalizar sobre la presencia de elementos que configuren una "cultura caraqueña".

-¿Cuál es el objetivo del Estudio de Caracas?

-Las investigaciones comprendidas en el plan general de este Estudio, donde participan profesores y estudiantes de la Universidad Central, han de aportar datos e informaciones valiosos, utilizables por los interesados en el análisis dinámico de la sociedad en que vivimos y de nuestra cultura.

-Al decir nuestra cultura, ¿se refiere usted a los que al principio llamó´ cultura caraqueña o una cultura latinoamericana, cuya existencia es negada por algunos antropólogos?

-Algunos antropólogos, ciertamente, niegan la existencia de una cultura latinoamericana. Para otros los conjuntos de rasgos propios de cada uno de nuestros países se interrelacionan y forman complejos culturales nacionales diferenciados que reflejan la heterogeneidad de culturas de América latina.

Pero también hay antropólogos que creen en una cultura latinoamericana como una unidad funcional, alejada de sus bases indígenas y europeas que cuenta con instituciones y pautas propias e identificables.

Hace una breve pausa y continúa: -Esta falta de unidad en las opiniones muestra la dificultad y complejidad que encuentran las investigaciones de campo cuya culminación haga posible definir, por ejemplo, al "hombre caraqueño" y su cultura particular, distinta de la cultura de los demás venezolanos y de los hombres de otros pueblos. Porque cultura no es un argumento de hábitos reunidos al azar, sino un todo integrado y funcional.

-¿No puede entonces hablarse de una cultura caraqueña?

-A comienzos de siglo podía hablarse de una "cultura caraqueña" o sub-cultura nacional, ya que "la ciudad de los techos rojos" que recuerdan los cronistas en forma agradable, crecía pausadamente adherida a un núcleo urbano de pequeñas dimensiones, en cuyos alrededores brotaban con timidez los barrios de rasgos extranjeros. Era un centro de población preindustrial que nació en los años que siguieron a la guerra de independencia por la concentración de grupos reducidos de hombres libres y extranjeros.

En ella se desenvolvieron procesos de sincretismo, sin mayores repercusiones en la vida cotidiana de sus habitantes.

Con expresión reposada y dando muestras de que el Estudio de Caracas es una de sus principales preocupaciones el Dr. Quintero continúa:

-Cuando en el país aparecen desordenadamente los islotes del modernismo, el hombre del campo pasa, sin las transiciones necesarias, a la ciudad, del trabajo en la agricultura al trabajo fabril, de un medio social a otro. Superpuestas a las estructuras tradicionales surgen nuevas estructuras económicas  de tipo capitalista, dependiente de factores de orden externo, y Caracas va resultando el producto y la imagen de esas estructuras superpuestas, su crecimiento se hace más y más rápido, pero sigue una dirección deformada, adoptando una organización sui-géneris.

-En la Caracas que se prepara para festejar su cuatricentenario -agrega- coexisten diferentes etapas históricas. Una parte de la población se interrelaciona a la manera propia de una organización social capitalista, pero hay un desnivel entre las personas que viven dentro del este sistema y la parte que se mantiene al margen del mismo, partes que no integran un todo funcional, que cambian constantemente, pero a ritmo y con direcciones diferentes, que tiene cada una su propio sistema de valores. Encontramos, pues culturas diversas que se relacionan sin ceder posiciones.

-¿Podría clasificar esas culturas?

-La cultura criolla con rasgos que forman un complejo mal llamado " la Caracas de siempre". Venezolana alejada de sus bases indígenas, europeas y africanas, con elementos variados de un nacionalismo que se expresa en el culto a los Libertadores, música local, aficiones, cantos nuestros y resistencia a lo traído del exterior, y la cultura denominada modernista o extranjera, empeñada en desplazar las culturas materiales ae intelectuales criollas, adoptar maneras de vivir importadas principalmente de Estados Unidos.

En cada parte de la población comprendida en una u otra de las dos grandes culturas en contacto, hay capas con rasgos diferenciados en la forma externa.

-Este planteamiento concluye el Dr. Quintero- sólo tendrá plena validez cuando culminen los estudios que hacemos. En todo caso, negamos la existencia de un hombre "caraqueño" definido, con una cultura de Caracas integrada y funcional, con pautas propias e identificables. Seguramente, en la oportunidad del Cuatricentenario se evidenciarán en actos, ceremonias, programaciones, etc.,. las culturas y subculturas señaladas.

 El doctor Raúl Ramos Calles no quiere opinar en su condición de psiquiatra y nos dijo:- No pretendo que mi opinión se tome como ensayo psicológico sobre el caraqueño, sino más bien como un resumen de apreciaciones muy personales.

-Es posible -añade- que en la Caracas de antaño, muy aislada del resto del país, haya tenido el caraqueño características propias. Hoy el violento desarrollo de la ciudad a expensas de extranjeros y gente de la provincia imposibilita la existencia del caraqueño típico.

En aquella Caracas predominaba la influencia francesa, la ruta invariable de quienes podían viajar era Caracas-París, como lo es hoy el viaje a los Estados Unidos. La influencia vanqui [sic] arranca más o menos en 1940, y a partir de allí las altas clases sociales empiezan a vivir y a pensar en lo neoyorquino; lo caraqueño o criollo casi no cuenta.

-En Caracas- apunta enfáticamente- no advierto un patrón de vida especial; lo que hay es una mezcolanza de nacionalidades y sus habitantes no pueden presentar características psicológicas definidas.

-Lo más característico de nuestra capital es el cinturón de miseria que la rodea, del cual no hacemos más que hablar y proponer planes que no llegan a culminar en lo que debería.

-Opino que las características que se han señalado siempre al caraqueño al decir que es vivaz, refranero, oportuno, ingenioso, un poco supersticioso y hasta mal educado, son características comunes de todos los venezolanos, así que no se puede hablar de "caraqueño" en especial.

El Padre Barnola, caraqueño "rajao", según su propia expresión. Se apasiona por el tema y, de rememorar los paseos que en compañía de sus amigos hacía desde Caracas a las haciendas que estaban en las cercanías de donde hoy se levanta el Colegio "San Ignacio", donde se realiza la entrevista, nos responde:

-Las costumbres de aquella Caracas han ido desapareciendo con los cambios que el progreso ha imprimido no sólo a Caracas, sino a todas las grandes ciudades, pero todavía quedan algunos representantes típicos de la ciudad de principios de siglo que parecen  resistirse a la evidencia y continúan soñando con aquellos tiempos.

-En cuanto a característica especial que yo aprecio en los caraqueños- señala-, es cierta entonación al hablar, un algo que los distingue del resto de los venezolanos, cierta campechanía y confianza en la conversación.

¡Cuando un caraqueño dice, por ejemplo! ¡Mira, vale! ¡Tú Sabes!, ¡Dígame eso!, le imprime un tono especial, que usted no podrá traducirlo a la escritura, pero que dichas por un caraqueño en cualquier ciudad del interior hacen que lo identifique rápidamente como capitalino.

-Quizá sería impropio- aclara el Padre Barnola- catalogarlo como peculiar de los caraqueños en el sentido de que los extranjeros y gente del interior con jucho tiempo de vivir en Caracas acaban por asimilar el modo de hablar nuestro, así que podríamos considerarlo propio de los pobladores de Caracas.

-Y ya que hablamos de extranjeros- continúa-, quiero advertir que no es típico del venezolano rechazar al extranjero; lo tradicional ha sido mostrarse acogedor y enrolarlo bajo la denominación cariñosa) me parece= de musiú y misia.

-Y en el aspecto religioso, he notado que ciertas creencias de tipo espiritualista, muy arraigada en la vieja Caracas, han ido desapareciendo. Hot, por ejemplo, no se ve, como en aquellos días, reunirse la familia para rezar el  Trisagio en días de tempestad, la botella de gua bendita que no faltaba en ningún hogar, tampoco se acostumbra actualmente vestirse de negro riguroso el jueves y viernes santos y otras costumbres se han perdido  como consecuencia del nuevo ritmo con que se vive.

Otro caraqueño "rajao" con quién pudimos conversar es Lucas Manzano, uno de los más viejos, pues según él mismo confiesa, no sabe cuando nació porque "estaba muy chiquito para darse cuenta"  

El autor de "Caracas de Mil y Pico" complacido recuerda aquellos días como mejores que los actuales.

-¿Por qué?  

-!Ah! porque aquellos caraqueños eran gente que sabían vivir, alegres, trabajadores, responsables. Hoy se ha perdido todo eso, sobre todo el sentido de la responsabilidad.

-¿Qué característica especial podría señalar de sus compañeros de juventud?

-En primer lugar, el humorismo, la gracia no igualada de Francisco Pimentel, (Job), de Leoncio Martínez (Leo) de Víctor Racamonte y otros.

-Otro rasgo era la camarería y cordialidad era para propios y extraños, no había diferencia con el extranjero; si este quería ser nuestro amigo, lo echábamos y lo ayudábamos en lo que podíamos.

-Hoy en cambio- nos dice con un poco de desaliento- nadie quiere a nadie, el egoísmo y la violencia parecen haberse adueñado de Caracas y de sus jóvenes.

Dejamos a Lucas en compañía de sus recuerdos, los cuales nos regala continuamente en sus crónicas y reportajes y seguimos en busca de otros caraqueños auténticos.

Y encontramos al pintor y periodista Luís Alfredo López Méndez, quién, aunque nació en este siglo, se considera el mismo resto del siglo XIX y desde luego, se complace en recordar aquella vida reposada que contrasta notablemente con la actual.

-La violencia del cambio- apunta- es lo que determina la diferencia entre la Caracas de hace treinta o cuarenta años y la de hoy.

- Ahora no es posible conseguir que le den la razón por personas que usted solicita y que viven quizá muy cerca de donde las busca, lo cual si es posible en aquella ciudad de doscientos mil habitantes, dividida en parroquias pequeñas donde todos nos conocíamos.

Para responder a la pregunta inicial expone:

-No podemos hablar del "Caraqueño” en forma definida ya que el crecimiento de la ciudad, determinada por la inmigración europea, la afluencia de gente de la provincia y demás factores

-Del venezolano, y por tanto del caraqueño, se afirma que es alegre, echador de bromas, ingenioso, pero creo que el de hoy es un poco diferente al de ayer. Actualmente parece complacerse en mantener un pugilato de irrespeto contra todo y contra todos; en todas partes se escuchan groserías, las damas reciben casi insultos en vez de piropos y todo esto, naturalmente, nos hace recordar con nostalgias aquellos tiempos pasados, donde todo era respeto y donde la gracia y el humorismo campeaban por todas partes.

-Debo agregar que la situación actual no es exclusiva de Venezuela y que, como en otras partes, es consecuencia de los cambios que ha impuesto la nueva forma de vida.

Para el Dr. Eduardo Michelena, quién acaba de publicar su libro "Vida Caraqueña", lleno de anécdotas y comentarios sobre la encantadora ciudad de las primeras décadas del siglo, la característica más resaltante del caraqueño de esos años era el humorismo.

Refiere muchas anécdotas y, derrochando esa gracia típica de los hombres de su época, ríe de buena gana contando las ocurrencias de Job Prim, de Miguel Otero Silva y de Guillermo Austria. A éste no le gustaba que le preguntaran la edad- comenta-y en cierta oportunidad que alguien le preguntaran la edad -comenta- y en cierta oportunidad que alguien le preguntó si él era de la generación de escritores del "Cojo Ilustrado", respondió: "No, señor; yo soy de la generación que no alcanzó al "Cojo".

Su sitio predilecto era la Plaza Bolívar; visitaba el café situado frente a la plaza, se paseaba en la esquina de las Gradillas, y eso durante años y años. Cuando la inmigración italiana y portuguesa invadió la plaza, me dijo, con su ingenio de siempre: "No he ido últimamente a la plaza porque no tengo intérprete".

-Eso no quiere decir- explica Michelena-que no fuéramos receptivos a los extranjeros; yo considero que el criollo tiende a depositar más confianza en los extranjeros que en los mismos coterráneos. Y si no fíjese en la cantidad de europeos que están al frente de empresas e industrias venezolanas.

-Por otra parte- anota- no podemos hablar del "caraqueño"; la Provincia se ha acercado mucho con la facilidad de comunicaciones de que disponemos y así vemos que quienes llegan a Caracas a estudiar o trabajar, pierden su acento regional y adoptan el nuestro, entran pues a formar parte de esta Caracas que en su Cuatricentenario mostrará un aspecto totalmente distinto al de hace 30 años.



Para el doctor Guillermo Meneses, escritor y periodista, actual Cronista de la Ciudad, el caraqueño, si presenta características propias, las cuales el aprecia de la siguiente manera:

-Se pudiera decir que el carácter del caraqueño se debe tomar en cuenta su condición de montañés que vive siempre con la seguridad del mar cercano. Un hombre que tiene la costa presente en su conciencia a pesar de que el mar esté oculto por el Avila.

Además, es vidente) y los sociólogos no han dejado de anotarlo) que la población de Caracas, aunque ciudadana desde hace mucho tiempo, guarda muy poderosas corrientes campesinas. No hay duda de que existe en el caraqueño cierto fondo rural que lo hace desear especialmente los espacios, abiertos, los jardines, el verde.

Igualmente está claro que se conserva entre los caraqueños una serie de creencias que corresponde a la sociedad campesina. Cultos como los de María Lionza, el Desertor de Güigüe, la Piedra Imán, claramente campesinos que se unen a la veneración de figuras como la del doctor José Gregorio Hernández. Igualmente aparecen en ciertos momentos heterodoxias como las que produjo la Iluminada de Sarria o movimientos tan extraños como el del Obispo Castillo Méndez ( tan importante y escandaloso durante cierto tiempo).

-Lo que no es verdad -afirma categóricamente- es esa imagen de Caracas que algunos "viejos" quieren inventar: Una Caracas pacata, conventual y severa. Nuestra ciudad ha sido siempre alegre, activa, con un poco de desorden y mucho de espíritu creador. Afortunadamente, todo lo dicho puede reunirse en un magnífico tipo humano: el caraqueño curioso y abierto al mundo, porque, para contemplar, ha recibido siempre poderosos núcleos de inmigrantes de todas las razas.

 

Si atendiendo a la opinión de la mayoría de los entrevistados podemos asegurar que no se puede hablar del "caraqueño" como individuo completamente diferenciado del resto de sus compatriotas, podemos también asegurar junto con el doctor Arturo Uslar Pietri que: "Ha cambiado sin duda la vida de Caracas, pero continúa más poblada que nunca de hombres y de mujeres, es decir de esperanzas, de angustias, de heroísmo, de miseria, de belleza y fealdad, de ingenio y estupidez, de vicio y de virtud, de amor y de odio, para colmar plenamente  y realizar con su genuina grandeza la medida de cualquier destino humano". 

Por Emma Fonseca 

Fuente: Bohemia 1966 /07

portada Bohemia 1966


jueves, 22 de junio de 2023

 

Desde hoy empiezan en Caracas los Actos que se han programado para conmemorar el 5 de julio.

 

"Hoy comenzarán a celebrarse en esta ciudad los actos conmemorativos del Aniversario de la Declaración de la Independencia.

A las 10 de la mañana será inaugurado el Puente de los Caobos; seguidamente, en la Ciudad Universitaria, serán inaugurados los edificios para el Instituto de Medicina Experimental, Instituto de Anatomía-Patología, Dependencias del Instituto de Higiene, Aulas y Talleres de las Escuela Técnica Industrial y Pabellones para Invernadero y Orquidiario del Jardín Botánico, construidos por el Gobierno Nacional por intermediario del Instituto de la Ciudad Universitaria.

Mañana lunes a las 4 de la tarde se celebrará en el Nuevo Circo de Caracas un gran festival gimnástico por los alumnos de los planteles Municipales; de las cinco de la tarde en adelante pasarán películas cinematográficas en los cines de los barrios de esta ciudad; a las 9 p.m. un concierto de Gala por la Orquesta Sinfónica de Venezuela, en el Teatro Municipal. Se han anunciado también para mañana desfiles militares de acuerdo con programa especial del Ministerio de la Defensa. Habrá así mismo concierto en las parroquias de la ciudad."

 

El Universal

Domingo, 3 de julio de 1949





                                                                        Jardín Botánico 


Fotos de luís Felipe Toro

Lejano Puente de Los Caobos

 

Celebrando a Caracas #456

María F. Sigillo

 

Yendo más allá de Parque Carabobo, la ciudad comenzaba a extenderse decididamente hacia el lejano este.  Listo a finales del mes anterior, el 5 de Julio de 1949 es inaugurado el Puente de Los Caobos que daba a la Plaza de Los Venados, predecesora de Plaza Venezuela.

Además, responsable de su construcción, el Instituto de la Ciudad Universitaria entregó para la magna fecha los edificios para el Instituto de Medicina Experimental, el Instituto de Anatomo-Patología, las dependencias del Instituto de Higiene, aulas y talleres de la Escuela Técnica Industrial y el Pabellón para Invernadero y Orquidiario del Jardín Botánico. Las novísimas edificaciones deslumbraban a los habitantes de una ciudad prácticamente intacta desde las transformaciones que hizo Antonio Guzmán Blanco, bajo el  dominio de las grandes y pequeñas casas sembradas en un riachuelo de calles, donde hoy mandan los edificios y las avenidas.

El Puente de Los Caobos, se convirtió en la puerta de un prometedor paseo que, por entonces, nadie adivinó como el lugar inevitable del tránsito multitudinario que, a un paso de Plaza Venezuela, es parte de la dinámica de la urbe cotidiana.  Paseo que imaginamos partiendo de la lejanía de Antímano o de Chacao, demasiados foráneos para el orgulloso caraqueño del casco histórico, pues, faltando todavía para el fuerte oleaje de la migración del interior y del exterior de la década de los cincuenta, por lo general el caraqueño era hijo y nieto de caraqueños.



https://fundaayc.com/2016/08/02/1950%E2%80%A2-puente-los-caobos/
Imagen tomada de Fundación, arquitectura y ciudad 
1950 

domingo, 24 de abril de 2022

Letra y Solfa

Casualmente revisando algunos de los pocos archivos que he logrado recuperar de los dos discos duros que fueron victima de apagones caraqueños, encontré este de Alejo Carpentier, hoy al cumplirse 42 años de su desaparición física, en él  nos habla de la palabra cibernética y su posible alcance en este reino el 09 de agosto de 1953, en El Nacional.   


CIBERNETICA  [sic]

“Aunque la palabra “cibernética” es usada ya con mucha frecuencia en la ciudadela de las letras, dudo que la noción creada por ella en las mentes sea susceptible de verse definida claramente. Nadie logra explicar lo que es “cibernética” como ciencia, sino por el camino de las aproximaciones sucesivas, de las analogías, de las imágenes. Por lo mismo, considero de suma utilidad el ensayo publicado en el último  número de la  “ Nouvelle  Revue Francaise”, por Luis de Broglie, insigne físico, quien trata de explicarnos, con la mayor claridad posible esa “nueva rama de las ciencias…que debe su origen y su nombre a los trabajos del matemático norteamericano  Norbert Wiener”.

“No es fácil – Nos dice Luis de Broglie- ofrecer definición precisa de la cibernética. Su nombre, ya empleado por Ampere en su clasificación de las ciencias, significa etimológicamente que es la ciencia de lo que gobierna, de lo que “controla” en el sentido inglés del término:  la ciencia que hace entender el funcionamiento desde el puesto de mando. Podría decirse también que es la ciencia de los desencadenamientos (¿Cómo traducir el francés? “declancher”: operación inicial que desata, acciona, echa a andar alguna cosa?); es decir: de acciones que ponen en juego unas mínimas cantidades de energía, de las cuales no nos preocupamos, pero que tienen, el poder de provocar o de modificar fenómenos de una amplitud infinitamente mayor. Puede tomarse como imagen el regulador que mantiene constantemente en su velocidad normal una poderosa turbina, o , en otro orden de ideas, el telegrama recibido por el comandante  en jefe de un vasto ejército,  telegrama que lo decide librar la gran batalla de la cual depende el destino de toda una guerra…”

“Penando en ello, se ve aparecer el papel fundamental que debe desempeñar, en la cibernética, la noción de información, de la cual no se había percibido hasta ahora, toda la importancia. Porque la serie de desencadenamientos que se producen en los sistemas estudiados por la cibernética son provocados por  la negada de informes  que provienen de otros lugares del sistema, y muchas veces del exterior… Una de las ramas maestras de la cibernética será, pues, la teoría de las transmisiones y de las comunicaciones: es decir, el estudio científico de los modos de transmitir una información por un procedimiento cualquiera que podrá ser mecánico, acústico, óptico, eléctrico, radio-eléctrico, etc…

“Al reino de la cibernética se une también el perfeccionamiento de las máquinas de calcular – esas sorprendentes máquinas de calcular que disponemos actualmente, capaces de ejecutar cálculos difíciles y variados,  con mayor seguridad y mucho más rápidamente que el cerebro humano:  éste se encuentra, pues,  rebasado por los dispositivos que ha sido capaz de imaginar y realizar… La teoría de las máquinas de calcular , de las transmisiones de señales,  y, más generalmente, todas las que constituyen el haz de estudios que constituye la cibernética actual, parecen aportar numerosos informes sobre el funcionamiento  normal o patológico del sistema nervioso,  y, en particular, sobre el mecanismo de los reflejos: algunos autores han demostrado que podía ayudarnos a entender el funcionamiento del pensamiento lógico. 

Finalmente,  como lo ha subrayado Norbert Wiener al final de su obra la ya famosa , “Cybernetics”, los mismos fenómenos sociales podrían beneficiarse con una aplicación, a su estudio, de la nueva ciencia”.

El Nacional 

Agosto, 1953 




sábado, 16 de abril de 2022

La Fiesta del Café

 Por José García de la Concha 


“El café oriundo de la región llamada Kaffa, en Etiopía, Arabía, se difundió por todo el Oriente desde el siglo XV. En el siglo VXII pasó de Europa a las Antillas francesas, desde no tardó en extenderse por toda la América Latina. De las Antillas pasó a Venezuela, lo trajo al Valle de Caracas el ilustre presbítero don José Antonio Mohedano, quien junto a sus amigos Pedro Sojo, Bartolomé y Domingo Blandín lo plantaron en sus respectivas estancias de la Floresta, San Felipe de Neri y Blandín.
Ya don Arístides Rojas en sus famosas Leyendas Venezolanas, nos habla de su fiesta al describirla en “La Primera Taza de Café en el Valle de Caracas”.
   
                                                                                Padre Sojo 

Si hoy llamamos “Oro negro” al petróleo, nosotros hubiéramos podido llamar “Oro vegetal” al café, ya que fue nuestra riqueza en el siglo pasado y primera década del presente, sólo que, aunque menor, la supimos aprovechar. Yo siento tristeza cuando oigo decir: “Hay que sembrar el petróleo”, es decir, hay que aprovechar ese causal que Dios nos ha deparado, en industrias, plantaciones, fundaciones, para cuando le llegue su fin poder decir: se nos acabó el petróleo, pero tenemos esto o aquello que nos deja tanto o más.  No así sucedió con el café, nosotros sembramos el café; pero también sembramos gran parte de lo que nos producía. Venezuela por medio del café, salió a mediados del siglo XIX, que fue cuando se incrementó, del letargo que sufría desde la época colonial.  El Café le abrió las puertas al comercio exterior, y esto trajo por si inmigraciones importantes que no le costaron nada a la Nación.  A pesar de las crecidas deudas externas que pesaban sobre el fisco nacional, el Gobierno obtuvo nuevos créditos para extender ferrocarriles, abrir caminos, crear moneda, instalar Bancos y hacerse conocer en el extranjero como país productor de café, como Suiza demandaba nuestro cacao, los ingleses proyectaban y los modistos de París preparaban los encargos de distinguidas familias caraqueñas. 

Si el cacao, la caña de azúcar, el tabaco, el añil o el maíz, frutos del brazo venezolano, despertaba entusiasmo de un pueblo viril que se enorgullecía  de su propio valer, nunca supe de mayor patriotismo o mejor dicho, nunca vi mejor asomada el alma de la patria en el corazón del hombre de nuestros campos, que en las “faginas”  o “convites”  y sobre todo en el “remate”, que en la fiesta del café, entre los hacendados de Táchira, Mérida, Trujillo, los de Lara y Yaracuy, como en las extensas de Carabobo y Aragua, como en la Fila de Mariches y  los Valles del Tuy. El café en Venezuela ocupó todas las zonas. Por ello, el mejor obsequio de llanero para sus visitantes es una taza de café, en los Andes es el regalo con agua miel, en Oriente, en Margarita y ya en Caracas, es el pobre como el rico, a quien nunca le falta la tacita de café y ha de ser por esto que el Café en Venezuela es algo íntimo, y si en todas partes y en toda fiesta es imprescindible, es natural que su fiesta fuera cosa grande. 

Se preparan los semilleros, luego de repican, y cuando la plantica ha alcanzado de treinta a cuarenta centímetros, se trasplanta a su lugar definitivo donde previamente ya se plantaron los guamos, si es en tierra fría, o los bucares, si es tierra caliente; pero mientras estos arbolitos puedan dar la sombra requerida, se cambureaba el terreno, es decir, se plantaban bananos, escogiendo las especies de alto mástil, como el cambur titiaro, el topocho, el manzano o bien el lagunero.  Estos plátanos fertilizaban el terreno y daban la sombra que los pequeños cafetos necesitaban. Luego venían los deshierbos y la espera, en tres o cuatro años ya estaba fundada la hacienda.  El fundo, como se decía. 
Y ahora vengan las cosechas y con ellas el entusiasmo campesino. Las transacciones de bolsa y los créditos al comercio para los dueños y encargados. 



Todo el año tiene interesantes aspectos, tanto en la labor agrícola como en la comercial, con sus alzas y bajas. En lo rural: el despalillo, la floración, el deshierbo y luego la cogida, el descereso, [sic ] el patio, la trilla, la escogida y ensacada. Cada una de estas faenas distraen la vida monótona del campesino tropical, que su vida en el campo es diferente a la del campesino europeo que las cuatro estaciones les hace la vida más variada. 

Es por ello el desborde de alegría, cuando los campos, bajo los bucares en flor, presentan los arbustos del café cuajados de rojos corales que van a las cestas de las cogedoras, que parlanchinas y rientes se riegan por toda la fundación, para luego de un día de trajín llegar a la tolva para los efectos de la medida y recibir la paga. Después, al repartimiento o a la pulpería para regresar y alistarse para el joropo de la noche. 

Cuando ya finaliza la recolecta, es el patrón que da la despedida, el el “remate” por lo que quedó. Y hay piñatas, pollos descabezados, maratón, palo encebado, sartenes ahumadas, papelón con sorpresa, sancocho de gallina, hallacas navideñas, dulces de lechosa o conservas y pan de horno, tequiche y majarete y aguardiente de caña, y la pichagüita que no descansa del colador de balleta, de donde sale la colada de la aromática infusión de nuestro café. 



  
Arpa, cuatro y maracas marcan los compases del golpe tocuyero, o aragüeño, o del Alto Apure, si la fiesta es en el centro. Para los Andes, el bambuco o pasillos; y si Oriente, sus corridos, pasillos y merengues. 

Siempre pienso que en Venezuela, la que tanto le debe al café, en los días de Pascua, que es la época en que la mata está cuajada de granos rojos, debiera cada familia tener sembrada una tina, en su casa, una mata de café., y adornarla como lo hacen con arbolitos de otras tierras y climas y rendirle su tributo con la fiesta mas venezolana como lo es La Fiesta del Café. 

Caracas, 30 de julio de 1961

Fuente: Crónicas de Caracas de 1961.  


miércoles, 31 de marzo de 2021

Semana Santa en la Caracas de 1965

 Condiciones del Culto 

Por Cecilia Vicentini 


La ciudad de Caraca, por razones de índole históricas, presenta dentro del conjunto de toda su población una mayor proporción de creyentes católicos, en comparación con las restantes religiones que se encuentran en el área metropolitana. 

Además de la comunidad religiosa católica existen las comunidades protestantes, anglicana, evangélica, metodista, hebrea, luterana, griego ortodoxa, presbiteriana, etc., que forman pequeños núcleos   alrededor de los cuales se reúnen sus miembros, pero debido a que predomina el culto católico estas comunidades no ejercen poderosa influencia en el complejo de la población, sino que es la católica, en líneas generales, la pauta rectora de la vida religiosa de la ciudad.     

En este sentido, la ciudad de Caracas se nos presenta dividida en parroquias que constituyen los centros religiosos de la comunidad y que tienen por funciones prestar al parroquiano todos los servicios que le incumban en calidad de representante de la Iglesia. (…)

La parroquia en la actualidad, sigue siendo centro de reunión de los católicos para la celebración del culto, pero existen paralelas a ella otras instituciones que se han especializado en obras de carácter apostólico y caritativo, dejándole quizás la  principal misión que es el sentido espiritualista de la vida.  

“La Semana Santa es el acontecimiento de mayor proyección en la vida religiosa del católico venezolano. El ritual comienza el viernes anterior a la semana que corresponde en el calendario litúrgico a la Semana Santa y se denomina Viernes del Concilio. El pueblo se prepara con anterioridad para todo este ceremonial que día tras día se sucede, tal como las procesiones, la visita a los monumentos y la repartición de las palmas en el Domingo de Ramos.





 

Las procesiones se celebran desde el Domingo de Ramos por las calles que rodean el recinto de la iglesia de la parroquia con la participación de todo el pueblo y en tempranas horas de la noche. La procesión del Domingo de Ramos es llamada por el pueblo  “Jesús en el Huerto” y consta de una figura que simboliza  y representa a Jesús en el Huerto de los Olivos; el Lunes  Santo se realiza otra procesión con la figura de Jesús semi desnudo y atado a una columna; el Martes Santo corresponde a lo que se llama “La Humildad y la Paciencia”, porque en efecto la figura adoptada por Jesús, sentado en un tronco de madera, con el brazo a poyado en la rodilla y la cara sostenida por la mano encarna plásticamente  esta expresión;  el Miércoles Santo sale la procesión de El Nazareno, o sea Jesús ataviado de  vestiduras de un color morado, coronado de espinas; es interesante señalar  que dentro de la comunidad de la Parroquia Santa Teresa , situada al Oeste de la ciudad, es famoso el Nazareno  que allí tienen  y que se llama  Nazareno de  San Pablo, al cual se le rinde gran culto y veneración ; el jueves santo  aparece Jesús Crucificado, Cristo, y el Viernes Santo la procesión llamada del Santo Sepulcro donde cristo es llevado luego de su muerte. El pueblo sigue esta procesión con velas encendidas pronunciando rezos y algunas veces existe una banda que interpreta música sacra.”   

 

 







jueves, 30 de julio de 2020

LA VIRGEN DEL ROSARIO DE CARACAS, 1593

Por Juan Gant-Aguayo

Caracas ha perdido hace mucho su pasado.
La obsesión casi monomaníaca por nuestra manoseada historia moderna, en particular por los inicios del Estado republicano ganado con sangre pero por ello penetrado su origen hasta los tuétanos de gesta heroica o legendaria, han llevado al des recuerdo -o al ostracismo- tradiciones centenarias, devociones entrañables y hasta Vírgenes universales, cuyas imágenes veneraban con pasión de madre propia los caraqueños de la piadosa Santiago de León antes de la revolución emancipadora surgida del siglo de las luces.

La Virgen de Copacabana, el Nazareno de San Jacinto y la Virgen del Rosario son cuentas en ese rosario de desconocimiento moderno e ingratitud por olvido, advocaciones que colmaron calles haciendo arrodillar multitudes, en sus extintas antiguas procesiones de aquel tiempo de la colonia.

La Iglesia es la primera en inventar santos nuevos para viejos males. La Virgen de Las Mercedes -antigua patrona desde 1638 contra la “alhorra” o plaga del cacao-, Virgen ya caduca para el oficio, al parecer (por ser tal fruto irrelevante ahora, un vestigio provincial frente al emergente café republicano), decide en 1900 relanzarla como reencauchada patrona anti terremotos, frente a alguno -tibio- que mostró la cara ese año. Las puertas giratorias, que dicen.

Joseph de Oviedo y Baños, fiel caraqueño por adopción y prendado como todos de la Virgen del Rosario sita en su trono del templo de San Jacinto, la ponderaba de esta manera en su Historia, publicada en 1723: “… venérase en su iglesia la milagrosísima imagen de Nuestra Señora del Rosario, dádiva de la majestad del señor don Felipe Segundo, y atractivo de la devoción de todos los vecinos, que la reconocen por eficaz patrona contra la violencia de los temblores”.

Amén de clarificar quien era la Divina Protectora contra los sismos de Caracas, nos informa el cronista que tal imagen fue obsequio de Felipe II. En 1593 regresaba el procurador de la provincia, Simón de Bolívar, el Viejo, de su gestión en Madrid ante el rey. Venía acompañado de Martín de Zabala, rico mercader dominicano avecindado en Caracas tres años antes -al mismo tiempo que Bolívar y quizás llegado con él de Santo Domingo-. Martín compró casa y habitó en Santiago de León, tal vez por acompañar a su hermana María de Zabala, viuda que había hecho profesión de beata y decidido no casar más.

Es posible que la imagen de la Virgen del Rosario haya sido traída por Martín de Zabala, a su vuelta de España con el contador Simón de Bolívar en 1593 (que con este alto cargo de confianza por voluntad del monarca venía investido), o más probable, la trajo el mismo Bolívar, quien regresaba a la provincia luego de solicitar mercedes al propio rey Felipe II para Santiago de León, y pudo el soberano en audiencia personal -que con tan buen ánimo le concedió tales cargos personales y privilegios para la ciudad, hasta un escudo el de armas-, hacerle donación de esta imagen para animar a los vecinos a contribuir con la empresa de fundación del convento de San Jacinto, vistas las buenas obras que para el caso adelantaba ya en aquellas fechas Sancho del Villar, en 1590.

Haya traído Bolívar o Zabala la venerada imagen, lo cierto es que la fundación del convento de San Jacinto cobra impulso, y en 1597 se funda en la esquina de su nombre, en un solar que fuera del maestro de carpintería Diego Alonso, por entonces muy activo como encargado de enmaderar el techo, ventanas y puertas del flamante templo de San Francisco. Su solar fue permutado por una cuadra entera al sur de la ciudad, por acuerdo con el Cabildo.



El acaudalado Martín de Zabala le fabrica a la Virgen del Rosario una capilla de lujo en la nave de la epístola del nuevo templo. La Cofradía de la Virgen del Rosario del convento de San Jacinto estuvo a cargo suyo desde la fundación del templo hasta que fallece en 1636. Su hermana, María de Zabala, viuda y beata, custodiaba y guardaba la corona cerrada de orden imperial, rosarios de oro y perlas, estrellas, camafeos y dijes con piedras preciosas y otras joyas del manto de aquella imagen tan amada por todos los vecinos de Caracas, labor que cumple hasta que fallece, poco después y en el mismo año que su hermano Martín. La tarea devota la continuó su sobrina, la riquísima doña Maripérez, hasta su muerte al parecer ocurrida poco después del terremoto de 1641.

Se ha querido hacer de la advocación a la Virgen de la Inmaculada Concepción como la primera patrona mariana de Caracas. Es posible, mas no hay duda de dónde estaba el amor de los caraqueños desde que en 1593 Martín de Zabala o Bolívar trajeron -quizás- este regio obsequio de la Virgen del Rosario. En el informe de 1698 el prior de San Jacinto, sin proponérselo, deja testimonio para la historia de la intensa exposición pública que para esa fecha se hacía de esta venerada imagen, al detallar el costo en cera blanca labrada que representaba a fines del s. XVII el culto a esta imagen:

“La Virgen del Rosario se descubre cuatro [4] veces al día con seis velas [que se le encienden]: tres [veces] cuando se rezan los tres tercios del rosario, y una a la noche, cuando salimos a cantarle por las calles, cuyos gastos se pueden y deben apreciar por más de quinientas libras [de cera], … el cual gasto es considerable, para la renta asignada”.

¿Hace falta más prueba? Quinientas libras de cera al año representaba mas de un cuarto de tonelada gastado en cera blanca labrada para alumbrar esta Virgen, y el detalle de que se sacara en procesión todas las noches indica el fervor a esta devoción y los piadosos rezos del rosario que se hacían en cada casa, cada dia del año, al paso de esta imagen frente a la puerta.

La legendaria Virgen del Rosario se olvidó. Con olor a creolina permanece expuesta cual útil maniquí, buena su figura e imagen para exhibir el ropaje con que la cubren, que es un pálido recuerdo del magnífico que en su tiempo lució.

Sus joyas desaparecieron, quizás Morillo cuando estuvo en Caracas, o Boves, o los apremios económicos del esfuerzo patriota por sostener la guerra tras el terremoto de 1812. El retablo de su capilla en San Jacinto, tan engalanado de joyas en su tiempo como la Señora que entronizaba, fue desmembrado, y partes de su obra fueron a parar a la iglesia del pueblo de Guarenas, donde por el esplendor de estas reliquias de madera son aún adorno completo de su altar principal.

La imagen es una recreación digital de cómo pudo ser originalmente este retablo en San Jacinto, sacada de: “Los Retablos de las capillas de La Candelaria en Guarenas y del Rosario en la iglesia de San Jacinto de Caracas”. Davila, Marín, Niño, Badillo. 

Publicado en @CaracasLaDeLosTechosRojos (facebook)

viernes, 24 de julio de 2020

CARACAS


Por Lucas Manzano

“Según la tradición vernácula fundó esta ciudad con el nombre de Santiago de León de Caracas, el valiente Conquistador zamorano, General Don Diego de Losada que en gloria esté, el día veinte y cuatro de julio de 1567.[Sic]

Negar que antes se había establecido Francisco Fajardo en el mismo territorio el “Hato de San Francisco”, sería distanciarse de la verdad histórica, pues consta que el hijo de doña Isabel, cacica Guaiquerí, visitó en compañía del portugués Cortez Richo el bohío que motejó “Valle de Cortéz Bichó”, portugués que le acompañaba e la expedición, fundó luego el pueblo de “El Collado”  y habría el mestizo hecho maravillas a no hárberselo impedido las acometidas de la indiada, cuyo Jefe el audaz Guaicaipuro, le obligó a regresarse a su residencia de La Margarita y fue asesinado villanamente por Cristóbal Cobos.

Restos de la actuación de Fajardo, con quién colaboraba Juan Rodríguez  Suárez, valiente caballero de la Capa Colorada, encontró Losada en la penetración que hizo en el año 1566.

Cronistas contumaces  y, en consecuencia, amantes del taparrabos y de la civilización en esta parte del mundo, trataron, hasta un ayer reciente, de impedir con sofismas y argumento de ninguna consistencia la realización del homenaje estatuario a que es acreedor el fundador de Caracas.

Desde hace más de un cuarto de siglo venimos escribiendo en loa a Diego de Losada, con el fin de que se le rinda el merecido tributo de eterna recordación a que se hizo acreedor. Fuimos iniciadores de la primera Junta reunida en la Legación española, cuando representaba a su patria el Ministro Ranero y Rivas, y presidia la colonia española don Manuel Pérez Abascal. En aquella oportunidad habíamos logrado la colaboración del Gobierno español para el fin expresado, pero los sucesos que ocurrieron en Madrid desalojando a Primo de Rivas, nulificaron lo hecho.

Ha  [Sic] poco menos de seis años los miembros del “Rotary Club” de Antímano, iniciamos la erección del monumento y abre un concurso, según la prensa diaria lo ha publicado, para rendir homenaje al fundador de la ciudad; nos sentimos obligados a pergeñar unas cuantas parrafadas en loor de Don Diego de Losada.

En efecto, establecer la hacienda ganadera que e denominó “San Francisco” no es fundar una ciudad. Los conquistadores y los fundadores de pueblos, en tierras descubiertas por el glorioso Almirante, debían llenar el requisito a que estaban obligados, por requerirlo así las disposiciones que corren insertas en “leyes de Indias”. Según ellas, el conquistador debía proceder de esta manera:
Colocar el Padrón, que venía a ser una columna o pilar de una lápida o inscripción que recordase el notable suceso, o bien colocar la piedra fundamental que servía de mojón, rollo o padrón de arranque para la distribución de las tierras entre los primeros pobladores. El acto revestía trascendencia  por su gran solemnidad religiosa y cívico-militar.

Un pregonero publicaría los poderes necesarios para la fundación, en presencia de los pobladores  y testigos que habían de firmar el acta, luego se contaba con la libre voluntad de los vecinos que “querían poblar bien y con seguridad” en tal parte y sitio determinado. Hecho esto se imponía el nombre que debía llevar la población en adelante y, fijando el padrón, se declaraba establecida y fundada la ciudad en nombre de su Majestad el Rey de España y de la nación española. Finalmente, se señalaban allí mismo los límites del territorio o provincia.

Arbolado el rollo, el Capitán echaba mano a la espada u delante de testigos y pobladores tocaba por dos veces el padrón retando a los presentes en estos o parecidos términos : “Si alguno es tan osado y villano que contradijere este muy grande acto por el cual tomo posesión de este territorio y provincia e nombre de Su Majestad el Rey de España, que Dios guarde, y para gloria de Dios nuestro señor, que comparezca y lo diga…”


Al elegir Losada el nombre de “Santiago de León” para la nueva ciudad, quiso homenajear al Capitán General Pedro Ponce de León, quién le designó para que llevase a término empresa tal. En medio de la sabanita que eliminaba el área elegida para la Plaza Mayor debió verificarse el levantamiento del Acta.
 
Diego de Losada por el pintor venezolano Antonio Herrera Toro


Se repartieron solares, cada cuatro de los cuales habían de componer una manzana. Trazaban las calles tiradas a cordel de naciente a poniente y de sur a norte, porque así lo pauta su Majestad   en “Leyes de Indias”, y para solemnizar un tanto más el acto, que se verificaba   en el nombre de Dios y del Rey, nombraron Regidores a López de Benavides, Bartolomé de Álamo, Martín Fernández  de Antequera, y Sancho del Villar, esforzados lugartenientes de Losada.

Años más  tarde los albañiles rendían eficientes labores al amparo de las cuales iban surgiendo casas que habían de alojar al tren gubernamental.

Cerca de la esquina de Juan Guevara se levantaron la casa del ayuntamiento y la de la Cárcel Real, mientras que en el extremo inmediato, con cuatro horcones extraídos de los cedrales que sombreaban el Valle de los Indios Caracas, los presbíteros Blas de Puente y Fray Baltazar Garcés, Capellanes del Ejercito Expedicionario, acometían la construcción de la futura Catedral y de la ermita de San Sebastián en el ángulo norte de la hoy llamada esquina de Tienda Honda, la última.

                Todo el mundo trabaja. Los aborígenes fatigaban el espacio para desalojar las chozas construidas por Francisco Fajardo. Doscientas bestias de carga, ganado lanar y porcino en abundancia, quinientos carneros que a su paso por Valencia le obsequiara el Teniente de Gobernador Don Alonso Díaz Moreno, entraban a enriquecer el joven pueblo, embellecido por “Cerro Grande” que tomaba el nombre de Avila por generoso desprendimiento del hidalgo don Gabriel de Avila.

Primer Planto de Caracas 1578/ Pimentel 
Juntáronse luego el Cabildo para elegir Alcalde a Gonzalo de Osorio, sobrino de Losada, y oír el voto que había de cumplir el General, hecho a favor de San Sebastián, que le libró de las saetas envenenadas, pues no obstante la lluvia de flechas con la que Guaicaipuro trató de cerrarles el paso desde que entró  en sus dominios  hasta que se firmó en “El Valle del Miedo”, sano y libre quedó de los atroces peligros.

Fray Pedro Simón hace ver que Diego de Losada llegó muy joven al Nuevo Mundo, y aunque de corta edad,  dejaba ver sus acciones y virtudes, hijas de su noble progenitor.

En la celebrada expedición al Río Meta, que organizó el General Antonio Cedeño, y para lo cual embarcaron dos navíos cuarenta caballos y ciento cuarenta hombres, bajo las órdenes del capitán Juan Bautista, Diego de Losada desempeñaba  un cargo importante, según se desprende de Castellanos cuando dice:

“Cedeño en estos tiempos y ranes dentro de Puerto Rico, ya tenía copia de excelentísimos varones, caballos, munición, artillería; vino con esta gente Juan Bautista y el animoso Diego de Losada, fortísimo varón de la conquista”.



El hombre que había de fundar Caracas  era Maestre de Campo de ese mismo ejército  y “Jefe único”, cuando por celos de una india de la servidumbre del general Cedeño lo envenenó con un filtro de amor. Más aún, cuando parte del país en 1525 pertenecía a Alemania, porque los Belzares gozaban del contrato  con Carlos I de España y V de Alemania para que disfrutaran de nuestra heredad, don Enrique de Rembolt designó al Capitán Losada como su real Teniente. Gratos recuerdos conservaron de él los corianos que no tuvieron que trasladarse con sus haberes hacía otras poblaciones en busca de la vida.

El intrépido Losada dió a conocer los inconvenientes que les ocasionaría el abandonar la reciente fundación y ofreciéndose él para solicitar en Oriente hombres y provisiones, puso manos a la obra y en compañía de Villegas inició el célebre viaje de doscientas leguas por sabanas vírgenes y montañas inaccesibles.

    Logrado su propósito en Cubagua, Cumaná y otras conmarcas por las cuales transitaban, retornó a Coro en Septiembre de 1544 con los recursos obtenidos.

Tales antecedentes le dieron méritos ante el Capitán Pedro Ponce de León para que le encomendase la conquista y pacificación de los Indios Caracas que inició en 1566 y coronó felizmente el 25 de julio de 1567.

                Han transcurrido desde entonces trescientos noventa y nueve años, y Caracas no ha rendido a su Fundador el homenaje y el respeto que reclama su hazaña inenarrable.” 



Fuente: Lucas Manzano/ Tradiciones Caraqueñas, Libro Póstumo, Empresa el Cojo C.A, Ccs, 1967 (Pág. 202-208)

LO QUE UNA VEZ PASÓ POR LADOS DE SAN JACINTO


Por Lucas Manzano

"Existen en el perímetro metropolitano, ángulos intocables como que, a fuerza de ser simpáticos, están grabados, con caracteres indelebles, en el corazón de lo caraqueños. El primero y sobre el que vamos a pergeñar esta crónica, ocupa lo que resta de la zona de San Jacinto, rica en historias, desde poco después de la fundación de Santiago de León de Caracas. De consiguiente mucho se ha dicho y habrá que decir con motivo a los cuatrocientos años que va a cumplir Caracas de haber sido fundada, bélis-nollis, por Don Diego de Losada.

En aquel lugar que debió ser una sabana sin Dios ni Rey, establecieron su Monasterio y Templo dedicado a San Jacinto, los venerables monjes traídos de tierra tocuyana por Don Juan de Pimentel.

No viene el cuento a referir lo que le ocurrió el remendón Casquero con el dominico compadre suyo, quién para que el modesto trabajador abandonara la idea de encontrar tesoros ocultos en aquel terreno, le preparó un gran chasco que, por triz, lo pasaporta para el otro mundo. Más, para comenzar, conviene ilustrar al lector sobre establecimientos que ocupaban la parte  Oeste de lo que fue el Convento, Cuando Guzmán Blanco se lo ingurgitó, porque falta le hacía la medida para introducir en la ciudad reformas que reclamaban los pueblos civilizados. Allí ejercía de refresquero un tal José de Jesús, hombre que vendía diariamente cinco pipas de guarapo fresco y fuerte para ensabrosar a la gente menuda. Junto a éste, lucía su traje de zaraza a colores chillones, la mondonguera Ña Telésfora, quién  según se dijo entonces, y de ello han transcurrido decena de años, se enriqueció con su expendio de mondongo de res sazonado a la llanera. Cierta vez los estudiantes del Aula Magna, deseando darle una broma, lleváronle un envase, nuevo, es verdad, pero destinado a usos íntimos y distintos, y pidiéronle que les echaran allí un bolívar de mondongo, Telésfora accedió, pero como se trataba de bromearla, le vaciaron  nuevamente el condumio del envase, dando lugar a que la gente poco volviera a visitarla, tildándola de porcachona.

Allí mismo estaba emplazada la estatua del Prócer Don Antonio Leocadio Guzmán, rodeada por los vendedores de pájaros bravos, aunque no tanto como lo fuera en sus buenos tiempos el personaje representado en el bronce que derribaron en los motines de mil ochocientos noventa y nueve;  negocios de cachivaches y el popular vendedor de chaparros, varitas y bastones, a quién le molestaba que lo llamasen por el mote de su profesión y claro que le sobraba razón al sujeto.

En el ángulo Sur-Este de la esquina de San Jacinto estuvo emplazada la mansión de Don Fernando Miyares y su señora doña Inés Mancebo de Miyares, vecinos a la residencia del Coronel Fernando Bolívar y su honorable esposa doña Concepción Sojo y Palacios. [Sic]

Promediado el 1783, estaba grávida doña Concepción y le concedió a doña Inés el honor de que se encargara de lo que entonces decían hacerle las entrañas al niño que había de nacer. Honrada se consideraba la noble castellana con exigencia tal, sabida como era lo mucho que significaba en la sociedad venezolana la pareja Bolívar-Sojo Palacios. [Sic]

Había que ver a las dos matronas en las gélidas mañanitas caraqueñas, seguidas de las esclavas provistas de quitasoles y alfombrillas, cuando iban a los oficios religiosos que tenían lugar en el vecino templo. En tanto el Coronel Bolívar y su amigo Fernando Miyares platicaban en el juego del tresillo durante la consumación del chocolate preparado con especias, para entregarse luego a otros menesteres hogareños o al sueño reparador.

Llegó el venturoso 24 de Julio, día en que mientras en el vecino templo echaban vuelo las alegrías de sus esquilas, en homenaje a su patrona Nuestra Señora del Rosario, en la mansión del Coronel Bolívar, nacía el redentor del mudo Colombino, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar. Doña Inés Macebo de Miyares con la presteza del caso,  dejaba ver en la alcoba a la parturienta la erecta tentación de su rosado corpiño que había de hacerle la entrañas al párvulo.

Mientras acontecía cosa tal, la negra Matea no dejaba de expresar su inquietud en espera del momento en que le llamasen a amamantar el crío, futuro Libertador de la América Hispana, el   noble bizarro Paladín que años más tarde  en el 1827, ya cubierto de glorias en Carabobo y en otras batallas inenarrables, entraba triunfador en Caracas, y al ver a Matea que anhelaba arrojarse a sus pies, en la Fuente del León, le dijo emocionado:

                                       Matea, tú eres mi madre. 
       
En tanto doña Inés de Miyares lloraba emocionada esperado el momento en que habría de abrazar al Libertador en su regia mansión esquinera  de San Jacinto, distinguida como hemos dicho con el número 15.


Habían pagado su tributo a la madre común, los progenitores del Héroe, Coronel Don   Fernando Bolívar en el 1786 y su esposa doña Concepción Sojo y Palacios, fallecida en 1792.
La humilde Matea, recibía alborozada las noticias de los hechos inenarrables del niño que había amamantado, y cuentan que derramó las últimas lágrimas que guardaban sus ojos, en la alborada de 1883, presenciando la apoteosis en honor a Bolívar, conmemorando el centenario del día que Doña Inés Mancebo de Miyares lo amamantó por la primera vez.

De lo que fuera entonces Iglesia y Convento de San Jacinto, solamente existe un estacionamiento de carros de todas las especies que pregonan la ninguna admiración que tuvieron los autores para el Padre de la Patria.




Libro Póstumo 


Fuente: Lucas Manzano/ Tradiciones Caraqueñas, Libro Póstumo, Empresa el Cojo C.A, Ccs, 1967 (Pág. 65-68)
Imágenes: Dibujos  que acompañan el texto tomadas del libro